17 de marzo 2013 - 18:07

Francisco rezó su primer ángelus en la plaza de San Pedro

El papa Francisco, habló frente a la plaza de San Pedro ante miles de fieles.
El papa Francisco, habló frente a la plaza de San Pedro ante miles de fieles.
Una multitud de fieles, más de 150 mil personas, participó del tradicional rezo del Angelus que realizó por primera vez el papa Francisco, con un mensaje en el que destacó que "Dios no se cansa de perdonar".

Con decenas de banderas argentinas flameando en la Plaza San Pedro, Francisco habló de la misericordia de Dios, en un tono sencillo, contando anécdotas y manteniendo un diálogo coloquial con los fieles presentes.

En un mañana fría y nublada en Roma, el Papa argentino agradeció a los files llegados de toda parte del mundo para participar del rezo de este mediodía y se despidió con una frase habitual del exarzobispo de Buenos Aires: "Recen por mi".

En un mensaje fuerte y sencillo a la vez, Francisco destacó que "la misericordia cambia el mundo", haciéndolo "menos frío y más justo", y ante la multitud de peregrinos que lo aclamaba en el vaticano, enfatizó: "Esta plaza tiene las dimensiones del mundo".

"El rostro de Dios es el de un padre misericordioso. Siempre tiene paciencia con ustedes, los comprende y los entiende, no se cansa de perdonar si volvemos a él arrepentidos", sostuvo el papa Francisco.

Tras volver a pedir a la multitud que rezara una oración por él, habló de la importancia de encontrarse los domingos.

"En estos días leí un libro del cardinal Walter Kasper, un buen teólogo. Es un libro sobre la misericordia que me hizo muy bien...", comentó siempre con el estilo coloquial que ha comenzado a caracterizar a este Papado.

"Pero no crean -agregó con una sonrisa- que hago publicidad a los libres de mis cardenales. No es así", bromeó.

Por último, contó un diálogo que mantuvo con una anciana en Buenos Aires, durante una visita de la Virgen de Fátima. Dijo que había hablado con una señora mayor y que esa mujer, de más de 80 años, quería confesarse.

"Pero usted no tiene pecado", le respondió Bergoglio. No obstante, ante la insistencia de la anciana, bromeó con ella: "Pero a lo mejor Dios no la perdona".

Según contó el Papa, la mujer le dio luego una manifestación de sabiduría gregoriana: "Dios perdona todo", le dijo la anciana, porque de lo contrario "el mundo no existiría".

El nuevo Papa reiteró que eligió el nombre del "patrono de Italia", Francisco, reforzando así sus vínculos con este país. "Elegí el nombre del patrono de Italia, Francisco de Asís, y esto refuerza mi vínculo espiritual con esta tierra donde, ustedes saben, están los orígenes de mi familia", destacó.

"domingo y buen almuerzo!", fueron las palabras del Papa al concluir el primer Ángelus de su Pontificado. Ese cordial saludo fue recibido con alegría por la multitud, que desde temprano acudió a plaza San Pedro para ver y escuchar al flamante Pontífice, Jorge Bergoglio.

Más temprano, Francisco celebró su primera misa pública en la parroquia Santa Ana del Vaticano y, lejos de toda formalidad y protocolo, saludó a cada uno de los fieles presentes al término de la misma.

Como un cura de cualquier parroquia, Bergoglio se instaló a la salida del templo y saludó con apretones de mano, besos, palmadas y abrazos a cada uno de los fieles que participaron de la celebración; muchos de ellos argentinos, mientras los presentes le gritaban "Francesco, Francesco" y "Viva el papa".

En una homilía breve e improvisada, el papa argentino expresó que "el mensaje más fuerte de Jesús es la misericordia" y agregó: "El Señor nunca se cansa de perdonar, al contrario, somos nosotros los que nos cansamos de ir a pedirle perdón".

"Jesús se olvida de los pecados. Tiene una capacidad especial para olvidarse. Se olvida, te besa, te abraza y te dice: no te condeno. Ve y de ahora en adelante no pequés más", dijo el santo padre invitando una vez más a la reconciliación, en este quinto domingo de la Cuaresma, que es el tiempo litúrgico de preparación para la Pascua.

Tras los saludos a cada uno de los presentes en la misa, el papa se acercó al vallado que protegía el lugar y comenzó a saludar a los fieles y a impartir su bendición, ante el desconcierto de los custodios que lo rodeaban.

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