19 de febrero 2018 - 21:32

Paraguay llegó a Berlín y tuvo buena repercusión

En la muestra paralela Panorama fue aplaudido el largometraje argentino “Malambo, el hombre bueno”, del cordobés Diego Loza. En cambio “La omisión”, de Shjaer, resultó fallido.

Las herederas. Margarita Irún, el director Marcelo Martinessi, Ana Brun, Ana Ivanova y Fernando Epstein.
Las herederas. Margarita Irún, el director Marcelo Martinessi, Ana Brun, Ana Ivanova y Fernando Epstein.
Berlín - De la participación argentina en la Berlinale, en la sección Panorama ya se vio "Malambo, el hombre bueno", del cordobés Diego Loza, un cálido largometraje en blanco y negro con actores no profesionales e impulso documental, que sigue al bailarín de malambo Gaspar Jofré en su ardua ruta al festival de Cosquín. Un narrador omnisciente, con resabios de Nouvelle Vague, modela el retrato íntimo y sencillo de un artista, que comprende que en última instancia la rivalidad es con uno mismo. Loza, también autor del guión, diseña una estructura dramática de vasos comunicantes, donde el bailarín comienza por ser discípulo y termina maestro en un círculo donde la danza es una metáfora sobre la vida. Las escenas de malambo son electrizantes. Rodada en cuatro semanas con un costo de doscientos mil euros, su productor Diego Dubcosky comentó que la película tiene garantizado su estreno en la Argentina y que ya ha sido vendida a Latinoamérica; están en negociaciones con Amazon para "streaming" en su plataforma europea.

También en Panorama se presentó "La omisión", opera prima de Sebastián Schjaer, egresado de la Universidad del Cine. Hemos visto debuts más auspiciosos. El problema de esta película de autor, gestada durante cinco años, también escrita, producida y editada por su joven director, es que quiere describir la intimidad de una mujer muy joven y aturdida sin lograr penetrar la opacidad del personaje, y el acotado registro dramático de la actriz Sofía Brito. Marea la cámara en mano, encorsetada en primeros planos, que naufraga al no poder construir la psicología de una protagonista a la deriva. Habría sido un buen corto de graduación, estirado a largometraje gracias al Fondo Huber Bals del festival de Rotterdam.

Interesó en la competencia "Las herederas", la primera película paraguaya que compite por los Osos de oro y plata. Opera prima de Marcelo Martinessi, fogueado en la TV pública de Paraguay, se centra en dos mujeres de clase alta, ya maduras, en pareja, cuyo descenso social está magníficamente pintado en la escena inicial. Sobre la represión psicológica de una de ellas, hecha de gestos y silencios, se va armando una metáfora sobre el autoritarismo y la dinámica de clases. Si la historia hubiera sido heterosexual, la película correría por andariveles ya transitados; pero al ser una historia de liberación la crítica resulta novedosa. "Las herederas" no puede sino desembocar en un final abierto y ambiguo, con brochazo optimista porque, al privilegiar la alegoría sobre la crítica de costumbres, termina en territorio de fantasía. La intérprete Ana Brun compone a la protagonista con gestos mínimos y elocuentes -less is more- y alguno ha aventurado premio a la actuación.

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