29 de mayo 2009 - 15:32

A cuarenta años del Cordobazo, hito en la historia argentina

Una escena que se repitió durante todo el 29 de mayo de 1969 en las calles de la capital cordobesa.
Una escena que se repitió durante todo el 29 de mayo de 1969 en las calles de la capital cordobesa.
Por Fernando Arfaras de la redacción de Ambito.com.- A 40 años del Cordobazo, hecho de gran significación dentro de la historia argentina, se rememora el suceso del 29 de mayo de 1969, con epicentro en las calles de la capital cordobesa, donde una protesta de tinte popular no sólo aceleró el fin del gobierno de la Revolución Argentina sino que también dio indicios de lo que después se manifestaría con mayor nitidez: distintas facciones ideológicas en pugna por el poder.

Cabe aclarar que el Cordobazo no fue un hecho "aislado" ni "casual", sino que sucedió como producto de la dinámica de los procesos históricos. Por ende ahondar en el tema justifica situar al hecho en el entramado social de la época.

Corría el año 1969 y los destinos del país eran dirigidos por la autoproclamada Revolución Argentina, iniciada en 1966 por el general Juan Carlos Onganía. El castrense, de fuerte creencia católica y de carácter autoritario, tuvo un amplio consenso al asumir, tal es así, que Perón, exiliado y ante la proscripción de su movimiento, veía en él a alguien con el cual se podía negociar.

Luego de la conducción del ministro de Economía, Jorge Néstor Salamei -desde junio a diciembre de 1966-, fue designado Adalberto Krieger Vasena. El flamante funcionario era un reconocido economista que tenía muy buena llegada al sector empresarial -nacional y extranjero- y a los organismos internacionales de crédito.

Krieger, que debía enfrentar a una economía estancada y con alta inflación, quería una estabilización monetaria, sin renunciar al crecimiento económico, y mejorar la eficiencia de la estructura productiva. Ante estos objetivos, impulsó un plan basado en una apertura a los capitales extranjeros, una fuerte devaluación de la moneda, el congelamiento de salarios y acuerdos de precios.

A dos años de asumir, Krieger pudo lograr reducir la tasa de inflación a menos de dos dígitos anuales, contener la baja del desempleo y comenzar a expandir la economía. Sin embargo, el plan instaurado por la Revolución Argentina, despertaba rechazos en gran parte de la sociedad. 

Sucedía que el descrédito de la figura de Onganía era cada vez mayor. La supresión de las reglas del estado del derecho, el excesivo autoritarismo, las permanentes confrontaciones con los sectores universitarios y deterioro de las economías provinciales (por, entre otras cosas, anular subsidios a las producciones regionales como el algodón, yerba y azúcar) resquebrajaban los cimientos de la experiencia "argentina".

La disconformidad no sólo provenía de los sectores asalariados, al notaban que su capacidad adquisitiva disminuía, sino que también las empresas de capital nacional se veían afectadas por las bajas en las ventas y la falta de crédito.

  • Los estallidos de mayo del 69'

    Si bien en 1968 ya empezaba a reinar un descontento social, en mayo de 1969, se desatan una serie de estallidos antigubernamentales en importantes ciudades del interior del país.

    Tucumán es una de las provincias más afectadas por el deterioro del empleo ante el cierre de los ingenios de azúcar, una de las principales fuente de trabajo de la región. El descontento aumenta y llega a su punto culmine cuando el 13 de mayo un grupo de trabajadores ocupan el ingenio Amalia y retienen al gerente exigiendo el pago de haberes atrasados.

    En Córdoba, mientras que los metalúrgicos de la UOM protestan por tener los salarios más bajos del sector, los trabajadores del sector automotriz, agrupados en el gremio SMATA comandado por Elpidio Torres, alzan su voz frente a las suspensiones. Los mecánicos también unen sus reclamos junto a los otros dos gremios más fuertes de la provincia: la UTA, de Atilio López, y Luz y Fuerza, de Agustín Tosco. Los tres gremios rechazan la eliminación del "sábado ingles", derogado por la resolución 106/69.

    En tanto, el 15 de mayo, en la provincia de Corrientes, universitarios marchan contra el aumento de la tarifas de los comedores estudiantiles. Pero la manifestación termina con enfrentamientos entre los manifestantes y la Policía provincial. La protesta se cobra la primera victima de mayo: muere baleado Juan Carlos Cabral, un joven estudiante de medicina.

    El día 17 los reclamos por los hechos en Corrientes se expanden en Rosario y, en una protesta, muere también baleado Adolfo Bello, estudiante de Ciencias Económicas. El hecho motiva rechazos que ya excedían al ámbito universitario. Cuatro días después se convoca a una marcha de silencio que además de tener la presencia del estudiantado y el movimiento obrero, en especial la facción de la CGT denominada "de los argentinos", contó con mucho apoyo popular. Sin embargo la marcha termina en otro enfrentamiento con la Policía y la espiral de violencia se cobra una nueva victima: muere el estudiante y aprendiz metalúrgico Luis Blanco, de sólo 15 años. Estos sucesos la historia los llamará con el nombre de Rosariazo.

    Ante la escalada de hechos violentos y muertes, el día 26 las dos CGT - la tradicional central ubicada en la calle Azopardo comandada por el metalúrgico Augusto Vandor y la denominada "argentina" liderada por el grafico Reinaldo Ongaro- llaman a un paro nacional de 24 horas para el 30 de mayo. 

  • Córdoba insurrecta

    Sin embargo las CGT seccionales de Córdoba, en dos plenarios, se adelantan y deciden un paro de actividades de 37 horas a partir de las 11 horas de la mañana del día 29. La intención era demostrar en las calles el grado de disconformismo que había frente al gobierno de la Revolución Argentina.

    Pero, ¿por qué la proclama se anticipa desde Córdoba y no en otro lugar?, sucedía que la ciudad central cordobesa reunía elementos de vanguardia. La tradición universitaria de rebeldía, nacida en los rescoldos de la Reforma universitaria de 1918, se unía al sector cuantitativamente importante de obreros calificados surgidos de la industrialización de la década del 40'.

    El 29 de mayo mientras Onganía llegaba al Colegio Militar de Campo de Mayo, en Córdoba, desde sus lugares de trabajo parten los obreros a las calles. Por distintos accesos y columnas los gremios de SMATA, UTA y Luz y Fuerza marchan con el fin de encontrarse en el centro cordobés. A los asalariados se sumaron gente del pueblo y estudiantes de la Universidad Nacional y de la Universidad Católica.

    Pero antes de llegar al punto de encuentro los manifestantes se enfrentan con la Policía provincial. Las columnas integradas por trabajadores, universitarios y pobladores logran hacer retroceder a la fuerza policial creando barricadas. Las tensiones recrudecen hacia el mediodía ante la muerte del obrero mecánico Máximo Mena.

    Al correr la noticia del fallecimiento del joven trabajador de 27 años, los insurrectos responden enardecidos y se registran choques más duros en los distintos barrios de la capital cordobesa. Los castrenses envían "demorados" a los refuerzos- cuestión que nunca quedó claro si fue por orden de Agustín Lanusse para terminar con Onganía- y entran en juego la Infantería, la Aeronáutica y la Gendarmería.

    Los enfrentamientos tuvieron en vilo al país a lo largo del día. La situación logró calmarse recién por la madrugada del 30 cuando las fuerzas de seguridad pudieron recuperar el control de una Córdoba capital desolada: zonas sin luz, autos quemados y edificios públicos y privados destrozados.

    El saldo del Cordobazo nunca se supo con exactitud: hubo centenares de detenidos y se habla de entre cuatro y una decena de muertos. Aunque lo que quedó claro es que desde el mayo cordobés (un poco parecido y un poco distinto al "elitista"mayo francés) nada sería igual en la Argentina. Se aceleraron varios procesos: el ascenso al poder del General Agustín Lanusse, la exacerbación de los conflictos sociales, los pactos políticos (representados en su mayor dimensión por el Gran Acuerdo Argentino) y la decisión de las "nuevas izquierdas" por volcarse a la lucha armada.
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