18 de octubre 2001 - 00:00

Abandona Rusia principal base de espionaje en Cuba

Moscú y La Habana (ANSA, AFP) --Rusia anunció ayer el cierre de la mayor base de inteligencia ubicada fuera de su territorio que está emplazada en Lourdes, al suroeste de La Habana. La decisión de clausurar el último reducto de la presencia militar soviética en Cuba se enmarca en el notable acercamiento protagonizado por Washington y Moscú desde los atentados terroristas del 11 de setiembre.

Cuba se verá privada ahora de 200 millones de dólares anuales por concepto de alquiler, además de la información crucial que recibían sus servicios de inteligencia de sus pares rusos.

El anuncio ruso provocó silencio en La Habana y fue recibido con beneplácito por el presidente estadounidense, George W. Bush, quien así lo expresó en un comunicado divulgado en una escala de su viaje a Shangai.

«Esta decisión es otra indicación de que la Guerra Fría terminó. El presidente Putin entiende que Rusia y Estados Unidos ya no son adversarios; no evaluamos nuestros éxitos en función de cuánto complica la vida al otro país», señaló Bush.

La base de espionaje electrónico y radarístico instalada desde 1964 en la localidad de Lourdes dejará de operar en el «correr de este año», indicó el presidente ruso, Vladimir Putin, al informar sobre una reestructuración en los gastos de defensa de su país.

En ocasión de la única visita oficial que realizó a Cuba, en diciembre de 2000, Putin había asegurado a las autoridades cubanas que mantendría en operaciones a la estación de escucha de Lourdes, donde trabajan 1.500 ingenieros, técnicos y soldados rusos junto con sus familiares.

• Presencia molesta

Fuentes diplomáticas consultadas por la «AFP» en La Habana sostuvieron que ésa «no es una buena noticia para el país», en momentos en que atraviesa por una agudización de su crisis económica debido a la caída del turismo y los bajos precios inter-nacionales del níquel y del azúcar, sus principales exportaciones.

La de Lourdes es la mayor base que Moscú tiene instalada fuera de su territorio, con una extensión de 72 km cuadrados y equipada con sofisticado material de inter-cepción electrónica y satelital ubicado a escasas millas de las costas estadounidenses. Esto era, sin duda, una presencia molesta para Washington, que tiene a 130 kilómetros de su costa un sofisticado monitoreo de sus comunicaciones, al punto que EE.UU. había condicionado su cierre a una eventual asistencia financiera.

El segundo hombre en la jerarquía cuba-na,
Raúl Castro, admitió en mayo de 1993 que esa instalación proporcionaba a Moscú 75% de sus informaciones estratégicas militares. Esos datos eran compartidos por Moscú con La Habana «para asegurar su defensa y diseñar sus estrategias políticas y militares», según sostuvieron Fidel Castro y Putin hace diez meses.

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