12 de agosto 2019 - 01:28

El "voto del campo" no fue suficiente

El "voto del campo" fue para el oficialismo en muchas localidades emblemáticas como Balcarce o Venado Tuerto, pero no alcanzó. El "interior", donde también hay muchos planes sociales y trabajo público, se inclinó hacia la fórmula Fernández-Fernández.

Ministro. Tampoco el ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, logró diferencias en su provincia, Entre Ríos, donde el Frente para Todos se alzaba anoche con una diferencia de alrededor de 10 puntos.
Ministro. Tampoco el ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, logró diferencias en su provincia, Entre Ríos, donde el Frente para Todos se alzaba anoche con una diferencia de alrededor de 10 puntos.

Ahora el campo tiene que invertir en los granos gruesos, entre u$s350 y u$s500 por hectárea, para una cosecha que se va a levantar a partir de marzo del año que viene, es decir, unos u$s12/15.000 millones. ¿Con que Gobierno?. Esa es la gran pregunta que recorre, desde anoche, todos los rincones.

De acuerdo con los primeros resultados del voto en el interior “profundo”, la tendencia no se despegó de la general, salvo pocas excepciones. Y, si bien algunos especulaban con “el voto (favorable) del campo”, la realidad es que los productores agropecuarios son comparativamente muy pocos (unos 200.000) y desperdigados por todo el país.

Por otra parte, en la mayoría de las localidades, independientemente de su tamaño, y hasta en las zonas rurales, la proliferación de los “planes” sociales, y de los cargos públicos a nivel de las intendencias, que el macrismo no supo/pudo sustituir, llevaron a que la tendencia del voto siguiera la misma curva que en las grandes ciudades.

No alcanzó la diferencia lograda en localidades clave del campo, como Pergamino, donde el oficialismo lograba anoche 43% vs. 37% de los Fernández; o el 42%-34% en Balcarce; o el 44%-34% de Venado Tuerto, los números globales licuaron las ganancias

Por supuesto que la intranquilidad entre la gente del campo es grande. Y eso a pesar de haber sido el sector que más “ayudó” a ambos gobiernos. Nadie olvida que Néstor Kirchner llegó a ser llamado “el presidente de la soja”, justamente por los fondos extraordinarios que la oleaginosa en particular, y el resto de la agricultura en general, le dieron durante los 4 años iniciales de la Administración K.

Pero al “campo” no le fue bien entonces. Las retenciones crecientes, que llegaron a rondar los u$s10.000 millones anuales y que explotaron con la pretensión de aplicar la Resolución 125 (retenciones móviles) en 2008; los ROES, permisos, restricciones de precios, controles, la “mesa de los argentinos”, y otros varios etcéteras, que llevaron al trigo a su área más baja en 108 años en 2013; al inédito cierre de las exportaciones de carne en 2006 y la posterior pérdida de un cuarto del total del rodeo (unas 12 millones de cabezas vacunas), a la crisis frutícola que se mantiene, o a la liquidación tambera que apenas comienza a revertirse ahora desde 2005, y más por falta de oferta que por políticas correctivas, entre otros varios retrocesos, le hacen temer ahora la repetición de la historia de imponerse en octubre la fórmula Fernández-Fernández.

Pero si durante los 8 años del “cristinismo” el campo fue vapuleado con una presión impositiva creciente e insoportable, y un maltrato memorable, lo que vino después apenas fue mejor en las “formas”, pero no demasiado en el fondo.

De hecho, y a pesar de la rápida reacción favorable de la producción agropecuaria en 2016, y del aporte inmediato del sector, con una jugada fuerte al “macrismo”, las retenciones o impuestos a la exportación no desaparecieron, apenas se “recortaron” algunas de ellas, para volver a ser reimplantados el año pasado. Se eliminaron cantidad de restricciones al comercio, pero la presión impositiva siguió siendo muy alta y la inflación, erosionando las ganancias y aumentado los costos de producción, tampoco vino ayudando mucho.

La falta de equipos técnicos a nivel nacional, capaces de aunque sea “contener” a los productores, también pesó hasta ahora, y si en el Gobierno alguien pensó que con devolverle el rango de Ministerio a Agroindustria, se aquietaban las aguas, queda claro que se equivocó de plano.

Por supuesto que estos últimos años cambió la relación del Ejecutivo con el agro mejoraron las formas, pero la inseguridad y las inquietudes siguen siendo altas, y estas PASO empeoran la situación en un momento crítico, ya que es justamente ahora cuando se está iniciando la siembra de la campaña gruesa (maíz, soja, girasol y sorgo) que se cosechará en los primeros meses del año que viene.

Con muchos insumos dolarizados, con fletes que van atados al precio del combustible y este parece ser de “libre flotación”, y con la posibilidad ahora más cercana de que vuelva un gobierno mucho más intervencionista de los mercados. Así, las perspectivas del sector, que ya tiene el trigo sembrado en una superficie apenas superior a la del año pasado, indican que es probable que “el campo” no arriesgue más que lo estrictamente necesario para seguir, y que la apuesta sea aún menos “jugada” que la que se esperaba hasta hace unos días atrás.

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