29 de enero 2007 - 00:00

Comentarios políticos de este fin de semana

Mauricio Macri y Roberto Lavagna
Mauricio Macri y Roberto Lavagna
MORALES SOLA, JOAQUIN.
«La Nación».


Para su regreso de las vacaciones, el columnista hace un ensayo de interpretación de cómo el procesamiento de «Isabelita» Perón por delitos de lesa humanidad en el universo del peronismo. Interesa el relato de una vieja charla del periodista con la ex presidenta que sería testimonio del rencor hacia los insurgentes que se alzarían contra su administración y precipitarían su destitución en 1976.

Lo demás es especulación sin resultado. Kirchner aparece como un ácido crítico del último Perón, pese a que no faltará quien afirme que su gestión busca inspiración en la forma en que aquel gobierno encaró, por caso, la economía. Un Eduardo Curia o un Guillermo Moreno serían testimonios de esas simpatías más allá del tiempo.

Tampoco agrega mucho decir que Juan Perón fue el responsable de la creación de la Triple A; a medida que pasan los días surgen nuevos testimonios de eso, el último el que aporta Raúl Alfonsín en su presentación. O al mortificarlo al silente Carlos Bettini por la contradicción de haber sido una víctima de la Triple A, luego amigo y abogado de «Isabelita», y hoy embajador estrella de Kirchner.

No cita qué funcionario lo dijo pero causará algún escozor en el oficialismo la afirmación que Morales Solá pone en su boca sobre la existencia de una lista de ex jefes montoneros que merecerían un juicio por sus responsabilidades en la violación de los años 70 (Firmenich, Perdía, Montoto).

BLANCK, JULIO.
«Clarín».


Es ya un clásico de los columnistas domingueros esto de escuchar las frases del Presidente cuando recoge las carpetas antes de irse de su despacho mientras «suena, inconfundible, el motor del helicóptero» (metáfora para retener). El mensaje que se le envía al lector es que Kirchner desea competir con Macri -algo sabido- porque le permite imaginar que él encarna a la izquierda por default, es decir no porque su programa sea de ese signo sino porque tiene enfrente a un candidato de centroderecha.

A Macri este rol que le da Kirchner en su libreto lo halaga, le conviene; por eso no faltan quienes ven detrás de esa coincidencia algún complot entre ambos para quedarse con los papeles principales de la elección presidencial.Coinciden objetivamente en que a los dos, claro, les conviene que Roberto Lavagna no alce vuelo. Un drama esa coincidencia, porque alimenta las represalias lavagnistasal sentirse víctimas de una conspiracióndel Estado.

A Telerman lo adorna Kirchner de cualidades en esas confesiones del estribo, aunque no explica por qué no lo hace su candidato, salvo por ese ejercicio de la crueldad con los propios en que consiste eso que se llama peronismo. Sí se entiende el mensaje: Filmus no levanta vuelo -imagina el gobierno-, irá a una primera vuelta, le ganará Telerman y el gobierno se pondrá detrás del jefe de Gobierno en un eventual ballottage. Ni el gobierno ni el columnista se animan a decir lo que de verdad cree el oficialismo de Telerman -más allá de que sea o no cierto- que conspiró con la derecha del distrito (el macrismo) y la Iglesia de Jorge Bergoglio -a quien Kirchner tiene por su principal adversario político- para destituir a Aníbal Ibarra.

Por algo Blanck, en otro párrafo de su panorama, anuncia que en cuanto Ibarra se suelte de las garras de la Justicia planea una denuncia contra un golpe institucional para echarlo del cargo con el pretexto de la tragedia de Cromañón.

NEILSON, JAMES.
«Noticias».


El columnista, más especulativo que informado, vuelve a su tópico predilecto: denunciar que este gobierno que se dice progresista lleva adelante un modelo regresivo que sólo se sostiene manteniendo los salarios bajos y la economía cerrada para beneficio de un club de empresarios. Por si ese modelo tuviera algún flanco positivo, Neilson le atribuye la paternidad, no a Néstor Kirchner sino a Eduardo Duhalde, una mortificación sobre el orgullo del Presidente, que imagina que su asunción al cargo es un gozne de la historia patria.

Acierta al advertir que una disparada de las demandas salariales en las paritarias que comienzan a discutirse en febrero/marzo pueden ser un calvario para miles de pymes que no podrían saciar la ambición de los dirigentes sindicales. Hugo Moyano, que está de capa caída, no puede controlar ya a los gremios y ha debido refugiarse en una posición que -riendo- el columnista califica de « neoliberal»: las paritarias se harán sin piso ni techo y según la productividad de cada sector. Es decir, la renuncia expresa al canon peronista de una comunidad organizada donde caciques sindicales y empresarios deciden el destino salarial del conjunto de los trabajadores.Este Moyano «adalid de la flexibilidad», afirma,es el final de su rol de mandamás de los gremios.

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