26 de enero 2007 - 00:00

De qué se habla

Alfredo Coto y Nilda Garré
Alfredo Coto y Nilda Garré
KUNKEL-CAVALIERI, EL ROMANCE ORAL

La paradoja más comentada, en las últimas 48 horas, es la alineación -casi un sometimiento intelectual-del diputado oficialista Carlos Kunkel al sindicalista Armando Cavalieri, alguien a quien fumigan en la Casa Rosada y lanzan los perros rabiosos diez cuadras antes para que no se acerque a la Plaza de Mayo. Casi copió Kunkel en declaraciones, originadas más en explicaciones gubernamentales que en su propia cuenta, al gremialista de Comercio para exculpar a Juan Perón como autor intelectual de la Triple A. Singular acto de quien fuera otrora un militante de la violencia armada -mentor, por otra parte, entonces de Néstor Kirchner-, perteneciente a una organización guerrillera que no sólo fusiló a Ignacio Rucci, también a Augusto Vandor, Dirk Kloosterman y José Alonso, entre los más conocidos líderes sindicales, a quienes su organización les imputaba ser retardatarios del proceso revolucionario. Se olvida el diputado de esa etapa y se manifiesta en confraternidad ideológica con Cavalieri -en rigor, no podría ser así, pues el mercantil no sólo por su segundo nombre (Oriente) dispone de una formación socialista de la que Kunkel y los Montoneros carecían-, enlazándose con un portavoz del movimiento obrero peronista que, en su momento, para prevenirse de los ataques criminales a los que era sometido por la guerrilla, debió modificar su modo de vida, integrar gente en grupos paralelos como las Tres A (¿acaso no entrenaban personal-armado en la terraza de la Unión Obrera Metalúrgica para enfrentar a la guerrilla?) y repudiar a los «imberbes» que suponían cambiar el mundo con el asesinato. Kunkel, tal vez, debe ser como aquellos montoneros que no aceptaban que el general desde el poder los había traicionado, luego de haberlos inducido a la violencia desde el exilio, y que jamás aceptaron como realidad (que es la única verdad) que Perón comiera día y noche con José López Rega -a quien sin dudas Perón le derivó el «somaten», castigo a quienes volvían inestable su democrático gobiernoen lugar de sentarse con «Pepe» Firmenich.

Comprensible decisión, por otra parte: uno era un exótico alegrante, el otro un aburrido trascendente, discípulos suyos que imaginaban con tiros el arreglo del mundo.

MINIATURA DE CATON, O LA ESCUELA DEL VETO

Aun para los que no quieren ver en verano (y en otras estaciones) resultó al menos inolvidable el reto (con nombres y apellidos, no publicado en ningún medio por insuficiencia cardíaca y nefasta propensión a la protección de la actividad) que el Presidente le endosó a la prensa que no pudo acertar en títulos y notas con la decisión del tribunal de La Haya, que desestimó un reclamo del Uruguay por los cortes de rutas. Habló Kirchner como si él hubiera anticipado esa determinación, la hubiese comunicado y el periodismo maliciosamente se hubiese burlado de sus anuncios. Pero, es el comentario, resulta que el mandatario no brindó por razones personales ninguna conferencia de prensa en lo que va de sus tres años y pico de gestión, se permite -o se permitía-algunos diálogos presuntamente graciosos con movileros de programas también presuntamente graciosos y, apenas, cada tanto, dicta cátedra ante contados profesionales de la pluma para que éstos lo traduzcan en sus páginas dominicales. Ese es su trato dedicado con la prensa. Más, hasta sus funcionarios reconocen que tienen prohibida la palabra con ciertos medios y personas, a las cuales han decidido matarlas con el desprecio, con el convencimiento de que el Estado también es dueño del patrimonio informativo (y, por lo tanto, casi en réplica al mecanismo que utilizaba el Proceso militar, se atribuyen el derecho de otorgarles ciertas noticias a unos y no a otros). Esta versión, la que podría estar dominada por el doloroso sentimiento de los excluidos, en rigor fue ratificada por una funcionaria de Kirchner (Andrea Prodan) en el Ministerio de Defensa: ella sostuvo que uno de los colaboradores más cercanos de Nilda Garré le impuso, como condición, con qué medios y con qué periodistas debía hablar, postergando al resto. Final de la película: la funcionaria fue despedida. Pero el saldo penoso ha sido que el autor de los vetos en Defensa es un ex periodista ( montonero también, claro) y un ex profesor de periodismo en la Universidad de Buenos Aires. Así también se explica la educación en la Argentina.

COTO PROPICIA LA VUELTA AL BANADE

Ni los liberales han salido a cuestionar el último acto de beneficencia a favor del empresario Alfredo Coto: el estado financia sus deudas (seguramente por los aportes patrióticos al país). Generoso gesto presidencial a favor de quien, en su momento, él lo consideraba una suerte de enemigo público de los argentinos. Parece que Kirchner no tiene odios subalternos y, como el emprendedor de los supermercados, habrá purgado una «probation», la Casa Rosada le obsequia hoy una asistencia. Inicio de una catarata de reclamos en el futuro, quizás cuando la situación general no sea tan propicia económicamente. Porque el subsidio a las compañías, la financiación extraordinaria a grupos en aprietos, normalmente se han generado en períodos anormales. Como en Italia, para citar un modelo, luego de la Segunda Guerra, cuando se instaló una especie de «hospital de empresas» sostenido por el Estado. En la Argentina hubo otro tipo de experiencias, bastante penosas, como las que se registraron en el Banade: multitud de firmas que, por arbitrio del poder, fueron favorecidas con fondos públicos y jamás luego devolvieron. Hasta en tiempos de cuestionable liberalismo, Carlos Menem -por salvar a una compañía nacional con problemas económicos que arrastraban décadas, Adidas-, empeñó a su gobierno en el esfuerzo hasta descubrir que era vana la gestión por el volumen requerido ( incrementado a través de los años). Se supone que no ocurrirá con Coto, hombre que se publicita más que Trozzo del BIR y otros figurones del escándalo, a quien seguramente le va a ir bien cuando a todos les vaya mal, al revés de lo que ocurre ahora. Sin embargo, al margen de esta discusión sobre ayuda o no, capital nacional o extranjero, discriminación a la hora del reparto público, etc., otro interrogante se formula en cualquier tertulia: ¿a qué institución, fondo o persona debe responder Coto, con quien está empeñado? No hay demasiada certeza al respecto, pero extraña que un gobierno tan aplicado a reclamar quitas y baja de intereses -casi una causa nacional en la era Kirchner, quien ofrece cursos gratuitos al respecto (por ejemplo, a su colega ecuatoriano Rafael Correa), en este caso ayude a un empresario privado a pagar todas sus deudas y no exija lo mismo con lo que condicionó a los acreedores externos y locales. ¿Será también para preservar el capital privado nacional que le concedió créditos al supermercadista?

SIEMENS, UN MODELO A SEGUIR O CONTRATAR

Como a Julio De Vido el Presidente no puede verlo en paz y no le concede siquiera un fin de semana de holganza, el ministro hasta planeó un viaje de trabajo para lo que deberían ser sus vacaciones. Alemania, frío y, para colmo, la dura tarea de convencer a la empresa Siemmens de que desista de su millonario juicio contra la Argentina en el CIADI y, de paso, observar el funcionamiento de otro acuerdo: la construcción in situ de las usinas térmicas que estos alemanes le vendieron al país. Pero a De Vido se le subió la diabetes: mientras, como arquitecto avezado, monitoreaba el proceso industrial de las usinas, descubrió en los medios que Siemens era otra vez castigada por sus tradicionales manejos a la hora de las contrataciones (recordar que hace poco hasta fue detenido su presidente, aunque en Alemania tampoco hay demasiada confianza en la Justicia, como en la Argentina) y le impusieron una multa contundente: 396 millones de euros. La causa: lideraba un cartel con otras compañías, en el rubro tecnológico, por el cual se repartían las licitaciones en todo el mundo. Y, especialmente, el rubro de las usinas eléctricas. Pero estos pichones de expertos a la hora de expulgar a los estados no fueron los únicos sancionados: también penaron a la francesa Alstom, acusada de turnarse con Siemens en el momento del reparto de contratos en los concursos. Debía mirar De Vido el diario porque él, como buena parte de los argentinos informados, saben que Alstom y Siemmens fueron los que compitieron para quedarse con las centrales que otorgó su ministerio. ¿Le habrá quitado el sueño la noticia, además de subirle la diabetes? Lo tendrá que observar un médico, debido a que esas dos empresas «competidoras» también pugnarán en la Argentina por el fantasmagórico proyecto del tren bala Buenos Aires-Rosario. Eso sí: el ministro debe claudicar ante la perseverancia de estos alemanes castigados, ya que en tiempos de Carlos Menem -un preferido de la compañía por la emisión de títulos para pagarle material obsoleto de ENTel, cifra que aún hoy conmueve cualquier presupuestopor lo menos produjeron tres escándalos: 1) adquisición de material para Gendarmería (causa en lo del juez Claudio Bonadío), 2) la contratación de los DNI ( causa en lo del juez Jorge Ballesteros) y 3) la compra de radares, en este caso asociados con los norteamericanos de Northrop, operación que fue anulada pero no sepultada (hoy se habla nuevamente de su rehabilitación). Esa garra para los negocios explica también por qué Alemania es una potencia, ya que el espíritu de insistencia no sólo logra éxitos en el subdesarrollo (Argentina) sino también en tierras más consolidadas ( España) y con gobiernos que no siempre son de derecha como Menem: con el socialista Felipe González hicieron el AVE, ese ferrocarril veloz entre Madrid y Barcelona, también imputada su obra con sobreprecios, influencias y retornos.

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