26 de septiembre 2007 - 00:00

En el sofá, en el Four Seasons

Néstor Kirchner
Néstor Kirchner
Nueva York (enviado especial, Ignacio Zuleta) - Echado en un sillón del bar del hotel Four Seasons, Néstor Kirchner esperó junto al secretario legal de la Presidencia, Carlos Zannini, el momento de viajar hacia la sede la de ONU: allí dijo su último discurso como presidente. Negó estar tenso ante ese compromiso, pero prefirió esperar casi solo la hora, lo que les permitió un regreso a los demás integrantes de la comitiva que lo acompaña en este viaje. Antes de un breve almuerzo con ese funcionario y su esposa Cristina, el mandatario mantuvo un diálogo con este diario en el cual explicó: «Tengo confianza en el resultado electoral del Chaco, pero no en cómo puede terminar el conflicto en Córdoba». Reveló que mantuvo discretas entrevistas con empresarios estos días en Nueva York y les restó importancia a las especulaciones periodísticas previas a su intervención en la ONU. Dio a entender además que el único propósito para el viaje era su participación en el organismo -casi un trámite burocrático- y la reunión de esta tarde con Bill Clinton en el hotel Sheraton. Cierto, la agenda más nutrida y con más visibilidad es la de su esposa y candidata, para quien el viaje es una etapa más de la campaña para las elecciones del 28 de octubre. Vale el testimonio de un Kirchner que en general rehúye el diálogo con la prensa.

Periodista: ¿Siente presión por el discurso en la ONU?

Néstor Kirchner: ¿Por qué? De ninguna manera. Yo vengo a afirmar una política, una línea.

P.: Se ha hablado mucho, entre ustedes, sobre la fuerza de la crítica a Irán por la AMIA.

N.K.: En realidad yo no sé qué ni cómo analizan algunas cosas los periodistas. Ya saben lo que vamos a decir, que lo hemos dicho antes, pedir que actúe la Justicia.

P.: Bush casi no habló de Irán en el discurso de la mañana.

N.K.: Sí, eso me decía acá Carlos (por Zannini), que habló más de Cuba. Pero (sonríe) de Irán poco, lo mencionó apenas. Vamos a pedir acá lo que hemos pedido siempre. Es el único motivo del viaje. Esto en la ONU y hablar en la reunión de Bill Clinton. Ahí termina lo mío, lo demás (abre las manos sonriendo).

P.: Pero ha tenido reuniones. Siempre cae algún empresario.

N.K.: Sí, hemos tenido varias, pero las voy a mantener en bajo perfil.

P.: ¿Algo que le cambie la vida?

N.K.: No, es gente que se acerca, pero no quiero que salga del bajo perfil porque el viaje es para otra cosa.

P.: Parece que está más metido en la campaña de allá que en este viaje, por lo que habla con la delegación, los resultados en Chaco, Córdoba.

N.K.: En Chaco ya está consolidado Capitanich. Cada vez que se van contando más votos, se amplía. Ya van a ver, va a terminar ganando por casi cuatro mil votos. Es normal. ¿Por qué no puede haber elecciones parejas?

P.: Porque después denuncian fraude. Es el riesgo de las elecciones parejas. No es nuevo.

N.K.: Es nuevo, es nuevo. Ya conté que gané mi primera intendencia por 110 votos y nadie se enojó. Y la primera gobernación la gané por 1.200 votos, y era en un momento en que estábamos enfrentadísimos con Arturo Puricelli, que hubiera podido cantar fraude.

P.: En Río Negro, Verani contra Costanzo, 1995, hubo 600 votos de diferencia.

N.K.: Y estuvieron contando dos semanas. ¿Y la elección Obeid-Caballero? Estuvieron contando un mes.

(Interviene Zannini: «Lo que pasa es que si empiezan con denuncias de fraude van a terminar con el sistema electoral. No va a haber gobierno legítimo».)

N.K.: Ahí está el caso de Córdoba. Gana Schiaretti, ¿cómo hace para gobernar si el otro no le da los legisladores o dice que no participa? Eso complica todo.

P.: Ustedes podrían hacer algo.

N.K.: No se puede hacer nada. Están además en un enfrentamiento personal muy fuerte. ¿Qué se puede hacer?

P.: No lo veo preocupado con el Chaco.

N.K.: Porque ahí este muchacho, el «Coqui», ganó bien. Y la diferencia con Córdoba es que movió bien mediáticamente, no salió a decir cómo había ganado.

P.: Estuvo en el borde porque la noche de la elección hubo que bajarlo del alambrado cuando festejaba.

N.K.: Puede ser, pero se movió muy bien mediáticamente y ahí ve, se le fue dando mejor la cosa. La verdad es que el «Coqui» la armó bien, eso de las colectoras, de meter a todos.

P.: Lo que hacen ustedes en otros distritos.

N.K.: Como sea, la armó bien, juntó hasta la gente de Recrear. ¿O no lo han visto lo calladito que se quedó López Murphy? (Hace el gesto del cierre relámpago en la boca.) Ca-lla-di-to. ¿Pero sabe cuál fue la clave? Que hizo lo mismo que antes hacía Rozas. Si él también juntaba a todos los partidos y hacía la colectora. Ahora la armó bien Capitanich.

P.: Si gana, al final hereda una situación difícil.

N.K.: Ni me hablen. El Chaco tiene problemas gravísimos, miseria, me lo decía Alicia cada vez que iba para allá.

Aparece la senadora Cristina de Kirchner, con traje sastre de los actos con público, y hace un gesto, casi mudo, apenas un murmullo, que en el código de alcoba se traduce: «¿Qué estás hablando acá? Vamos, que se enfría la comida». Y parten los tres.

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