Eclipsado por esa especie de «rock star» que, según su definición, es Al Gore, el diplomático Gabriel Guerra Mondragón, uno de los actores clave de la campaña Hillary Clinton 2008, pasó por la Argentina para colectar «versiones» y dejar su lectura sobre el país en la era Kirchner.
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Factótum de la integración de Chile al ALCA, país donde fue embajador durante la gestión de Bill Clinton, Guerra Mondragón es en la actualidad jefe del comité de asesores de la campaña de la senadora demócrata para América latina y participa del área de Finanzas.
De visita por Buenos Aires, quiso conocer la percepción de opositores sobre el gobierno de Néstor Kirchner y, en una charla con empresarios y políticos, hasta lanzó un pronóstico: dijo que Cristina Fernández será la candidata y se alarmó por la crisis de los partidos políticos.
En su ronda se encontró el viernes por la noche con el ex presidente Ramón Puerta, en una tenida en la sede de envasadores de Coca-Cola de la que también participaron empresarios. Algo más de 1 hora y media dedicó el visitante a conocer la percepción de la oposición.
En los contactos que mantuvo en Buenos Aires, donde permaneció el fin de semana -Gore viajó en un avión privado a Chile y de ahí a Brasil, y en las próximas horas estará en París-, Mondragón buscó un prisma diferente del que reproduce el embajador de EE.UU. en Buenos Aires, Earl Wayne.
Gestor
Es, además, uno de los responsables de combinar un encuentro entre Hillary y Cristina Fernández (cita que la primera dama busca en secreto, pero niega en público). Otro, fuera del universo diplomático, es Juan Carlos Iturregui, presidente de la FIAD que estuvo también en el país durante el fin de semana y se movió en sintonía con Gore.
Iturregui es quien acercó al empresario argentino Julio Gutiérrez, motor de la cumbre sobre biocombustibles de la que participó el ex vice de EE.UU., al matrimonio Clinton. Gutiérrez fue, se cuenta, el único argentino en la convención demócrata que proclamó candidato a Clinton.
Entre lo que escuchó y lo que contó Guerra Mondragón se puede confeccionar el siguiente anotador:
Arriesgó, sin más elementos que el olfato, que la candidata del oficialismo será Cristina Fernández. Se movió, quizá, por sugestión ya que entiende -para eso le pagan, claro- que Hillary será la candidata demócrata y la primera presidenta mujer de EE.UU.
Sobre el caso argentino destacó lo obvio: el crecimiento económico; y se mostró intrigado e intrigante sobre otro punto previsible: las relaciones internacionales de Kirchner, en particular la relación con Hugo Chávez, pero globalmente cierto manejo displicente de la política exterior. En ese aspecto marcó un punto de atención en el vínculo bilateral con Estados Unidos y, para bajar las expectativas, repitió que Irak es el tema central en su país y lo seguirá siendo, con lo que América latina, según el libreto de Guerra Mondragón, seguirá relegada también en una eventual gestión de Hillary en las prioridades de EE.UU.
Dos aspectos sobre los que se mostró sorprendido: el conflicto, por ahora sin salida, con Uruguay y el deterioro de los partidos políticos en la Argentina, donde el PJ está intervenido por la Justicia -Puerta se explayó a gusto sobre ese punto ante el esfuerzo de Mondragón por entender esa diversidad inasible que para los extranjeros suele ser el peronismo- y el radicalismo, un partido centenario, fracturado porque un sector apoya al presidente de un partido opositor. El visitante confesó no entender esos devaneos.
Luego, para entretener a los comensales, relató que la relación entre Gore y los Clinton no es para nada fácil desde que el vice le « prohibió» a Bill Clinton que haga campaña en la competencia de Gore contra George W. Bush. El ex presidente y su esposa lo tomaron como una ofensa y desde entonces la relación está resentida. Aclaró, quizá como justificación, que el ex vicepresidente y fallido aspirante tampoco parece tener tiempo y ganas de perder tiempo y dinero haciendo campaña por Hillary porque eso implicaría descuidar su mayor y más rentable dedicación como denunciante del cambio climático, tema sobre el que disertó en Buenos Aires durante casi tres horas.
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