9 de octubre 2001 - 00:00

Pakistán: incidentes y purga de fanáticos en el ejército

Manifestantes queman multicine
Manifestantes queman multicine
Islamabad (ANSA, EFE, DPA, Reuters) - En una jornada marcada por manifestaciones de fanáticos musulmanes (no demasiado masivas pero muy ruidosas y algunas muy violentas) el presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, se libró ayer de un solo golpe de los generales más cercanos a los fundamentalistas islámicos.

Fueron removidos de sus cargos el jefe del servicio secreto -el poderoso Inter Service Intelligence (ISI)- Ahmed Mehmood; el del cuerpo de la Armada de Lahore, Mohammed Aziz Khan, y el vicejefe de Estado, mayor Muzzafar Usmani.

Se trata de los tres hombres que, según los observadores, constituían una suerte de «junta» en la que Musharraf era considerado un «primus inter pares».

Mehmood
, quien viajó dos veces a Afganistán el mes pasado, tuvo un papel clave en la lucha guerrillera contra la ocupación soviética de ese país en la década de 1980. Además, el ISI ayudó a crear el talibán. Por su parte, Khan y Usmani son considerados de línea dura, posiblemente con grandes simpatías por grupos militantes islámicos que combaten al gobierno indio en la disputada región de Cachemira, y por los talibanes.

La depuración en los altos rangos del ejército se produjo después de la detención del líder de las dos facciones de la Jamaat Ulema Islam (JUI), el más agresivo de los partidos integristas paquistaníes, Maulana Fazl ur-Rehman y Sami ul-Haq.

En una conferencia de prensa, Musharraf dijo que hacía ya tiempo que venía pensando las modificaciones en los altos rangos del ejército. Los hechos, agregó, forman parte de una reestructuración vinculada a la prolongación de su cargo como jefe de Estado Mayor, decidida en los últimos días.

«Pero la realidad»
-según Shaeed Rehman, analista paquistaní especialista en asuntos militares-«es que Musharraf se liberó de los fundamentalistas islámicos.» Mehmood, Aziz y Usmai estaban entre los organizadores del golpe de Estado que llevó al poder a Musharraf en 1999.

«Ahora Musharraf está en pleno control del ejército. La partida se juega a nivel de los generales. Por la tradición del ejército paquistaní, los soldados se limitarán a obedecer las órdenes de los superiores»
, dijo Rehman.

Sólo la eliminación física de Musharraf podría llevar a los integristas a abrirse camino en el ejército. Una movida en la que muchos en Pakistán consideran que Osama bin Laden está pensando muy seriamente.

De todos modos, no sólo en el frente militar tiene enemigos el jefe paquistaní: ayer el mufti
Nizamuddin Shamzai, líder integrista de Karachi, dio a conocer una «fatwa» -decreto-declarando la «guerra santa» contra el gobierno paquistaní. En la «fatwa», el mufti define a Musharraf como «un traidor que no tiene derecho a gobernar un país musulmán».

Shamzai es un líder popular entre los integristas paquistaníes: es presidente de la Al Rashid Trust -una organización de beneficencia acusada de tener relaciones con bin Laden-y es el fundador de la «madrassa» (escuela coránica)
Jamaat Islamiai-Arabya (JIA). Su llamamiento llegó horas después de que varios miles de manifestantes simpatizantes de Bin Laden salieran a las calles de ciudades paquistaníes para protestar contra los ataques aéreos de Estados Unidos contra Afganistán.

En los incidentes más graves, un fundamentalista resultó muerto y una decena herida en la localidad de Quetta, en una marcha convocada por el partido
Jamat Ulema Islam. Los fanáticos atacaron y saquearon una oficina de la UNICEF, un cine en el que se proyectaban films estadounidenses, un centro comercial y dependencias policiales. Las fuerzas de seguridad los dispersaron utilizando gases y balas de goma.

La manifestación tomó un decidido tinte xenófobo y antioccidental cuando los fanáticos atacaron con piedras el hotel
Serena, donde se hospeda la mayoría de los periodistas que cubren el conflicto para medios occidentales.

Confianza

En Peshawar, en cambio, las protestas fueron mucho más limitadas en número y en violencia, pero los 1.500 participantes gritaban consignas como «Osama es nuestro líder». También hubo movilizaciones en la capital Islamabad y Karachi.

Sin embargo, según los observadores, la mayoría de la población apoya la decisión de Musharraf de colaborar con Estados Unidos en la lucha contra los talibanes
. Claro que esta mayoría silenciosa no se ve, mientras que los extremistas llaman la atención una y otra vez.

Horas antes, Musharraf había expresado su confianza en que la operación militar angloestadounidense contra Afganistán sea de corta duración, y subrayó que no va dirigida contra el pueblo afgano, sino contra la red terrorista de Bin Laden.

En una muy larga rueda de prensa precedida por el rezo de versículos del Corán a cargo de un clérigo musulmán, el presidente -vestido con uniforme de general-subrayó que esos ataques no han tenido como objetivo el pueblo afgano, sino que se enmarcan
«en una operación de lucha antiterrorista», que Pakistán suscribe plenamente. «Al Qaeda no es más que una rama del árbol del terrorismo; hay que ir a las raíces», dijo.

Musharraf manifestó que
«los refugios de terroristas en Afganistán no son nada nuevo; durante todos estos años hemos pedido al régimen afgano que hiciera algo en tal sentido».

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