18 de octubre 2019 - 00:00

Por qué sube el dólar blue

El dólar blue acumuló una suba de 5,9% en lo que va de octubre. Justo el día en que el INDEC dio a conocer la inflación del mes pasado: 5,9%.

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Foto: Pixabay

El dólar blue acumuló una suba de 5,9% en lo que va de octubre. Justo el día en que el INDEC dio a conocer la inflación del mes pasado: 5,9%. Una coincidencia que confirma lo que suele ocurrir entre la evolución de los precios y la cotización de la moneda extranjera. Antes o después, el deterioro del valor del peso se refleja en el precio del dólar.

La cotización de la divisa norteamericana en el mercado mayorista hoy no es comparable. Está influenciada por los controles de cambio, que limitan el acceso a los dólares, y por las intervenciones del Banco Central en el mercado, con ventas de reservas, a razón de u$s100 millones diarios promedio.

Los precios que se tienen en cuenta son el informal, o los alternativos, el dólar Bolsa, o MEP (Mercado Electrónico de Pagos), y el “contado con liquidación”, que surgen del arbitraje de bonos soberanos o acciones y ADR de empresas argentinas que cotizan simultáneamente en Buenos Aires y en el exterior. Aunque el precio que surge de este arbitraje también fue alterado por las diversas regulaciones del BCRA y de la Comisión Nacional de Valores (CNV), que obligan a añejar bonos o dólares varios días antes de poder realizar las operaciones.

Con más correlación en el blue, pero con presión alcista también en los otros mercados, el dólar se desperezó. Y detrás de este despertar hay dos razones. Lo que ocurre hoy y lo que se cree que sucederá a partir de mañana. Ambas están relacionadas con un elemental modelo predictivo que los argentinos desarrollaron, a través de años de experiencias traumáticas. Donde la víctima fue invariablemente el peso y los activos denominados en moneda nacional.

No hace falta ser versado en análisis técnico. El instinto de preservación patrimonial del común de la gente se agudizó por haber visto o sufrido pérdidas, consecuencia de devaluaciones, desagios, confiscaciones o reprogramación de vencimientos. El peso demostró cabalmente su incapacidad para cumplir uno de los atributos clave para ser considerado una moneda: no actúa como reserva de valor, del trabajo actual (salario, retribuciones), o de los ingresos pasados (inversiones).

Hoy se observa un cierto descontrol en materia de precios. Por caso, un queso untable de primera marca, en agosto costaba $119. El mismo producto en la misma góndola valía $166 el mes pasado. Y ahora, $192. La variación: 61,3% en poco más de dos meses. Desde el Gobierno se culpa por el elevado IPC de septiembre al salto cambiario posterior a las elecciones primarias. Es posible. Pero también se observa un comportamiento preventivo de las empresas, anticipándose a la información que fue emitiendo la política. Si se repitieran los resultados de las PASO el 27-O, es un secreto a voces que la fórmula del Frente de Todos intentará atacar el problema de la indexación a través de un pacto social.

En castellano, esto significa un congelamiento de precios y salarios, probablemente por espacio de 180 días, que implica el compromiso de empresarios de eventualmente retrotraer las listas y no modificar los valores y de los sindicatos, la garantía de una tregua en los reclamos. No se sabe qué es lo que llevará el Estado a esa mesa del acuerdo. Aunque probablemente la oferta pase por las tarifas.

Matías Kulfas, referente económico de Alberto Fernández y posiblemente su ministro de Hacienda, anticipó que se buscará financiamiento para renovar vencimientos de deuda. Algo prematuro, cuando todavía está pendiente la reestructuración de la deuda soberana. Y los mercados no parecen tener la mejor predisposición con los papeles argentinos, a la luz de lo que viene ocurriendo con los precios de los títulos públicos, cuya paridad promedia 45%.

El hombre de a pie intuye que hay un problema. No sabe que las reservas de libre disponibilidad están apenas por encima de u$s 9.000 millones. Tampoco que los dólares del FMI para atender eventuales emergencias presupuestarias bajaron casi a la mitad y el saldo está en u$s4.000 millones. No le hace falta comparar esos recursos con los vencimientos de deuda. Son unos u$s20.000 millones hasta marzo. Las señales que emiten las autoridades, sugiriendo una rápida renegociación de la deuda o tratando que el FMI desembolse el tramo pendiente del stand by, no son tranquilizadoras. Faltan dólares hoy y mañana serán aún más escasos.

Un tercio de oferta de dólares al mercado la provee el BCRA. Los exportadores, obligados a ingresar y liquidar divisas en plazos breves, e imposibilitados de recomprar las divisas en el circuito oficial, prefieren postergar las operaciones comerciales. Los importadores anticipan pagos previendo que probablemente se endurezcan los controles de cambio. Los bancos se cubren, dentro de las restricciones normativas, mientras corren rumores de una conversión de Leliq en un bono a largo plazo. Y las personas humanas hacen uso de la franquicia de u$s10.000 mensuales.

Ninguno habló de reducir el gasto. Por el contrario. Este Gobierno lo aumentó con las medidas de contención social y alivio a la clase media. Y la oposición apunta a movilizar la economía inyectando más dinero a los consumidores, comenzando por estatales y jubilados. Sin nuevo crédito, la manera de financiar la puesta en marcha de la actividad y el consumo pasa por la emisión monetaria. Al amparo de la Teoría Monetaria Moderna (TMM), que dice que la emisión no genera inflación. Eso funciona si hay demanda de dinero. No es lo que sucede hoy. Si la gente no quiere tener pesos, la expansión monetaria va directamente a precios. Esto es, más inflación. Y como el dólar es un precio más de la economía, antes o después, su cotización terminará reflejándolo.

La reacción intuitiva y natural es la de buscar refugio patrimonial. Un exviceministro de Economía lo graficaba con esta analogía. “El turista está en África en un hotel 5 estrellas. Se anima y sale a dar una vuelta por la selva. Pero apenas oye el rugido de un león, vuelve corriendo al hotel, se encierra y difícilmente vuelva a salir”.

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