15 de junio 2016 - 14:48

Por segunda vez, detectan las ondas gravitacionales que predijo Einstein

Por segunda vez, detectan las ondas gravitacionales que predijo Einstein
El Observatorio estadounidense LIGO consiguió detectar por segunda vez el eco de ondas gravitacionales provocadas en este caso por la colisión de dos agujeros negros, informaron los científicos con motivo del congreso anual de la Sociedad Astronómica Estadounidense.

El Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO) detectó las ondas gravitaciones generadas por la colisión de dos agujeros negros a unos 1.400 millones de años luz de la Tierra, explicaron los investigadores en San Diego. Los resultados serán publicados en el próximo número de la revista especializada "Physical Review Letters".    

La primera comprobación directa de la existencia de ondas gravitacionales tuvo lugar en septiembre del año pasado, también gracias a LIGO, y fue anunciada en febrero en medio de una enorme expectación. Entonces se fusionaron dos agujeros negros que tenían 29 y 36 veces más masa que el Sol.    

La segunda detección tuvo lugar el pasado 26 de diciembre, pero no se anunció hasta hoy. Fue protagonizada por dos agujeros negros de 14 y 8 masas solares, respectivamente, que giraban cada vez más rápido uno en torno al otro hasta fusionarse en un único agujero negro de 21 masas solares. La masa solar restante fue irradiado en forma de energía de ondas gravitacionales.    

La existencia de ondas gravitacionales fue predicha hace un siglo por Albert Einstein en su Teoría de la Relatividad General y era el único aspecto de esta que todavía no se había confirmado.    

"Con esta segunda observación estamos realmente en camino hacia una verdadera astronomía de ondas gravitacionales", señaló el profesor Karsten Danzmann, director del Instituto Max Planck para Física Gravitacional de Hannover (Alemania). "Ahora podemos empezar a estudiar un sinnúmero de fuentes de la desconocida parte oscura del Universo", añadió.    

Las ondas gravitacionales no pueden observarse a simple vista, como tampoco las fuentes o cuerpos que las originan. Dichas ondas se producen cuando las masas se aceleran y comprimen y estiran el espacio. Se propagan en el vacío a la velocidad de la luz y distorsionan el espacio-tiempo, de forma parecida a las ondas que produce una piedra que se lanza al agua.    

Las ondas son mayores cuándo más masivos son los cuerpos o fuentes que las provocan. Aun así, son tan pequeñas que no han podido ser detectadas hasta que se han construido instrumentos tan potentes como LIGO.    

Este observatorio fue creado especialmente para intentar comprobar de forma directa la existencia de las ondas gravitacionales. Consiste en dos brazos perpendiculares que miden cada uno cuatro kilómetros de largo. En el interior hay rayos láser con los que se miden de forma extremadamente exacta los cambios que se producen en el largo de los brazos.    

Si las ondas gravitacionales lo afectan, los brazos se comprimen y alargan de forma diferente en una medida ínfima, hasta ahora indetectable, pese a que los láseres consiguen medir transformaciones unas 10.000 veces más pequeñas que el núcleo de un átomo de hidrógeno.    

Al contrario que con la primera comprobación, en este caso los investigadores no sólo pudieron observar las cuatro últimas vueltas de los agujeros negros, sino que fueron testigos de cómo se rodeaban el uno al otro 27 veces antes de fusionarse.    

"Debido a que la masa era menor que la de la primera observación, estuvo más tiempo en la zona sensible de los detectores, alrededor de un segundo", explicó la portavoz científica de LIGO, la profesora Gabriela González, de la Universidad Estatal de Luisiana. "Es un comienzo muy prometedor para cartografiar la población de agujeros negros de nuestro Universo", agregó.    

El próximo año el detector italiano-francés Virgo se unirá a las dos antenas de LIGO, lo que permitirá detectar mejor la ubicación de las fuentes de las ondas gravitacionales gracias a una técnica óptica de medición de distancias, la triangulación.    

También hay otros proyectos en marcha destinados a detectar ondas gravitacionales. Uno de ellos es el Square Kilometre Array (SKA), un proyecto internacional para la construcción del el mayor radiotelescopio del mundo. La misión europea "LISA Pathfinder", por su parte, está llevando a cabo investigaciones para crear un observatorio espacial que capte ondas gravitacionales.  

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