3 de abril 2005 - 00:00

Emocionante despedida en Catedral Metropolitana

Minutos después del anuncio oficial de la muerte del papa Juan Pablo II, la Catedral de Buenos Aires se llenó de feligreses que se acercaron al templo para orar por el descanso del jefe de la Iglesia católica.

Cuando se conoció la noticia, decenas de personas estaban escuchando misa en el templo situado en uno de los bordes de la Plaza de Mayo y recibieron la noticia con emoción y pesar.

Las campanas comenzaron a sonar y se hizo un profundo silencio en el que los fieles repitieron sus ruegos por el Santo Padre.

"Fue un momento muy emocionante. El Papa era un hombre muy querido, no sólo por los católicos sino por toda la humanidad", dijo el rector de la Catedral, Jorge Junor.

Añadió que, según lo previsto hasta esta tarde, la ceremonia central de despedida al Papa en Buenos Aires se hará el próximo lunes, con una misa que se celebrará en la Catedral y con la asistencia del cardenal Jorge Bergoglio, uno de los que estará en Roma durante el proceso de selección del nuevo Pontífice.

Los asientos y las naves de la Catedral estaban colmadas de público y el ritmo de ingreso al templo a esa hora era intenso.

"Yo estaba en la catedral en el momento en que se conoció la noticia de la muerte del Papa. Hubo confusión primero, algunos llantos pero por sobre todo un hondo pesar", contó Hilda, quien acotó que se acercó a rezar porque Juan Pablo II era "un ser que nos dejó un legado muy importante".

Alfredo, otro de los que ingresó al templo, confesó que es ateo pero que quiso "rendirle homenaje al Papa" porque "fue una gran figura de estos tiempos. Más allá de la cuestión religiosa dejó una gran impronta por su trabajo en favor de la paz".

Mucha de la gente que presenció la misa de las 16 y que se retiraba de la Iglesia cuando murió el Papa volvió sobre sus pasos y comenzó a rezar rosarios en memoria del Pontífice.

"Bueno, por fin, así dejó de sufrir", exclamó aliviada una mujer. El rector de la catedral señaló que el silencio que se sintió en las inmediaciones del templo "fue impresionante".

"Juan Pablo II era un hombre muy querido no sólo por los católicos sino por toda la humanidad. A veces cuando tenemos un ser querido al lado no lo valoramos y recién lo hacemos cuando se nos va", dijo Junor.

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