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Hace un año renunciaba Carlos Alvarez
"Mi renuncia debe tomarse como un acto de lealtad: no soy parte de ninguna pulseada por el poder y no me empuja ningún ánimo de debilitar la figura presidencial", fue una de las frases que eligió el 6 de octubre de 2000 Alvarez para comunicarle a los argentinos que había decidido renunciar, rodeado de dirigentes del Frepaso que hoy ya perdieron identidad política.
Poco después algunos de esos dichos quedaban contrariados por una realidad que lo mostró cada vez mas alejado del presidente y cada vez más cerca de los opositores al Gobierno.
Ahora queda a la luz que la tarde en que Alvarez se atrincheró en su departamento de Palermo, la Alianza gobernante comenzó a dejar de existir como tal y De la Rúa tuvo que empezar a pensar en cómo recomponer políticamente su gestión.
Ya no importó, entonces, que los coletazos de la renuncia de Alvarez hayan obligado a renunciar a algunos funcionarios como Alberto Flamarique y Fernando de Santibañes, ambos protagonistas del escándalo del Senado--, sino el nuevo dibujo político que llevó a De la Rúa a abandonar la Alianza original.
Tiempo después fue el turno de Rodolfo Terragno, Graciela Fernández Meijide y, más tarde, Federico Storani todos fundadores de la coalición UCR-Frepaso--, mientras que Raúl Alfonsín comenzó a cuestionar cada vez con más frecuencia las políticas del Gobierno al que había ayudado a conformar.
Fue el tiempo, en medio de esa confusión política, de la supremacía de Chrystian Colombo, Patricia Bullrich, el Grupo Sushi --con Antonito De la Rúa a la cabeza-- y de un grupo íntimo de funcionarios como Adalberto Rodríguez Giavarini y Héctor Lombardo, en quienes el Presidente se refugió para capear la tormenta que había desatado la intempestiva renuncia de Alvarez.
En ese escenario, Alvarez pugnó de todos modos una vez más por volver al Gobierno cuando deslizó que podría ser jefe de Gabinete de la mano de Domingo Cavallo como ministro de Economía, tras un fugaz paso de Ricardo López Murphy por la cartera.
Cavallo llegó al Gobierno, pero Alvarez no porque pese a que lo intentó, el presidente lo bochó y entonces su última jugada fue renunciar a la presidencia del Frepaso para pasar casi al ostracismo político del que emergió sólo en las últimas semanas por algunas horas para expresar sus simpatías por el ARI de Elisa Carrió, casualmente, la principal competencia electoral de la Alianza.
Un año después, Alvarez parece haber desaparecido de la escena política y el Gobierno del que él formó parte esencial sigue preso de la escalada del riesgo país, ese indicador que los argentinos conocieron masivamente tras su renuncia a la Vicepresidencia.
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