9 de septiembre 2001 - 00:00

Tenis: Venus Williams bicampeona del Abierto de EEUU

La estadounidense Venus Williams se convirtió ayer en campeona del Abierto de tenis de Estados Unidos por segundo año consecutivo al derrotar a su hermana Serena por 6-2 y 6-4 en la primera final de Grand Slam entre hermanas desde Wimbledon 1884.

"Te amo", le dijo Venus a su hermana al abrazarla en la red tras una hora y nueve minutos de una final que le dio a los 21 años su cuarto título de Grand Slam. Luego, ambas se sentaron juntas y comentaron brevemente el partido. La de ayer fue la primer final de la historia del Grand Slam entre jugadoras negras.

"Para ser honesta, he sido bendecida por Dios, estoy tan feliz de estar aquí y tener salud... Siempre que juego aquí hay viento. Hay cosas buenas y malas, siempre quiero que Serena gane, esto fue raro, yo soy la hermana mayor, me ocupo de ella, quiero que esté bien. La amo... Es duro, pero la quiero tanto...", dijo Venus en el estadio tras su victoria.

"Las hermanas jóvenes siempre miramos a las mayores y siempre queremos ganar porque son mayores y queremos ser como ellas. Estoy desilusionada, pero no tanto. Venus ganó, yo soy joven, sólo tengo 19 años -bromeó, ya que tiene 20- y muchos torneos por delante", aseguró la menor de las Williams, campeona del torneo en
1999, mientras Oracene, su madre, reía en el palco, y Richard, su padre, estaba supuestamente en su casa de la Florida tras abandonar sorpresivamente Nueva York.

El espectáculo comenzó mucho antes de la final, con un coro mayoritariamente negro entonando una combinación de gospel y temas de comedias musicales con "Celebration" como final antes de que hicieran su entrada al estadio Arthur Ashe las hermanas Williams, ambas sonrientes y con un ramo de flores en sus manos.

El estadio se unió en un aplauso general, que se repitió cuando ingresó uno de los iconos del pop estadounidense, Diana Ross.

En una noche ventosa y fresca, Ross en tonó "Dios bendiga a América", saludó a Venus, vestida de blanco, y abrazó a Serena, vestida de amarillo y mucho más entusiasmada que su hermana con el espectáculo que estaban viviendo.

La televisión retrasó unos minutos el inicio de la final, que se trasmitió por primera vez en la historia en el horario de máxima audiencia. Una enorme bandera estadounidense fue desplegada como colofón de un espectáculo que se cerró con fuegos artificiales y un
estadio repleto de humo.

La primera final de Grand Slam de dos hermanas desde Wimbledon 1884 y la primera entre jugadoras negras en toda la historia convocó a muchos famosos, entre los que se contaron el rapero Puff Dady, las actrices Candice Bergen, Sarah Jessica Parker, Hillary Swank y Mary Tyler Moore, el multimillonario -siempre abucheado- Donald Trump y el manager de los New York Yankees, Joe Torre.

También estaban el máximo responsable de la NBA, David Stern, y la familia Jackson, aunque sin Michael, los actores Macaulay Caulkin, Matthew Broderick, Robert Redford y Matthew Modine y la actriz Helen Hunt.

Serena comenzó mejor, y tras ganar su servicio estuvo varias veces a punto de quebrar el de su hermana, pero finalmente no pudo hacerlo. Su dominio se diluyó, y en 28 minutos con demasiados errores de la menor de las Williams, Venus escribía el 6-2 a su favor.

La mayor de las Williams siguió siendo superior hasta colocarse 2-0, pero entonces la irregularidad se apropió de ella, y Serena se recuperó hasta igualar en dos y luego en cuatro. El partido ofrecía mucha más potencia que inteligencia, y el público disfrutó de pocos puntos lucidos.

Pero entonces Venus recuperó su nivel, quebró otra vez el servicio de su hermana y se llevó poco después el triunfo por 6-4 para sumar su segundo título de Grand Slam de la temporada tras Wimbledon, igualando los dos triunfos de su compatriota Jennifer Capriati en Australia y Roland Garros.

Venus defendió así sus dos torneos de Grand Slam ganados hace un año, se llevó un cheque de 850.000 dólares como premio -el doble que su hermana- y se instala como firme candidata al título de campeona mundial y a suceder a la suiza Martina Hingis, que sigue siendo matemáticamente la número uno, pero ni ella misma reclama esa
posición, ya que en enero cumplirá tres años sin ganar torneos de Grand Slam.

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