28 de octubre 2019 - 01:24

Indumentaria: de la tormenta actual al Polo Exportador 2028

Drescher, de la CIAI. “En 8 años queremos exportar us$1000 millones al año, incluyendo las industrias textil, de calzado y marroquinera”

Drescher, de la CIAI. “En 8 años queremos exportar us$1000 millones al año, incluyendo las industrias textil, de calzado y marroquinera”

La fabricación y el comercio de indumentaria sufrieron una tormenta perfecta en el cuatrienio 2016-2019. Por un lado, con una combinación de malas políticas macroeconómicas que derivaron en una dramática caída del consumo, a lo que se agregó un importante aumento de los costos de producción (energía e insumos importados fueron los más notables). A ello se sumó un nivel de tasas de interés incompatible con la producción, más una enorme carga impositiva con tributos que, como agravante, desincentivaron la inversión y las ventas.

A este panorama interno se adicionó una administración del comercio mal realizada, por varias vías: por un lado, se realizó una apertura indiscriminada. Y a ello se agregó un dólar artificialmente bajo durante largos meses del cuatrienio, lo que generó mayor importación por los canales tradicionales y una abrupta suba de la compra de ropa en viajes al exterior. Otro aspecto negativo fue la ampliación de los topes en los sistemas de puerta a puerta con proveedores del extranjero. Las consecuencias de todo esto están a la vista: la fabricación de indumentaria presenta a fines de 2019 una aguda caída de la producción y una altísima capacidad ociosa, y se acumulan por decenas las empresas que cerraron sus puertas o redujeron verticalmente su actividad. Como consecuencia, en el sector se destruyó empleo formal e informal hasta niveles nunca vistos.

A pesar de todo esto, los fabricantes argentinos de indumentaria somos optimistas. Creemos que se abren excelentes oportunidades para nuestro sector en la nueva etapa, con énfasis en diferentes ejes. En primer lugar, el aumento de la productividad y la incorporación de tecnología. Debemos dejar atrás el proteccionismo extremo o los secretarios de comercio todopoderosos. Queremos y sabemos competir, solo necesitamos reglas claras, una macro que nos acompañe, y previsibilidad.

En segundo lugar, queremos impulsar un sector manufacturero argentino que sea sustentable, considerando el triple impacto de la actividad: en primer lugar, obviamente, el crecimiento de la producción y de la rentabilidad de las empresas. Pero también que respete las pautas ambientales del desarrollo, dado que nuestra industria es la segunda más contaminante del mundo. Y tendremos un especial cuidado sobre el tercer impacto, el social, en una actividad muy demandante de mano de obra, pero a la vez muy propiciadora de la precarización laboral.

Justamente, el tercer eje de nuestra estrategia a futuro apunta a ir desarmando la informalidad del sector. Propuesta que no queremos denominar bélicamente como “combate”, sino como “integración paulatina”. Creemos que los pequeños empresarios y sus trabajadores, que hoy operan fuera del sistema formal, pueden ir paso a paso sumándose a las empresas que operamos en la formalidad. Y lo mismo puede ocurrir con los vastos corredores comerciales que operan en aquel circuito.

Por último, queremos crecer también fuera de nuestras fronteras. La indumentaria argentina posee virtudes como ningún otro país de América Latina, que la colocan en el Top 30 mundial en muchos aspectos, a saber: capacidad empresarial; calificación de la mano de obra; adopción de tecnología; RR.HH. en diseño textil y de indumentaria; proveedores con experiencia y flexibilidad; construcción de marcas; segmentación y sofisticación de mercados; sustentabilidad de la materia prima. Así, fuimos capaces de alcanzar los u$s200 millones de ventas externas al año, aunque luego decaímos muchísimo producto de las malas políticas. Pero esas virtudes y esa vocación persisten, pese a todo. En ocho años, queremos alcanzar los u$s1000 millones de exportaciones anuales, incluyendo las otras actividades vinculadas –industrias textil, de calzado y marroquinera. Y constituir de ese modo un potente polo exportador y superavitario en divisas. Para lograrlo necesitamos un consenso exportador de largo plazo –acordado entre el gobierno y buena parte de las fuerzas políticas y sociales- y un tipo de cambio competitivo, que nos permita generar planes de exportación sostenibles en el tiempo.

Por Claudio Drescher, presidente

de la Cámara Industrial Argentina

de la Indumentaria (CIAI).

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