18 de noviembre 2005 - 00:00

¿Qué busca Ibarra yendo a juicio?

El político cordobés Germán Kammerath sostiene una peculiar teoría: un funcionario jamás debe renunciar e irse, por más acoso y presiones a que se encuentre sometido; debe cumplir siempre su mandato hasta el último día. En caso de llegar al final, alguna vez podrá regresar al poder. Si en cambio renuncia, nunca más vuelve. Recuérdese que, como intendente de la capital mediterránea, Kammerath soportó manifestaciones y huelgas reprimidas con gases y balas de goma, en medio de acusaciones -al parecer vastamente fundamentadas-en el verano de 2002. Pero las soportó hasta el final. No está comprobado aún que regrese, pues su gestión anterior al frente de la Secretaría de Comunicaciones también recibió cuestionamientos, aunque existe la posibilidad. Al menos nadie habla sobre él. De acuerdo con su teoría, Raúl Alfonsín o Carlos Chacho Alvarez nunca podrán volver a los primeros planos de la política nacional.

Quizá estas ideas impulsen hoy a Aníbal Ibarra a porfiar en mantener su cargo, cuando para el común de los individuos y la mayoría de los analistas es un cadáver político. Por mucho menos que Cromañón, a Facundo Suárez Lastra la gente lo condenó al limbo al parecer de por vida. Este radical asumió muy joven (33 años), comenzó las obras para el subterráneo en avenida Cabildo, y las paralizó durante casi una década. El mes pasado se presentó a elecciones para diputado y obtuvo 1,8 por ciento de los votos.

La Ciudad bajo el ex fiscal Ibarra es bastante caótica, con huelgas, marchas, piquetes, baches, proliferación de carteles, ruido, mugre, gases, paralización de centros culturales, abultado gasto político superfluo, violencia, secuestros, robos, casas tomadas, incrementos impositivos, Justicia lenta, demoras de tránsito, accidentes y expansión de asentamientos ilegales. De no haber existido Cromañón, resultaría de todas maneras poco viable un buen futuro en la actividad pública para este frepasista. Ni siquiera el título de incorruptibilidad que enarbolaba el partido puede adjudicársele a su gestión. Además, en el aspecto social, ubicó a su hermana en el Parlamento.

•Conveniencia

Las tormentas y situaciones límite que sufrió la metrópoli tampoco lo ayudaron. Sin embargo, nada de esto parece hacerlo cejar en su actitud. Para muchos debió renunciar hace largo tiempo, cuando su absurdo plebiscito fracasó de manera bochornosa.

Puede convenirle al gobierno nacional que prosiga la lucha, para no entregar un bastión como Buenos Aires a los opositores, pero nunca a
Ibarra personalmente.

En cuanto a la tragedia de la discoteca, sea expresado esto en forma clara, difícilmente le quepa alguna responsabilidad penal. Al ser el jefe máximo de los inspectores, la más importante autoridad a cargo de Bomberos y habilitaciones, el encargado último de supervisar que la Ciudad funcione de manera ordenada, resulta obvio que debe entregar su puesto. Pero de allí a que sea responsable penalmente por las muertes, media una diferencia enorme
.

Chabán debió verificar las salidas de emergencia y cambiar los cables que rozaban el cielo raso, debió instrumentar aislamiento ignífugo, los inspectores no deberían permitir que funcionaran lugares así, ni Bomberos ni Policía habilitarlos, y los encargados municipales deberían ocuparse de revisar sitios de alta concurrencia y peligrosidad.

Una cadena de dineros malhabidos recorre seguramente el caso. Del otro lado, nadie se explica cómo una mujer joven puede asistir a un recital de rock en un local cerrado con un bebé, y dejarlo en una guardería improvisada en los baños
.

Esto pertenece a la modernidad, no se vio jamás en la historia argentina y habría que investigar si en el mundo.

Tampoco se entiende cómo permitía Chabán el ingreso de bebés a una discoteca donde se fuma, se arrojan bengalas, la música atruena.

¿Y la Policía?
Nadie palpaba a los ingresantes para decomisarles pirotecnia.
Existen responsabilidades repartidas entre muchos.
Aníbal Ibarra es uno, aunque el más visible por ser intendente de la Ciudad. Y como la Argentina se cura siempre luego de alcanzar los extremos, ahora quien asista a una fiesta de casamiento observará que se prohíben las velas en los centros de mesa, abundan los matafuegos por todas partes, hay más carteles indicadores de «salida de emergencia» que invitados; la habilitación de Bomberos para un local requiere de severas inspecciones, se instalan mangueras hasta en el delta de Tigre, y en las discotecas el rubro seguridad y prevención de incendios ha trepado al número uno.

Nadie se explica qué busca
Ibarra con su actitud, pero si optara por acceder al llano, se defendería lejos de presiones políticas y saldría bastante indemne de las peores acusaciones. Sería lo más racional, porque haga lo que haga su futuro político se vislumbra como nulo.

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