Hay historias imposibles de arruinar. Por ejemplo, “La pata de mono”, de W. W. Jacobs, perfecta fábula sobre tres deseos que deben ser pedidos de modo sensato, un asunto que en las manos de Stephen King se convirtió en su novela más terrorífica, “Cementerio de animales”. Mary Lambert dirigió la formidable película de los 80 con un foco implacable en lo relativo a los niños, sus mascotas y sus padres. Más allá de todo debate, el “Cementerio de animales” de Lambert no tendría por qué ser motivo de una remake. Pero aquí está la nueva “Pet Sematary”, con un actor estupendo como John Lithgow a cargo de explicarnos eso de que “a veces la muerte es mejor”.
Remake de King bien actuada y filmada, pero innecesaria
La estupenda actuación de John Lithgow es uno de los puntales de esta recreación.
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El argumento sobre un cementerio indígena capaz de revivir a los muertos a unos pocos metros de una autopista transitada por camioneros negligentes ahora tiene varios detalles pintorescos, más floridos que lo necesario. La trama se desvía un poco para intentar despistar el asunto, algo casi imposible para todo aquel que haya leído o visto el “Cementerio de animales” original.
A favor de esta nueva versión, la fotografía y la dirección de arte son notables, y cada tanto los codirectores se las arreglan para armar algún clima terrorífico digno del libro de Stephen King.
“Cementerio de animales” (“Pet Sematary”, EE.UU., 2019). Dir.: K. Kölsch, D. Widmyer. Int.: J. Clarke, A. Seimetz, J. Lithgow.
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