29 de octubre 2019 - 09:56

Se viene una economía establecida desde la política

La de Alberto Fernández se perfila como una gestión que deberá enfrentar enormes desafíos en materia económica. Con qué herramientas cuenta y cuáles serán los principales escollos.

Alberto Fernández dando su primer discurso como presidente electo, tras conocerse los resultados electorales.
Alberto Fernández dando su primer discurso como presidente electo, tras conocerse los resultados electorales.
Imagen: Noticias Argentinas.

A pesar de la vulnerabilidad económica con la que se alista Alberto Fernández, podrá ganarse a los ciudadanos damnificados utilizando los canales directos construidos entre 2003-2015, sin mayor mediación institucional y desligándose de supuestos tutores y compromisos previos, endilgados por sus enemigos. Tras las reformas que emprenderá habrá cambios positivos. Vuelve una economía de producción y trabajo que genera recursos. Hoy las empresas no pagan impuesto a las ganancias porque pierden. El IVA de $100 es $21, pero el IVA de $150 es $31.50. Más ventas, más recaudación, menos déficit fiscal primario. No habrá música de reformas estructurales, como las que tararea el FMI y nuestros economistas vernáculos en karaoke. Así será como el Presidente logrará la popularidad y el rol de líder imprescindible para salir de esta tragedia.

El proyecto aglutina componentes y sectores unidos diversos sumados. Desde las fuerzas políticas peronistas que se habían distanciado, hasta los sectores del capital que vieron destruir sus patrimonios. A partir el comienzo se podrán verificar los cambios en el clima social, Alberto respira esperanza, así ejercerá el rol de un verdadero jefe, y rápidamente logrará la identificación con el ciudadano de a pie. Indistintamente, como lo hizo con Néstor en 2003, enfrentará con real capacidad de decisión los desafíos que implican la desigualdad social, de derechos, de recursos y, el déficit social.

La hora lo pone además en una oportunidad histórica. Alberto hará brecha junto con AMLO (López Obrador), dos de los primeros gobiernos latinoamericanos pos-neoliberales de este nuevo y desafortunado periodo dominado por esta corriente. Ya se vislumbra desde Ecuador y Chile, un proceso más amplio de crisis regional del neoliberalismo, que impulsará el acceso al poder de nuevos gobiernos que tomarán distancia de las políticas que lo convocaron. No obstante, como todos ellos, cada uno tendrá sus especificidades. Alberto tendrá que construir en torno a dos procesos. Las variedades intolerantes emergentes de la ascensión anti K 2015, que culminó en la derrota de agosto en las PASO, y los nuevos damnificados que la crisis ha hecho recapacitar, aquellos que habían desertado hasta 2015. Otra vez, su misión comienza, por un lado, en un contexto de fracaso económico-financiero y crisis social. Y por el otro, en un intento de recomposición y hostigamiento fenomenal de los que perdieron.

El proceso parte con la misma sintomatología de las crisis recurrentes auto infringidas del neoliberalismo. El reordenamiento económico será difícil y, el financiero también. Habrá una especie de transición, si es que Macri se niega a ayudar en estos 39 días. En ese caso, probablemente lo que pondrá más presión sobre el dólar será la pendiente resolución de la dimensión bancaria que prometen las LELIQ.

Todo esto, en un contexto desfavorable deparado por el comercio mundial, con mayores restricciones externas comerciales. Sin embargo jugará un papel importante la reactivación del aparato productivo, depositario de una capacidad ociosa aprovechable rápidamente. Posiblemente se dispongan obvias medidas de estimulo a la demanda agregada, mas una mejora en los ingresos, recortes de tarifas de los servicios públicos y precios de la energía y de las tasas de interés. Todo esto ayudará a las empresas y los particulares, de manera significativa, así como también, este tipo de cambio más competitivo aumentará la rentabilidad de los sectores productivos orientados hacia la exportación, que a su vez protegerá a los capitales menos competitivos, generando más exportaciones, y menos importaciones de productos sustitutos de producción nacional.

El gobierno de Fernández tomará medidas respecto a la salida de capitales. También con la cesación de pagos incurrida en el “reperfilamiento” de deuda del Estado argentino. Probablemente estén en borrador un conjunto de iniciativas diversificadas, para encarar de inmediato una reestructuración de deuda que haga viable el deseo expresado ayer al FMI, referente al pago de la deuda con los acreedores. Sus antecedentes como Jefe de Gabinete, ayudan. Ayer después del triunfo, en lugar de subir, bajo el dólar.

La recuperación económica permitirá tomar medidas en torno al desempleo que ha llegado a los dos dígitos durante la crisis y que ha sido relativamente mal asistido durante el gobierno de Macri. Las medidas que comenzaron con la extensión de la asistencia social y el pedido de ayuda a las iglesias y comedores, a medida que mejore la economía y aumente el empleo, irán cesando.

Con la incorporación de las demandas de la sociedad, que implica un arbitraje del Estado mucho más activo entre los intereses de los diversos reclamos, se iniciará un nuevo ciclo. Dada la extendida legitimidad de origen, Alberto-sacó 20% más de votos que la segunda opción-podrá llevar a cabo medidas que lo doten de una importante porción de legitimidad de ejercicio. Alberto trae un discurso que lo diferencia absolutamente del gobierno de Mauricio Macri. Seguramente aplicará procesos de resignificación, para mediar demandas de distinta índole. Todo esto va a ampliar el consenso alrededor de su administración, que durante el primer periodo de cuatro años, saldrá definitivamente de la crisis social que azota al país. Estas iniciativas serán acompañadas por la reestructuración de la deuda, la recuperación y expansión de la economía, en forma consistente con el retroceso de la pobreza y la indigencia.

Los resultados serán exitosos. Gracias a Dios, no deberá recurrirse a la represión que se aproximaba con Patricia Bullrich y Mauricio Macri. Sin embargo, la hegemonía no está en el lugar que supo construir Néstor Kirchner, ni existe un desendeudamiento como el que recibió Mauricio Macri, que garantice de antemano el financiamiento provisorio.

Las limitaciones políticas previas a 2015 -desunión peronista-, no estarán presentes. En el ámbito del movimiento popular, se logró reunificar y alinear todas las fuerzas, mayoritariamente detrás de Alberto. En lo sindical, se revitalizó la recomposición del vinculo funcional ente la dirigencia sindical y el ala política peronista.

Habrá que enfrentar sí, la generación de operaciones políticas-mediáticas y las divisiones entre organizaciones, fogoneadas por el anti-peronismo, que junto a la extrema izquierda y la extrema derecha, han sido responsables, consecuentes y funcionales con el desastre de la experiencia Cambiemos.

La restauración del bienestar general ha de ser exitosa, aunque lleve tiempo. Las medidas políticas al principio, van a ser mas forzadas por las circunstancias que por un plan, como lo fue la “Ley de Emergencia Alimentaria”.

Resumidamente, habrá mayor justicia social, y una política económica establecida desde la política, como corresponde. No elegimos ministros de economía, elegimos presidente. Todo lo que sucedió, comienza a entenderse por las consecuencias que ha dejado una crisis inédita por su composición y velocidad destructiva, que solo pudo evitar el final con estallido social, paradójicamente, como consecuencia de la derrota de Cambiemos en las PASO.

Solo la esperanza de un regreso a la sensatez y un retroceso de la insensibilidad patética de este periodo, han permitido que lleguemos hasta aquí en paz, sin tener que lamentar sucesos irreversibles.

(*) Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, Profesor de Maestrías, Conferencista y consultor internacional. Presidente de HACER www.hacer.com.ar , autor de 6 libros, con: “2001, FMI, Tecnocracia y Crisis”.

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