23 de diciembre 2005 - 00:00

Calidad y sobriedad signan la elegancia

Calidad y sobriedad signan la elegancia
El nivel de ventas de Etiqueta Negra hoy es muy bueno porque hay turismo, sino sería bueno», comenta con llaneza Federico Alvarez Castillo, uno de los empresarios del sector textil más destacados de los últimos tiempos, un hombre que ha sabido integrar el empuje emprendedor con la alta creatividad en el diseño, la comunicación y la producción de una ropa que parece informal y es de alta gama.Hay quienes piensan que el éxito de Alvarez Castillo es una cuestión de suerte pero, cuando la suerte se repite tan seguido, se llama talento. Acaso la conciencia de esa virtud lo lleva a considerar que «podría haber sido un buen chef, un buen arquitecto, un buen decorador, pero estoy en esto, desarrollo el negocio de la indumentaria y de la moda, aunque no pertenezco a ese círculo, no me inspiro en los canales convencionales». Y su inspiración se conecta muy bien con los sectores selectivos, en pocos años colocó a Etiqueta Negra entre las grandes marcas de la indumentaria masculina de élite. Algunos dicen que lo que es Marcelo Tinelli en TV, lo que es Alan Faena en hotelería, lo es Alvarez Castillo en ropa. Otros sostienen que es una reencarnación del rey Midas, y lo que toca se convierte en oro. A pesar de la contundente sencillez con que cuenta su historia («tuve una infancia dura, el nombre que hay hoy está creado por mí»), su vida está jalonada de etapas memorables.
«Empecé por casualidad a los 20 años, trabajando como cadete en el Departamento de Promoción y Publicidad de Fiorucci. Luego con una empresa propia, chiquita, de servicios de imagen y diseño a grandes empresarios. Uno, Alberto Cohen, que tenía una cadena de locales y estaba muy comprometido económicamente, me convocó para que le diera una idea para salir de esa situación. Le propuse tener una marca propia, que se llamara Mango y que tuviera como imagen una moto, una Harley como la que yo manejaba. Hicimos 200 jeans, que se convirtieron en 60 mil mensuales.» Allí comenzó una carrera empresarial que fue teniendo otras marcas como jalones: Diésel, Soviet, Motor Oil, Bowen, Via Vai. «Paula Cahen D'Anvers fue la última en la que hice asesoramiento. Paula es mi mujer actualmente, y esa marca la hicimos líder del mercado, y la vendimos al Exxel Group.»
Al mismo tiempo IBG (Internacional Brand Group), la división de indumentaria del Exxel, tomó a Alvarez Castillo como CEO en el manejo de Ralph Lauren, Kenzo, Gap, Armani, Banana Republic, Lacoste y Coniglio. «Hasta que llegó el momento que pensé que quería tener mi propia marca, con mi propio capital. Me asocié con Juan (Cahen D'Anvers), que tiene expertise administrativo y lanzamos Etiqueta Negra. Era a fines de 2001, había gente que me decía que estaba loco. Vivimos en la Argentina, somos jóvenes para retirarnos y no trabajar más: apostamos al país. Tuvimos mucha suerte, se reactivó muy rápidamente. Y encima llegó la ola del turismo. Aquí había marcas internacionales que se importaban con un dólar uno a uno. Después eran imposibles importarlas o ya no eran competitivas. Ahí había un lugar, nos metimos a reemplazarlas. Buscamos dar igual nivel de calidad, ser sinónimo de excelencia. Ahora es difícil que nos muevan. Ya tenemos siete tiendas y accedemos a los mejores proveedores del mundo, donde compran Prada, Armani, Saint Laurent. Algunas cosas las fabricamos acá, otras en Brasil y en Italia.»
Acaso por eso, hay quienes piensan que las ropas de Etiqueta Negra son importadas y, a la vez, ya hubo conversaciones para llevarlas a tiendas jerarquizadas del mundo. Acaso por una de esas cábalas, a las que son propicios algunos empresarios, Alvarez Castillo sólo declara que «se está negociando el tema con cadenas muy conocidas de Estados Unidos y Europa, pero queremos estar en el mismo nivel -sonríe- de nuestros competidores americanos, italianos, ingleses y fraceses».
Máximo Soto

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