11 de febrero 2008 - 00:00

Charlas de quincho

Cumpleaños en la laguna Garzón (cerca de Punta del Este), casi como despedida del verano. Una pequeña multitud desobedeció la consigna del homenajeado, pero se entretuvo en diálogos picantes. Por caso, la nueva relación entre el diario del monopolio y la pareja gobernante prenunciaría un cambio accionario en el grupo. También se charló sobre la ofensa radial que le dedicó una «madre» a un cacique radical, como si éste no hubiera padecido la misma tragedia que ella. Y de paso, se recordó un ambiguo pasaje de la autobiografía de un jefe militar que pidió perdón; este general (hoy funcionario) prefirió ocultar en su libro que ese pedido fue ordenado por el entonces presidente. Más cerca, en un restorán porteño, un grupo de peronistas anti-K se ensañaron con un ex ministro que volvió sin decir por qué lo llamaron. Veamos.

Carrera de kartings carrozados en la brasileña Costao doSantinho, con invitados «top». Previsible: la ganó MichaelSchumacher quien -según sus empleadores- rinde más queinvertir en tecnología.
Carrera de kartings carrozados en la brasileña Costao do Santinho, con invitados «top». Previsible: la ganó Michael Schumacher quien -según sus empleadores- rinde más que invertir en tecnología.
  • Una consigna poco respetada: asistir con un toque oriental, de la India. Exigencia mínima para el cumpleaños 65 del empresario Santiago Soldati, en su chacra de Rocha llamada El Capricho, a la cual adhirieron algunas damas mientras los caballeros se limitaron a usar una camisa blanca afuera del pantalón. Como si esa vestimenta les otorgara categoría de Gandhi. Bastante bambula en las damas, collares y adornos, ropa multicolor, como si lo hindú fuera Vasarely. Casi una despedida del verano la fiesta con los últimos habitantes argentinos de Punta del Este ya con la maleta pronta (dirían los uruguayos) en espléndida noche y excepción generosa de los responsables que se ocupan del traslado de los vehículos en la balsa de la laguna Garzón (imprescindible para llegar a la casa del cumpleañero): estiraron su horario hasta las dos de la madrugada por lo menos. Ese favor no se le niega a un vecino como Soldati, al cual el pueblo le agradece más de un aporte social.
    Es de imaginar el elenco ( algunas vacas sagradas, para cumplir con el requisito de la India) que atravesó la laguna -sólo 40 a 60 centímetros de profundidad en toda su inmensidad-, pasó el camino de tosca unos 18 minutos hasta las indicaciones de una senda iluminada con velas. Menos de 100 personas que se instalaron en una de las galerías de la casa, la que se abre a la piscina (la otra, al mar, suele ser inhabitable por el viento), atentasal laguito de la familia, a los bosques y a esa decisión de vivir en el fin del mundo como si no lo fuera. No es el único que opta por vacaciones silenciosas, aisladas, en lugares casi inhóspitos (a esta zona, dicen, lo van a traer a Eduardo Duhalde en los próximos días, interesado en la pesca del tiburón; allí, se sabe, es casi imposible bañarse -los vecinos que pretenden mojarse se atan con arneses sujetos a pilares de cemento-, debido a que, apenas ingresado al agua, se abren profundidades a pique, a los famosos pozos del tiburón, en los cuales desde la costa se puede pescar, de tanto en tanto, algún cazón).   

  • Llegaban los Fontán Balestra, Jorge Aufiero, Salvador Carbó, un Ricardo Fiorito afectado por su actuación en el torneo de golf del hebdo uruguayo «Búsqueda» que se completó a la mañana siguiente, también Carlos Fiorito, Bartolo Mitre (su mujer lucía un vistoso casquete blanco, quizás de inspiración nerhudiana), Freddy Carlés, la gastronómica María Podestá y Zsolt Agardy (emprendedores del edificio Acqua que hizo el talento caprichoso del arquitecto Vignoli), Bruno Quintana, Cecilia Züberbuhler, Jorge Pereyra de Olazábal y el radical Enrique Nosiglia con su mujer, pareja poco habitué a estas convocatorias puntaesteñas (recordar que en tiempos de la Coordinadora radical con Raúl Alfonsín, eran execrados aquellos que se cruzaban al Uruguay para veranear). Parco como siempre, alegó otro compromiso y partió antes del plato fuerte. Más bien contento: se le acercaron varios para solidarizarse, para acompañarlo por el agravio radial que le concedió Hebe de Bonafini en la semana, acusándolo de felonías políticas desde su atril de madre fundadora. Como si la desaparición del hijo de ella fuera más significativa que la de la hermana de Nosiglia, en los mismos tiempos, bajo el mismo imperio, como si el «Coti» y ella, en cierto momento histórico, no hubieran compartido la lucha por los derechos humanos. Olvidos notorios de una mujer acomodaticia.
    Igual, en la reunión, eran otras las historias a desarrollar mientras se recibía a los invitados con pisco peruano y vino. Nada de Oriente, salvo la invitación a las mujeres para que se aplicaran una suerte de lunar indio sobre la frente, a elegir entre varios colores, como un tercer ojo de la meditación, tántrico, bienvenido por todas aunque Mónica Parissier -la más producida de la fiesta al estilo Taj Mahal- casi no lo necesitaba: ella misma ya traía de su casa varios lunares. Lo singular es que ninguna mujer apareció con flores, ni en la ropa ni en el cabello, imprescindible en Delhi, como se sabe. Para comer, había que servirse en mesas con pequeñas y variadas tartas, luego unos pinchos con camarones, todo bastante módico y austero como la familia. Tal vez por la formación suiza de Santiago, quien siempre parece elegante y recién salido de la tintorería pero gastando el mismo traje crema y la corbata celeste. Con mínimo vestuario entonces, como Kirchner, pero calzándolo siempre como nuevo.

  • Había quienes se preguntaban por el desenfadado giro del diario «Clarín», ya convertido en vocero del matrimonio Kirchner como una suerte de boletín oficial (le conceden determinadas primicias, caso traspaso de Roberto Lavagna, o se sirven del medio para responder -como ayer- al semanario «Noticias» por la presunta holgazanería y desatención de Cristina con su cargo presidencial). ¿Cayó Néstor Kirchner en la misma red de los militares, Alfonsín, Carlos Menem, Eduardo Duhalde, quienes le cedieron privilegios al monopolio y, luego, éste los traicionó? ¿Kirchner no es más vivo que sus antecesores?, se preguntaban. ¿Acaso no tomó en cuenta estos antecedentes?
    La mejor respuesta: y si en lugar de ser Kirchner un dominado por «Clarín» ¿no habrá incurrido en algún tipo de asociación con el monopolio? ¿Tal vez un amigo empresario -como el caso de YPF- se interesó por un paqueteaccionario cuya conducción padece algunos inconvenientes desde la enfermedad de Héctor Magnetto? ¿O nadie -comentaba un presunto conocedor- se percató de que Julio De Vido ha reemplazado a Alberto Fernández en el trato con ese diario? Sin ofrecer ninguna prueba, al menos generó la sospecha de la noche entre numerosos rostros incrédulos.
    Llegó el plato fuerte -a repartirse en mesas cuadradas y redondas para 10 o 12 personas-, un pollo con arroz y chutney (bien preparado, ¿habrán hecho para todo el año, como corresponde?), también el obsequio de un invitado: tres chicas que no salieron de una torta, vestidas a la usanza hindú, agradables a la hora de exponer con ritmo (sobre todo, en el uso de las manos) las gracias al dios de su tierra (eran orientales, pero del Uruguay) por la siembra y la cosecha. Duró poco el espectáculo, a ver si Aufiero se ponía a meditar en voz alta. Hubo otros regalos, las clásicas bolsitas de marcas internacionales y la de una librería del balneario: más veraniego imposible.   

  • Atraía el ex presidente Luis Alberto Lacalle, quien competirá por la representación de su Partido Nacional a la Presidencia versus su conmilitón Jorge Larrañaga, quizá los únicos hoy en día con capacidad para complicar la sucesión del frenteamplista Tabaré Vázquez. Se remitía a decir que lo eligió el sector herrerista (el de su abuelo, claro, Luis Alberto de Herrera), al que él no le atribuye afinidad con el peronismo. Sí, reconoció, hubo simpatía porque mi abuelo -el líder blanco- bloqueó en el 49 el establecimiento de una base norteamericana en el Uruguay (una suerte de Guantánamo) y esas actitudes en un mundo aliadófilo (como los colorados uruguayos) le caían bien a un indócil Juan Perón, por entonces reputado de fascista en Washington. Al respecto, Lacalle recomendaba la lectura de un libro reciente, escrito por un ex ministro suyo, llamado «El año del león», con correspondencia e información secreta de aquel período.
    Casi evitó el humor y la charla cuando se lo volvió al tiempo en que el socialista Alfredo Palacios, como embajador de la Revolución Libertadora, llegó con traje blanco y chambergo a Montevideo para entrevistarse con Herrera. Los cuentos sobre este encuentro son memorables, para otros quinchos, quizás una vergüenza intelectual para quien fue el primer diputado socialista de la Argentina. Otro uruguayo atractivo, al menos para las mujeres curiosas, era el abogado Joaquín Reyes Delgado, defensor del poco responsable relacionista público «Gaby» Alvarez, que provocó con su automóvil el accidente y muerte de dos argentinos en la ruta. No contestaba siquiera si la confesión de «estaba drogado» actúa como atenuante o complicación en la carátula del juicio. También se mostraba otro abogado argentino, un tal López, más famoso por la transparencia de su casa en el balneario (llamada Gran Hermano porque se ve todo desde la ruta), que por su actividad.

  • Hubo postre (helado con frutos del bosque), torta, el happy birthday que encabezó Aufiero interrumpiendo el brindis del dueño de casa, breve baile y muchas fotografías que tomaban los hijos de Soldati, amenidades que el very polite aunque tímido anfitrión cuidaba hasta la excelencia, consintiendo a Fiorito en su idea de hacerse italiano, hablando de finanzas con un uruguayo experto como Pedro Baridón, aceptando comentarios de arte y de tango de Ricardo Estévez o compartiendo con Oscar Imbelloni -como si fuera cierto- que «ya nadie habla de política en este veraneo, es como si hubiera una resignación frente a ciertos hechos». Encubría, claro, buenos diálogos que generó el regreso de Lavagna al kirchnerismo con la infidencia de un piadoso comentario sobre el ex ministro: es que estaba solo, desterrado -explicaba-, ni siquiera hablaba con quienes lo acompañaron y ahora lo vuelven a acompañar, nadie lo llamaba por teléfono. La invitación de Kirchner fue como una resucitación, dijo. Con ese criterio de cadáver, no hay posibilidad de culpa.
    El universo femenino desmentía a quienes suponen que Punta del Este colapsó en febrero. Al contrario, sostenían, hay mucha gente, inclusive brasileños -clase media ascendente-, aunque con otros gustos y otros gastos. Menos lujo, más Mar del Plata. O Pinamar, si se quiere. Los hombres objetaban el mal tiempo, fines de semana con lluvia y pesadez, hasta que alguien irritó la llaga del caso Balza (Martín, general embajador en Colombia), quien postergó su testimonio en el juicio por la explosión de Río Tercero. ¿No es que quien esté procesado debe irse del gobierno?, interrogaba alguien que no parecía disponer de buena opinión sobre el militar. Para continuar otro, también en el mismo tenor: ¿Ustedes saben que Balza escribió un libro sobre su vida y, allí, se entretiene sobre el episodio por el cual se hizo más famoso: la aceptación de que el Ejército había cometido excesos en la lucha contra la subversión, por lo cual le pedía perdón al pueblo? Buena parte de los asistentes, ignoraba la inclinación novelesca de Balza y el libro, pero se concentraron en la continuidad del relato, sabroso por parte del testigo.   

  • Es que en su libro, Balza asegura que antes de decir lo que dijo -en el programa de Bernardo Neustadt- debió esconder el discurso de lo que iba a pronunciar, como si el gobierno al cual se subordinaba (el de Carlos Menem) pensara distinto que él sobre el tema de los militares y los guerrilleros. O sea, temía ser censurado, lo que no ocurrió antes ni después. Sin embargo, precisó el informante, Balza procedió en su momento según la doctrina que le impusieron desde la Casa Rosada, lo cual no menciona en sus memorias. Antes de ese mea culpa, sostenía, Balza fue citado por Carlos Corach (ministro del Interior) , junto a sus colegas de la Armada (Enrique Molina Pico) y de la Fuerza Aérea (Juan Paulik), más el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mario Cándido Díaz. Entonces, Corach les sugirió -a pedido de Menem- la conveniencia de algún tipo de rectificación sobre lo ocurrido con la represión en los años 70. Dijeron que lo iban a pensar, salvo Díaz, quien afirmó que él jamás se arrepentiría de lo que debió cumplir como soldado.
    Los titulares de la Marina y de los aviadores esquivaron la propuesta, mientras Balza -por el contrario- asumió el reclamo de Menem como propio. Entonces, si ésa fue la orden, ¿por qué -preguntaba- este hombre ahora dice que guardó su discurso, que nadie en el gobierno sabía lo que iba a decir si, inclusive, la asistencia al programa de Bernardo Neustadt la arregló el propio mandatario riojano? Interesante recuerdo, seguro para discusión. Más cuando Balza ya parece ajeno a la represión militar por la segunda ofensiva de Montoneros (al menos, así parece en la investigación judicial, posiblemente permisiva), tema que en el cumpleaños nadie quería recordar. No era lugar ni momento: finalmente, el padre de Santiago, el empresario Francisco Soldati, fue incendiado, baleado y asesinado por algunos de esos montoneros de la segunda generación en su regreso, crimen sobre el cual no hubo justicia ni la habrá. Al revés de lo que ocurre con los que fueron sus victimarios.

  • Temas menos trágicos, en cambio, se hablaron en el restorán La Raya, en pleno Palermo, santuario de radicales en estado jubilatorio y técnicos de fútbol que hibernan cuando no dirigen ( Merlo, Basile, Veira). Hacia allí partieron más de veinte peronistas que, al parecer, no comulgan con la futura conducción partidaria de Néstor Kirchner, y mucho menos desean ser cómplices de los cambios de destino ferroviario de Lavagna. Tanta convicción en lo que piensan se demostró a los postres: cada uno pagó su cuenta y el picante lugar, como se sabe, no contempla si sus clientes hace más de diez años se fueron del poder.
    Para las achuras y la colita se presentaron, entre militantes y curiosos, Moisés Ikonicoff, Carlos Grosso, Aníbal Leguizamón (hermano de la diputada preferida de los Kirchner), Teresa González Fernández (ex Solá), Ramón Puerta, Horacio Liendo, Juan Bautista Yofre, Abel Posse (con Lavagna, como siempre, pero tal vez con duda metódica), Ana Kessler, Pascual Albanese,y tres embajadores que no se pierden ningún llamado: Archi Lanús, Jorge Herrera Vegas y Federico Bartfeld. Cada uno hizo su speech, tipo psicodrama, con la referencia obvia al sol que derrite voluntades: Kirchner. Por supuesto, quien más habló -en mérito a que entre todos es el que está más tiempo alejado del poder- fue Grosso, desopilante en ocasiones. «Miren -explicó-, aquí cada uno juega su juego. A Kirchner le gusta contar y se la pasa contando. De noche cuenta plata, de día punteros. Lavagna es un lobo estepario y arregla por su cuenta. El «Colorado» De Narváez sólo sabe poner plata y pone plata. Los Rodríguez Saá aúllan a la luna y Puerta hace lo de siempre, entra y sale, entra y sale.»   

  • Estaba el misionero en la mesa y la «Colorada» González Fernández lo increpó: «¿Donde estás?». A lo que Puerta respondió: «Yo estoy aquí, en esta mesa, y lo que sale en los diarios son sólo operaciones. Yo estoy acá». Clima opositor que expuso Leguizamón: «No hay que participar en la interna, lo que quiere Kirchner es una joda. Quien participa, convalida a Kirchner, que se dedica a ocultar la realidad de que él gobierna y no Cristina» (muchos se preguntan si los Leguizamón no son como los Barrionuevo, ya que el sindicalista Luis brama y se pelea, mientras su mujer Graciela Camaño es la que arregla con los K).
    Tanta irritación igual motivó a Grosso para añadir: «Muchachos, no nos quedemos afuera de este puchero para que después nos usen de salsa». Y siguió: «Digo que no hay que quedarse afuera porque los que se van terminan con Carrió. Y ella tiene 10% de peronistas y 90% de radicales; al revés de Kirchner, que tiene 10% de radicales y 90% de peronistas». Era, claro, una bayoneta santacruceña en la reunión, a quien le replicó la «Colorada»: «Ocurre que los Kirchner humillan a la gente; de ahí que debemos dar pelea por la dignidad». Otro capítulo lo ofreció el ex diplomático Posse. Dijo ignorar la previa a la decisión de Lavagna -no me avisó, me siento liberado; apenas si me dejó un mensaje en el contestador diciendo: ¿Viste los diarios?. Después, enigmático, como anticipando un escándalo, agregó: En este pacto Kirchner-Lavagna hay cosas misteriosas que desconozco. Quien así habla, además de sospechar, sabe.

  • En otra parte, y congeniando para una nueva cita esta semana, alguno de los presentes puntualizó impresiones sobre la conducta de la Presidente en funciones. En verdad, dijo, en la Casa Rosada se atiende, en Olivos se gobierna. Es cierto, señaló, que funcionarios y personal están más a gusto con Cristina: trabajan menos que en tiempos de Néstor. Hasta ahora, ella va poco a la Rosada (dos veces por semana, tal vez por horario estival), y supone menos trajín que en otras épocas (Néstor hacía horarios completos). Se va a las diez de la noche, a más tardar a las once, llega cerca del mediodía y, si tiene entrevistas, un rato antes apenas. Cita a sus ministros en Olivos, pero éstos a veces se encuentran con el marido. Una diferencia a su favor, para aquellos a quienes les gusta controlarle los horarios: ella no duerme siesta, para él era una religión.   

  • También quinchos de Brasil, donde los argentinos recalan a pesar de los precios (mucho empresario pyme, comerciantes, algunos que se calzan la camiseta de Boca, eventualmente dicen «poyo» o «caniya» y, en general, no son educados con quienes los atienden). Estuvimos en Costao do Santinho, en Florianópolis, un 5 estrellas de lujo (5 piscinas, dos cubiertas, cancha de golf, ostras, jabalí, perdices, spa de lujo), muchos chilenos y curiosidades internacionales con frecuencia (de ahí que ganó 3 veces consecutivas el título de mejor resort). Este año, en un circuito vecino, organizaron una carrera de kartings carrozados (éste es el detalle) piloteados por Michael Schumacher, Felipe Massa, Rubens Barrichello, Jean Alessi, Nelsinho Piquet y otros famosos. Por si fuera poco, trajeron a la cantante Daniela Mercury y estuvo de visita Guga Kuerten, tenista de esa tierra que ganó más de una vez Roland Garros.
    La carrera la ganó Schumacher, un dotado: 1) nunca había corrido en moto y, la primera vez que se subió a una, estuvo a segundos del récord del circuito; 2) cuando le preguntaron al director de Ferrari por la razón del abultado salario que le pagaban al corredor, contestó: gastamos millones en tecnología para diferenciarnos en un segundo de otras marcas. Con Schumacher, en cambio, sacamos 6 o 7 segundos de diferencia. Es la mejor inversión.

  • De esas tertulias en el hotel se rescató la broma del titular de la asamblea cubana ( Ricardo Alarcón), quien -al contestar por qué no dejaban viajar a los cubanos al exterior- sostuvo: «Si todos los que quieren viajar en el mundo pudieran viajar, colapsaría el sistema aéreo». Broma de mal gusto e impensable para un devoto de Carlos Marx, ya que se entiende que aquel -como Alarcón- que es capaz de interpretar a Marx y a «El Capital», dispondría de una mejor inteligencia. También se comentaba la entrevista de Cristina de Kirchner con el general paraguayo Lino Oviedo: para los brasileños es obvia la decisión, pues Lula ya le había concedido tratamiento especial, está harto de los Chávez y de los Evo. No quiere, decían, un cura revoltoso en la presidencia del Paraguay.
    Los argentinos, entre tanto, se amparaban en un lector que se aferraba al voluminoso diario de Adolfo Bioy Casares sobre Jorge Luis Borges, quien relata 40 años de ambos, día por día.
    Explicaba el lector que ambos autores eran unos alacranes, despedazaban gente en sus diálogos, disfrutaban del chismorreo con el mismo esfuerzo que consumían en lenguaje y literatura. Señala que Bioy ataca bastante a María Kodama en el libro, quien -según él- castigaba a Borges con los silencios, lo cual es particularmente dañino en los ciegos. Y señala en el texto otra curiosidad poco conocida de Borges: cierta debilidad por dos tangos, «El Choclo» e «Ivette», y aunque despreciaban a Carlos Gardel, siempre lo escuchaban. De mago a mago, de zorzal hablante a zorzal escribiente.   

  • Vamos a terminar con un chiste sutil. Un hombre toma un avión en Nueva York con destino a San Francisco. Se sienta, y para su alegría ve que le tocó al lado de una mujer bellísima. El avión despega, y el hombre inicia una conversación.

    -¿Viaja por negocios, o simplemente vacaciones?

    Ella lo mira y le responde de manera encantadora:

    -Trabajo. Voy a la Convención Anual de Ninfomaníacas de Estados Unidos.

    El hombre no puede creer su suerte: semejante mujer, ¡y ya está hablando nada menos que de ninfomanía! Tratando de no perder la compostura, repregunta:

    -¿Y qué es lo que hará usted exactamente en esa convención?

    -Voy a dar una conferencia, basada en mis experiencias personales, para desmentir muchos mitos sobre la sexualidad.

    -¿De veras? ¿Y qué mitos son esos?

    -Uno muy popular es que los afroamericanos son los hombres mejor dotados físicamente, cuando en realidad son los indios navajos. Otro mito muy popular es que, a nivel técnica, los franceses son los mejores amantes, cuando, a decir verdad, son los de ascendencia griega. Y también hemos comprobado que los amantes más potentes y frecuentes son los de origen español.

    Dicho eso, la mujer se incomoda, se sonroja, y dice:

    -Perdón; en realidad no debería estar hablando de todo esto con usted... ¡Si ni siquiera sé su nombre!

    -Toro Sentado; Toro Sentado Papadópoulos, pero todos mis amigos me llaman Manolo...
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