Para algunos periodistas, Puerto Madero tiene por estos días otros atractivos que la gastronomía y las vistas: allí atiende (controles remotos de sus cuatro televisores en mano) quien para muchos sigue rigiendo el país. El ex mandatario reconoce su influencia sobre intendentes y gobernadores, pero sigue autoexcluido de la política exterior (el papelón con un visitante africano probaría que el resto del gobierno también). En Punta del Este hubo dos fiestas de tono divergente; en una de ellas, un experto en petróleo intentó explicar lo inexplicable: cómo un «empresario nacional» pasó de ser poco menos que un anatema para este gobierno a convertirse en el socio preferido para comprar unas refinerías en venta. Un sindicalista explicó que él nunca se había ido del PJ, sino que es el ex presidente quien coqueteó con el Frente para la Victoria. Y dejó un chiste desopilante. Veamos.
«Hago lo de todos los maridos: llego a casa a la noche, nos contamos lo que hicimos, festejamos cuando algo salió bien, nos amargamos cuando algo sale mal.» Nunca revela lo que sale mal y que esa vida es la misma que tuvo durante toda su gestión, salvo que ahora la Presidente es su mujer. Uno -los distintos visitantes, sean piqueteros o intendentes como Gustavo Posse o Iviscuz- puede creer o no en sus palabras. Es lo que le repite a todo el mundo, más zonceras como: «Me la paso el día estudiando; leyendo, sobre todo economía», cuando en su despacho hay un plasma, en la sala contigua tres televisores, todos encendidos, y él siempre con los controles remotos en la mano. Aun cuando entrevista gente, siempre afín, ya que a los que lo objetan -como recomendaba el general-, ni justicia. Así, con estos relatos personales, registrados en las inmediaciones de sus oficinas en Puerto Madero (con la visita frecuente de su ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández, detalle que institucionalmente le aporta material para sus críticos), el cronista recoge un cuadro de situación del ex mandatario que éste -como determinadas primicias- sólo le concede al monopolio «Clarín». Ojalá sólo sean noticias, piensan los europeos de la televisión digital, quienes temen a favor del grupo económico una norma atrasada que hoy les permite a los mexicanos -por ejemplo- ver TV por teléfono mientras los norteamericanos tienen prohibido ese privilegio. A nadie parece importarle, salvo al embajador de EE.UU., Anthony Wayne, ferviente favorecedor -y posible favorecido- por esa posible decisión del gobierno.
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Sólo café, apenas una gaseosa, demanda el recorrido por ese barrio que forjaron Carlos Grosso y Carlos Menem, en el cual los números de los edificios son imposibles de ver y las calles un jeroglífico por el nombre de las mujeres (claro, se trata de una cuestión machista esta observación). Repite Kirchner obviedades de otros economistas como si fueran deseos (la Argentina puede sufrir las consecuencias de la crisis internacional, pero en menor medida) y descalifica, cuando puede, a Eduardo Duhalde. Para él no va más: no logró ni defender la candidatura de su yerno, Gustavo Ferri (quien fracasó como candidato en la cuarta sección electoral, lugar en el que le inventaron mínimos votos que ni siquiera fue capaz de sacar). Sí le teme, dice, a la cosecha que pueden hacer Francisco de Narváez y Mauricio Macri en la provincia de Buenos Aires, ya que él -como todos sus visitantes- piensa en un mediano plazo: las elecciones en 2009, clave tal vez para las presidenciales de 2011. En eso le va la vida. Y con razón. Admite que llama a los intendentes y punteros, que controla marcha de licitaciones y obras. También que molesta a funcionarios con controles. Contaban la anécdota del reto a José López, el segundo de Julio De Vido, a quien se le ocurrió confesarse ante intendentes: «Por favor», les dijo, «no lo llamen a Néstor porque después me llama a mí, y como está sin trabajo y medio enjaulado, me reprocha todo». Desliz imperdonable, igual que el del gobernador de Santa Cruz, Daniel Peralta, quien al lado de Cristina en El Calafate, dijo: «Esta provincia, sin la asistencia de la Nación, es inviable». ¿Para qué se habrá sincerado? Olvidó, en esa reflexión, sin que la mandataria le dijera nada, que alguien lo escuchaba en la distancia. Bramó el teléfono: «¿Qué mensaje le das a la población de una provincia que nosotros manejamos hace 20 años»? El resto del reto se evita por razones de buen gusto. Esto es todo Puerto Madero, por hoy. De la política exterior, el ex jefe de Estado casi no opina: le reserva ese rol a su esposa, cuyo primer viaje será a Venezuela, donde el hermano del coronel Hugo Chávez, Adán, impulsa el estudio de la lengua árabe en la escolaridad venezolana. Atendible pretensión lingüística, aunque controvertida políticamente.
Universos distintos en dos comidas de Punta del Este, una para despedir la temporada en la casa de Jorge Aufiero ( Medicus) -lógico, es médico, siempre se está despidiendo eufemísticamente de los otros que parten- y el cumpleaños del hotelero Aldo Elías, casi matusalénico según él mismo se reconoce para no revelar la exactitud de su edad. Cero de peronismo en la casa del empresario de la salud, en esa suerte de country llamado Laguna Blanca al final de La Barra,mucho PJ disidente (con la línea kirchnerista, claro) en lo del dueño del hotel Presidente. No es lo único que los diferenciaba: en uno apellidos como Quintana (Bruno), Soldati, Fontán Balestra, Fiorito, Estrada, en el otro con gente de distinta estirpe, la llamarada del sindicalista Luis Barrionuevo (con su esposa y diputada Graciela Camaño), varios abogados de nota, algún magistrado discreto y el ex crack de River, Norberto Alonso. También se distinguían por el menú, uno medido, el otro copioso y a detallar más adelante. Como buen quincho de verano, había entretenimiento oral sobre la visita del barco gay al balneario, más revulsiva que su amarre en el puerto porteño: es de imaginar que, por densidad, el masivo contingente en un punto se advirtió más que en el otro. Otros, claro, se embobaban con la mala suerte amorosa de Hugo Chávez: a pesar de sus insistentes llamados, la morena modelo Naomi Campbell cambió petróleo por productos lácteos, ya que ennovia -amor eterno, se han jurado- con Marcos Elías, titular del fondo que en 2006 se hizo cargo de Parmalat en Brasil. Ambos chocaron en la fiesta de Vogue, durante el carnaval, y sin respetar el Miércoles de Ceniza, hicieron lo que hacen todos los que van al Carnaval de Río. Mientras se manifiestan estos cruces sentimentales, todavía se aguarda la publicación de la profunda entrevista que la Campbell le hizo a Cristina de Kirchner (quien, como se sabe, recibió a la volátil muñeca de ébano a pedido de su colega Chávez).
Pero esas observaciones quedaron eclipsadas por otra impresión personal: interesó en una de las cenas una clase magistral de un experto en petróleo sobre la llegada de Eduardo Eurnekian, junto a Petrobras, para conquistar económicamente a la multinacional Esso. Casi un capítulo de un libro en marcha sobre los empresarios argentinos que multiplican sus negocios en este período nacional de la economía.Ni nombre ni lugar de quincho sobre el autor, hay historias que no deben ofrecer pistas. Como diría Kirchner, como sostenía Menem, la sorpresa y el misterio ante todo. Empezó el monólogo con la partida, molesta e irritada, del mandatario de Guinea Ecuatorial, a quien Cristina de Kirchner ofreció una cena de honor desteñida por sus comentarios previos sobre la cuestionable conducta de este africano en materia de derechos humanos (por no hablar de la construcción de su fortuna). ¿Para qué recibirlo amablemente, comprometer al país, hablar de negocios y, al mismo tiempo, castigarlo?, se preguntaba el especialista. Más bien, se entendía en la mesa, repentina actitud de último momento (por las críticas vertidas en todos los medios) de una diplomacia sin rumbo. Y nunca el gobierno argentino podrá alegar ignorancia sobre lo que ocurre, hace más de 30 años, en esas costas del continente negro: Eduardo Luis Duhalde, encargado de derechos humanos en la Argentina, fue responsable -como delegado de Naciones Unidas- de tratar el caso entre 1993 y 1997, disponiendo de información contundente sobre las acciones de Obiang Nguema Mbasogo (quien, de Buenos Aires partió primero hacia Brasilia, para luego marchar a La Habana, para entrevistarse sin reproches cubanos con Raúl Castro, quien como su hermano nunca mezcla la política exterior con los derechos humanos; más, ni siquiera se ocupa de los propios).
Pero todos, claro, querían novedades sobre la transacción de Petrobras y Eduardo Eurnekian sobre Esso (empresario que, luego de años de pujar para parir, según el cuento español, finalmente se convirtió en un preferido de Cristina). Es como ocurrió -ejemplificó el disertante- con ese ferrocarril Belgrano (cargas) cuyo proyecto lideran Roggio, Romero y Macri. ¿Acaso alguien piensa que esos tres empresarios imaginaron como socios a los gremialistas Hugo Moyano y José Pedrazza? No, pero debieron aceptar lo que le impusieron. Algo semejante, continuó, se vive hoy con Esso. En su momento, Petrobras hizo una oferta interesante, pero el gobierno se opuso a que se concretara; ahora la consiente, debido a que se incluye una participación del grupo Eurnekian oficial y de la venezolana PDVSA. De esta manera, señaló, en el futuro el dominio de las refinerías de petróleo en el país queda cerca del gobierno: controlan el mercado, 50% es de YPF (con un empresario querido en su conducción) más 13% del nuevo emprendimiento tripartito.
Algunas mujeres se desentendían de la charla, circulaban los platos -sea un módico lomo con salsa en lo de Aufiero, empanadas y todo tipo de variedades árabes en lo de Elías, para cerrar al fin con cordero-, los hombres cada vez más entusiasmados. Y el confidente siguió: la Argentina, como afirma un ex ministro, está de rodillas en materia energética frente a Brasil, y tal vez por esa razón no deseaba que Esso pasara totalmente a manos de Petrobras que parecen privadas, pero no lo son. A pesar, inclusive, del pedido y gestión de la ministra Dilma Roussef, quien tenía esa pretensión según el contrato de compra que firmó con JP Morgan. Ahora, si se consuma la operación con Eurnekian -quien jamás estuvo en ese rubro- y PDVSA, se acelera la intervención de empresas y empresarios locales en el sector desde que Néstor Kirchner se fue del gobierno, como si esto le interesara tanto como la conducción del Partido Justicialista. Ya verán cómo alguien (no reveló el nombre) se compra Dapsa ( dispone de una vieja refinería que se puede convertir) y que, Electroingeniería ( empresa cordobesa de Gerardo Ferreyra, vinculado a Carlos Zannini, un inversor abrupto en grandes proyectos casi sin experiencia) hará lo mismo con algunas compañías medianas norteamericanas instaladas en el país.
-No entiendo, clamó un testigo, ¿para qué comprar refinerías si Petrobras, en el balance que presentó esta semana, reconoció pérdidas en ese sector por 100 millones de dólares?
-En la Argentina ocurre esto. Pero todo puede cambiar, ya que en el negocio del petróleo se gana o se pierde mucho dinero según determinadas políticas de gobierno.
-¿O sea que usted imagina cambios a lo que sucede hasta ahora?
-Sin duda y, si fuera productor de petróleo, me preocuparía. Son ellos quienes pueden padecer en el futuro (¿incluirá esto a Carlos Bulgheroni, quien el mes próximo insistirá en Santa Cruz para que le habiliten la explotación por tiempo indeterminado, como en Chubut, de sus perforaciones?) De ahí que algunas empresas extranjeras, quizás, prefieran migrar y dejarle a capitales locales -bueno, es un decir, porque el dinero (como reveló Ernesto Gutiérrez de Aeropuertos) lo ponen «inocentemente» los bancos- esa responsabilidad de negociar. ¡Tanto para negociar, precios, comisiones, producción, contaminación!
Había que entender entrelíneas en esa noche de verano con rostros adustos y sorprendidos, inquietos por la suerte de Marcelo Mindlin y Carlos Miguens que también se habían postulado por Esso ( marginados por algún entredicho) y la sensación colectiva, impulsada por el experto, de que el país comenzará a importar petróleo, lo que no imaginaba Arturo Frondizi cuando hace 50 años llegó al poder para cumplir el sueño del autoabastecimiento. Lo que nadie atiende a precisar, ni el experto, es la autoría intelectual de este proceso general de « nacionalización» petrolera: no creen en Julio De Vido, tampoco en Daniel Cameron, ni siquiera en el propio Kirchner, ya que si bien pudo anhelar ese propósito durante 4 años y medio hizo poco y nada para lograrlo. Salvo contener el aumento de tarifas. En lo de Aufiero, las cuestiones del juego -que tanto le preocupan a Quintana en San Isidro, para mejorar con maquinitas al Jockey Club, un final que no se imaginaban sus fundadores- provocó interrogantes, más desde que llevan a juicio oral al juez Roberto Gallardo a quien, un día, se le ocurrió interferir en el negocio del casino flotante durante la gestión, entre otros, de Aníbal Ibarra. Nadie apuesta a favor del magistrado -más allá de que hubiera procedido con medidas excesivas-, sea por los vínculos de la familia Ibarra con la Justicia o el nuevo rol del empresario sureño Cristóbal López en ese casino, quien como se sabe domina el juego en la Capital Federal (entre otros puntos del país). Otro cotilleo más doméstico se vinculó a la casa vendida en más de un millón de dólares (en el cruce de la Mansa y la Brava) que fuera de los Daneri, familia que antes brindaba fiestas al estilo Scarpa (aunque con mejor gusto) y que luego suspendieron jolgorios debido a que Manuel Antelo, hijo de Leticia Daneri, titular de Renault, tuvo un proceso por presunto contrabando. No es esta familia, sin embargo, la que genera chismorreo, sino una consuegra -a la que atribuyen, en forma maliciosa sin duda, ciertas habilidades con señores mayores- quien al mes de la muerte de una amiga, se instaló con el marido de ésta, de apenas 80 años. Por supuesto, hay una reyerta judicial de aquéllas, típico de Punta del Este.
Por supuesto, nadie vaya a creer que en lo de Aufiero sólo se habla de cuestiones sociales: miran las elecciones en los Estados Unidos, comienzan a anotarse con el rush de Obama, aunque no les disgusta McCain. Casi nadie soporta las menciones corruptas que le atribuyen a Hillary Clinton, salvo que finalmente sea convertida en presidente por los norteamericanos. También, como nadie cree, que la única responsabilidad por el negocio de los autos importados sea de un solo funcionario de la Cancillería -como se quiere hacer creer en ciertos diarios-, alguien recordó el hallazgo del Mercedes-Benz que Susana Giménez tenía escondido en un galpón, cubierto además con fardos de heno. Huberto Roviralta, entonces marido de la Giménez, era el dueño del campo y durante un asado con la peonada tuvo un altercado con uno de los capataces, al extremo de que lo humilló diciéndole «te vas a la mierda, te vas de acá». Ofendido, el hombre llegó a su casa, hizo el relato ante el cuñado y éste, sabiendo de que su pariente había cubierto lo del Mercedes-Benz, le aconsejó: «A ese turro, lo tenés que denunciar». Y el agraviado marchó a la comisaría, los policías partieron con los fotógrafos, el escándalo resultó monumental. Se contó la anécdota cuando el servicio no estaba.
En lo de Elías, el protagonista de la noche era Barrionuevo (su esposa, como se sabe, aunque más coqueta nunca llama la atención y siempre hay algo que estudia), quien pasó por el balneario para el cumpleaños, venía de Mar del Plata, volvía a la Capital, luego a la Perla y por último se iba a Catamarca. Viajero impenitente. «Es lo que hay», decía con relación a su presunto pase al kirchnerismo o, mejor dicho y, según él, a compartir la misma mesa justicialista con el ex presidente. «Yo nunca me fui del peronismo -aseguraba-, en cambio él anduvo con el Frente para la Victoria. Si ahora vuelve, no soy quién para vetarlo. Yo sigo adentro, quiero que los congresales de Catamarca sean del PJ y no del Frente Cívico, es el único compromiso que demando.» Ya estaba con las costillitas de cordero, comía como uno de los «gordos» y sostenía que si los Rodríguez Saá no dan batalla, Kirchner será proclamado en el PJ. Cierta decepción revela con Eduardo Duhalde (escondido en los pozos de los tiburones), siempre amaga pero luego se aparta, y consideraba que Francisco de Narváez quizás no continúe para hacer una línea interna en el partido. Si alguien lo hace, si alguien intenta judicializar el tema por las fallas de los padrones, podría haber un problema serio. «Pero no creo que nadie se anime», clausuró charla y cordero, pasó a los postres y a una tradicional partida de truco con el dueño de casa. Ganó dos chicos, se fue contento a dormir al Mantra y, al otro día, pensaba repetir la suerte jugando al golf con un eximio como Alonso: los dos perdieron con un novato. No todo se puede en la vida. Pero antes de irse, dejó un chiste de su corporación: Cuatro trabajadores discutían sobre quién tenía el perro más inteligente. El primero era un ingeniero que dijo que su perro Regla-T podía hacer matemáticas con cálculos. Le ordenó que trajera papel y dibujara un cuadrado, un círculo y un triángulo, lo que el can cumplió sin problemas. El contador dijo que creía que su perro era más inteligente. Se llamaba Regla de Cálculo: le ordenó que trajera una docena de galletitas y las dividiera en pilas de tres, lo que el animal logró en pocos segundos. El químico defendió a su mascota Medida, al que le ordenó que trajera un litro de leche y la dividiera en partes iguales de diez centímetros cúbicos. Cumplida la tarea, los tres profesionales llegaron a la conclusión de que los animales eran igual de prodigiosos. En ese momento el sindicalista llamó a su perro, «Descanso», y le dijo: «Mostrales a los muchachos lo que sabés hacer». El can se comió las galletitas, se tomó la leche, cagó sobre el papel, se montó a los otros tres perros y reclamó que se había lastimado la espalda haciéndolo. Levantó un acta de agravio por condiciones de trabajo insalubre, escribió una carta documento intimando el pago de compensación, y se fue a su casa de licencia por enfermedad.
Comida de confraternidad y camaradería, en un cuarto piso de La Rural, con dos parrillas y 5 camareros, casi como si fueran socialistas. Así, Francisco de Narváez, Federico Pinedo y Julio Obiglio (hombre del por ahora desaparecido Ricardo López Murphy, de quien Kirchner admite «sabe de economía, como pocos tal vez, pero piensa distinto»), convocaron a un asado a su gente del bloque PRO. Allí, De Narváez aceptó que el jefe legislativo sea Pinedo mientras volvía a insistir: «Voy a dar la batalla en el PJ, hay mucha gente que se quedará afuera del proyecto centroizquierdista de Kirchner, creo que ellos me van a acompañar». Bien servido el asado, achuras, lomo, ensaladas, nada en exceso, ya que no hay gordos en el PRO (no lo admitiría Mauricio Macri). Junto al dueño de casa apareció Rubén Ledesma, diputado sindicalista de Comercio en La Matanza -excluido del kirchnerismo por el rayo de Alberto Balestrini-, quien hoy es el «armador» del «Colorado» en ese distrito vital ( también su esposa, Patricia Giardella, legisladora por la vacante dejada por Jorge Macri). ¿A ustedes no se les ocurrirá venir a peronizar el PRO?, lanzó Nora Guinzbug, una legisladora algo desobediente a quien pensaban separar del interbloque porque no pregunta antes de hablar en las sesiones. La única díscola del grupo, el resto pensando en salir segundos en 2009, para disputar la nacional en 2011 (piensan en los mismos términos que Kirchner) y sospechando sobre la ausencia de Juan José Alvarez, uno de los segundos de De Narváez que propicia el acercamiento con el kirchnerismo. Dicen que nunca le gustó vivir en la oposición y que, inclusive, hasta hizo esfuerzos extraordinarios como en los tiempos que un golpe volteó a Fernando de la Rúa del gobierno. Muchas bromas sobre la convivencia de Ledesma con Pinedo, éste proclamándose «macroperonista» (abierto a las alianzas) y el otro, más práctico, bromeando: «No hay bananas para los gorilas». Conclusión, Gabriela Michetti candidata a diputada en 2009 para traccionar y ver, en esa fecha, cómo se encuentra Macri: por ahora, el intendente transpira a pleno la gestión porteña y, a sus amigos políticos, les plantea: «Sin estructuras en el interior, serias, con referentes dominantes, ni piensen en mí como candidato».
Futboleros unos cuantos asistentes, hinchas de Boca para congraciarse con Macri -quien tiene una obra en su despacho en homenaje a la Bombonera-, lamentaban el curso económico que ha tomado el campeonato. Todos, invariablemente, rechazan la política de salarios que aceptó el titular de San Lorenzo, Rafael Savino. Dicen que es una enormidad que les paguen sueldos a Bergessio y a D'Alessandro contra los cuales, otros clubes no pueden competir y, por lo tanto, tienen en crispación a sus jugadores. ¿Cómo va a ganar 700 mil dólares al año Bergessio cuando en Independiente le pagan 170 mil al goleador Denis? ¿O Montenegro -por citar cifras del rojo- en relación con D'Alessandro? Los de Boca no podían hablar mucho, ya que a ellos Riquelme también les cuesta un Perú; claro que la diferencia pasa por otro costado: no es Savino quien toma las decisiones en San Lorenzo, cuyos fanáticos más prósperos -además de negocios- quieren ganar la copa Libertadores. Y que, en ese sentido, lo fueron a ver a Julio Grondona, jefe de AFA, quien les replicó: «En lo que pueda, los voy a ayudar, pero con el equipo que tienen -antes de D'Alessandro y Bergessio- yo no puedo hacer milagros». Por ahora, tampoco hace milagros con los nuevos y millonarios jugadores.
Vamos a terminar con un chiste sutil. Una mujer llega a su casa y le dice a su marido:
-Querido: ¡He resuelto mi problema de las jaquecas constantes! Mi hermana me mandó a un hipnotista, que me aconsejó pararme delante del espejo, mirarme a mí misma a los ojos y repetir: «No tengo jaqueca; no tengo jaqueca; no tengo jaqueca» hasta que se me pase. ¡Y funcionó: no me duele más la cabeza!
El marido responde:
-¡Buenísimo, querida! ¡Qué alegría!
La esposa lo mira y le dice:
-¿Sabés una cosa, mi amor? Convengamos que últimamente no estás siendo el más ardiente de los amantes... ¿Por qué no vas al mismo hipnotista a ver si puede hacer algo?
El marido acepta, y conviene una consulta con el profesional. Al regreso de la visita al hipnotista, entra a su casa, toma apasionadamente a su mujer, le arranca la ropa y la arroja sobre la cama del dormitorio. Y le dice:
-¡No te muevas! ¡Ya vuelvo!
El hombre entra al baño; sale al rato, se arroja sobre su esposa y le hace el amor apasionadamente. Lo llamativo es que a los cinco minutos, vuelve a entrar al baño, y al regreso la pasión se repite. La mujer no puede creerlo:
-¡Mi amor! ¡Eso fue fabuloso!
A los pocos minutos, el hombre vuelve al baño, y esta vez la mujer -curiosa- no puede evitar seguirlo para tratar de descubrir el secreto de tanta pasión. Entreabre la puerta y ve a su esposo, parado frente al espejo, repitiendo:
-No es mi esposa; no es mi esposa; no es mi esposa...
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