17 de junio 2002 - 00:00

Charlas de quincho (primera parte)

Como de costumbre en fines de semana largos, dividimos los quinchos en dos partes (la segunda entrega, mañana). Esta vez tienen un decidido sabor internacional, fruto de los viajes a Estados Unidos de un ex presidente y de un aspirante a sucederlo. La excusa de un partido amistoso fue usada por ese aspirante para entrevistarse con el gobernador anfitrión. El ex presidente, en cambio, comió con un viejo amigo y visitará a otro antiguo habitante de la Casa Blanca en un barrio que no suele frecuentar. Más acá, el cumpleaños de un diputado del PJ fue utilizado por uno de sus colegas para relatar la reacción de una embajada clave ante uno de los cambios presidenciales de fines del año pasado. Y se comentó también el sugestivo encuentro de un alto jefe militar con un ex ministro y operador político. En Vélez, el triunfo de Los Pumas sirvió para olvidar por un rato el dolor del Mundial, pero no puso paños fríos a la dura disputa de dos marcas líderes de bebidas. Veamos.

Los Bush fueron en la semana el objeto del deseo de dos políticos argentinos. El ex presidente Carlos Menem comió con «mi amigo George» y su esposa, Cecilia Bolocco. Mauricio Macri, aspirante a cargos diversos, aprovechó la derrota de Boca Juniors en Miami para entrevistarse con Jeb Bush, hermano del actual presidente de EE.UU. y gobernador del estado de Florida.
Los Bush fueron en la semana el objeto del deseo de dos políticos argentinos. El ex presidente Carlos Menem comió con «mi amigo George» y su esposa, Cecilia Bolocco. Mauricio Macri, aspirante a cargos diversos, aprovechó la derrota de Boca Juniors en Miami para entrevistarse con Jeb Bush, hermano del actual presidente de EE.UU. y gobernador del estado de Florida.
• «¿Sólo los gobernadores pueden participar de la interna?», preguntó George Bush, abriendo grandes los ojos celestes, para que Cecilia y Carlos Menem, Francisco Mayorga y Constancio Vigil estallaran en una carcajada. Menem le estaba explicando a su amigo, el ex presidente de los Estados Unidos, cuáles eran los candidatos en la próxima interna del PJ y, como la enumeración comenzó con varios gobernadores (de Santa Fe, de Santa Cruz, de Córdoba, de Salta...), Bush imaginó esa restricción. «Si fuera así, George, yo no podría participar», aclaró el riojano.
Fue parte de una larga charla sobre la política argentina, al cabo de la cual el padre del actual mandatario norteamericano quedó convertido en un experto: «¿Así que las internas en setiembre de este año y las elecciones generales en setiembre del año próximo? ¿Eso es lo más normal, lo mejor?», se interesó, como repasando la exposición de Menem. El argentino había sobrevolado todos los detalles de la relación entre los Estados Unidos y la Argentina y, como ante todas las audiencias anteriores, insistió en un solo punto: «Tiene que haber una ayuda rápida, ya no hay tiempo para dilaciones porque van a ser costosísimas para todos».

• Los Bush no descuidaron un solo detalle para la visita de los Menem a la casa de Kennebunkport, en el estado de Maine. No sólo dispusieron de un avión para el traslado desde Washington. Al llegar, en el mástil doméstico flameaban las banderas de la Argentina y Chile, junto con las de los Estados Unidos y la de Texas. La casa dejó impactados a los argentinos, no por el lujo cuanto por el emplazamiento: un enorme mirador que se asoma sobre el mar sobre un peñón rocoso. «Esta residencia la hizo construir mi abuelo en 1902. Hace dos meses festejamos sus 100 años. Aquí veraneaba durante mi infancia», relató Bush mientras entraban en el lugar, huyendo de la lluvia torrencial.

De la memoria de su infancia pasó a hablar de su dinastía. El mismo se encargó de escoger los videocasetes y de reproducirlos: mostró la campaña electoral de su hijo, sobre todo para exhibir a su nieto hablando perfecto español. «Es el hijo de Jeb, de 24 años, que hizo la campaña de 'W' -así llaman en casa al actual presidente-; su madre, Columba, es mexicana y él es bilingüe total.»
Por la noche llegó Bárbara, la dueña de casa.Venía de la Casa Blanca, donde había pasado el día. George saludó a su mujer y siguió pasando proyecciones: ahora, el salto en paracaídas que dio el 9 de junio de 1999, para festejar sus 75 años. «Estoy preparando el de 2004, para los 80, y voy a realizar mi viaje emocional. Voy a ir a Japón y me van a llevar al lugar donde en 1944 derribaron el avión donde yo iba con otras dos personas, una de las cuales murió allí mismo, sin poder saltar. Va a ser muy interesante porque me prometieron un encuentro con los atacantes, que todavía están vivos.»

• Ya era hora de comer y el anfitrión eligió el restorán, una típica casa de pescadores, al lado del mar: «Seagull» (gaviota). Allí se sentaron los Menem, Bush, Mayorga y Vigil para comer lenguados preparados según distintas recetas. Había otros parroquianos a los que no parecía llamarles la atención la presencia del ex presidente del país en el lugar. Menem le pidió a Mayorga: «Vos que sos pescador, como George, tenés que llevarlo a los lagos del Sur. ¿El año que viene puede ser?», interrogó después al norteamericano. «Sí, está bien, el año próximo los visito en la Argentina y vamos a pescar», asintió Bush.
Al día siguiente, temprano, Menem, Bush y Vigil desafiaron al temporal y pasaron la mañana jugando golf bajo el aguacero. Bárbara Bush ya tenía preparado el almuerzo: sopa de calabaza con canela, ensaladas verdes y una espectacular langosta hervida con salsa de limón. «Esta es la región que se distingue por la langosta en todo el país. Miren hacia allá, en la playa, ¿ven las trampas?», indicó la esposa del ex presidente, señalando el enorme ventanal.
Había llegado la hora de la partida, tan lluviosa como la llegada. Los Bush se enfundaron en sus camperas anaranjadas y blancas, y despidieron a sus invitados bajo el chubasco. Ya habían subido a los coches los argentinos y, dando vuelta la cabeza para despedirse por última vez, Menem quedó con la mirada fija en su amigo Bush, empapado, arriando las banderas de su mástil, en una secreta ceremonia oficial.

• Premio consuelo para los argentinos sin Mundial: Boca y River jugaron en Miami, en el Orange Bowl de los Dolphins, con la sensación de resaca que dejó la Selección y un amistoso que en la cancha tuvo patadas por doquier. Ambiente caldeado en el césped, pero en el estadio hinchas de los dos equipos -no demasiados, claro- mezclados sin rencor ni conflicto, pacíficos, quizá porque había sólo cuatro policías custodiándolos. Sólo al final hubo tensión: como ninguna barrera separa a los hinchas de la canchas, éstos entraron para sacarse fotos con los jugadores, tocarlos o abrazarlos. Nerviosos los guardaespaldas, pero nada pasó.
Entusiastas los de Boca, encabezados por Mauricio Macri, de buena liga con el gobernador de Florida, Jeb Bush -un apellido que sirve para hacer política en la Argentina-, empresario que sigue sin despegar como candidato aunque los «brain trust» de Francisco de Narváez trabajan como si ya fuera presidente o intendente de la Capital. Se preocupa el titular de Boca por otros avatares: pronto se muda a una casa detrás de la embajada británica, deja la que le alquilaba (10 mil dólares por mes) a Claudia Sánchez, ese portento de Le Corbusier en Barrio Parque.

• Los de River, a pesar de la alegría por ganar en el filo de la terminación, eran los más disgustados: la gira parece rocambolesca, se completará con nuevos partidos y obliga a los dos equipos a volver a los Estados Unidos el mes próximo, fue programada y cobrada por la comisión directiva anterior y Ramón Díaz, alguien a quien todos odian aunque les dio más campeonatos que nadie. Para colmo, se les subieron espontáneos al micro y los jugadores debieron viajar de pie, mientras que la cena -en «George», Collins y la 72, restorán de un argentino típico de Miami, amigo del riojano Ramón- se demoró hasta la exasperación y sólo sirvió para que los muchachos tuvieran noche y madrugada libre en South Beach. Un dato que delata a la Argentina y al Uruguay: Enzo Francescoli se quedó a vivir en esta ciudad, no vuelve más por razones de seguridad.
Venía Menem de Washington (hoy está en el Waldorf de Nueva York y por la tarde visitará a Bill Clinton en sus oficinas del barrio de Harlem), de una gira que logró una atención casi de presidente en ejercicio. Al menos por la gente que desbordó en asistencia los lugares de sus discursos (en el Inter-American Dialogue, reducto demócrata apadrinado por los amigos de José Octavio Bordón, hubo que cambiar de sede por la demanda de público interesado en escucharlo).Ya nadie sabe si es por su estrella personal o por atender una voz sobre la crisis argentina.
Saldo de su paso: se lo ve bien físicamente, animado, vigente, pero hubo alguna reserva sobre sus recetas para salvar al país, más fundadas en promesas que en acciones. Dado que sus relaciones con Eduardo Duhalde quizá no sean tan malas como se piensa -al menos, el ex presidente le facilitó la reunión con los gobernadores en La Pampa y no bloqueó la ley de «subversión económica» en el Senado, lo que significaba la renuncia del actual mandatario-, el embajador Diego Guelar (quien siempre piensa en futuros mandatos) lo invitó a su residencia para una cena.
Aunque Guelar preside una peña añeja llamada «Smiling Piñalaba,zza», recordando quizás aquellos tiempos del «pizza y champagne», en esta ocasión evitó ese plato italiano del menú. Había gente que aprecia otro tipo de comidas, como el ex embajador norteamericano Luis Lauredo y el titular del BID, Enrique Iglesias, un uruguayo al que Duhalde veía como su tabla de salvación en el exterior y ahora lo condena como autor de su fracaso. Porque, como confiesa el ex ministro Jorge Remes Lenicov, quien le aconsejó a Duhalde la devaluación -y le prometió, además, asistencia porque aseguraba conocer el pensamiento del FMI- fue Iglesias. Al menos, este funcionario internacional es el responsable del que se sirve el grupo productivo de José Ignacio de Mendiguren para justificar el impulso de esa medida. Como se sabe, ya no hay un «autor intelectual» de la devaluación.

• Tampoco de la «pesificación asimétrica» -aunque con certeza puede atribuirse a un consejo de Héctor Magnetto, del monopolio «Clarín»-, esperpento que le costó al país 10 mil millones de dólares y sobre el cual todavía no hay ninguna investigación. Fue la pesificación uno de los temas en la reunión, ya que hasta el propio Lauredo se escandalizaba, pues él conoce de la aplicación de ese sistema en su país de origen, Cuba.

Ocurre que las empresas de turismo, relató, en Cuba le pagan 250 dólares a cada trabajador en este rubro, pero como Fidel Castro se los pesifica, los trabajadores sólo reciben 10 o 12 dólares por mes como salario. Al margen de la injusticia con la gente, sese comprende la razón por la cual la atención al turista en Cuba suele ser deprimente: a nadie le cambia la vida trabajar con esmero. Toda esta información estimulaba a Menem, quien declaró -para alegría de sus contertulios- que «el marxismo se hizo cargo de las calles y los estallidos sociales en la Argentina».
Se habló sobre eso, de las posibilidades de Menem, de la consistencia política de Duhalde y, de paso, el ex mandatario argentino le pasó una carta a Iglesias: era un pedido del intendente de Córdoba, Germán Kammerath, para que acelere un crédito demorado del BID que le permitiría a esa ciudad financiar una compra de ómnibus.Ya se sabe que el drama del transporte en la capital cordobesa ha sido uno de los problemas mayores de la gestión Kammerath.

• Más de deporte, esta vez en Vélez, en el halago que lograron los Pumas al vencer a Francia después de 10 años. Euforia en los fanáticos del rugby y en el VIP del estadio, donde había sponsors como Juan José Aranguren (Shell) o Alejandro McFarlane (Repsol YPF), amén de algunas pimpantes jovencitas que descubrieron la ovalada por primera vez. Lo más jugoso escuchado allí, al margen de lo deportivo, fue lo aportado por el titular de Pepsi en la Argentina, Alejandro Díaz. Ocurría que, a pesar de que esa gaseosa auspiciaba al seleccionado de rugby, en la cancha sólo se vendía Coca-Cola. «Es que no podemos entrar en River ni en Vélez, ya que nos piden más de un millón de pesos por año -explicaba-, y la verdad es que los números no nos cierran para enfrentar esa cotización. Entre partidos, eventos y lo que aportan las sedes sociales, los ingresos para nosotros apenas si rozan los 200 mil pesos, razón por la cual el resto habría que ponerlo en publicidad, y éstos no son tiempos para esa inversión.»
Comprensible su actitud de contador, para no perder el bonus anual, típica los representantes de multinacionales, pero ¿los tiempos de la publicidad para las empresas son sólo los buenos tiempos? Para colmo de males de Díaz, el spot publicitario de Pepsi con el oriental sumo y los futbolistas a propósito del Mundial ha sido bloqueado por un recurso judicial y difícilmente pueda volver al aire antes de que culmine el torneo de Japón y Corea.

• Viejos y nuevos peronistas en el cumpleaños de un par,
con distintos conocidos partidarios: Antonio Erman González, Hugo Anzorregui, Hugo Santilli y un par de diputados PJ. Sorprendente clima anti-Duhalde en el asado (hereford del estanciero Berisso), con pedido de elecciones anticipadas y una revelación importante.

«Cuando asumió Ramón Puerta la Presidencia -relató una fuente indiscutible-, una de sus primeras decisiones fue llamar a su amigo James Walsh y preguntarle la opinión de los Estados Unidos sobre si habría ayuda para un gobierno de transición o preferían que se anticiparan las elecciones. Walsh dijo que no podía contestar en ese momento, que consultaría a Washington y respondería al día siguiente.» Inquietud general por lo que aseguraba el testigo, quien añadió: «Al día siguiente, la respuesta del Departamento de Estado fue que no se comprometerían con un gobierno de transición y que preferían el adelantamiento de las elecciones». A pesar de que casi ninguno simpatiza exageradamente con Washington, todos parecían estar de acuerdo.


Después, hubo una larga disquisición sobre un encuentro secreto en el que participaron el jefe del Ejército, Ricardo Brinzoni, y José Luis Manzano, entre otros participantes. Se conjeturaba si había sido una reunión social o, conociendo el espíritu emprendedor del mendocino, si éste había avanzado en alguna teoría sobre la futura salida argentina. Está claro que no pasará inadvertida, políticamente, esta reunión.


Una vez que pasaron los triglicéridos, las carnes, los postres, la torta y, fundamentalmente, los vinos, llegó una etapa de sinceramiento y confesión. Como empezó a hablar Anzorregui, se pensó que revelaría episodios de su gestión en la SIDE, pero él se internó en un momento anterior de su vida, cuando se hizo peronista.

Vale su monólogo por la emoción desplegada, donde contó que siendo cadete en el Colegio Militar vio cómo el almirante Tessaire -entonces con problemas de dicción- hablaba pestes contra Juan Perón en la recién iniciada televisión, y luego se anotició de fotos trucadas donde un boxeador (Archie Moore) se entretenía en un acto sexual con el general y de una exposición en la que se exhibían joyas y otros objetos valiosos de una presunta corrupción del hasta entonces presidente.

«Vi todo eso y, un mes después de la caída, el 17 de octubre, también vi desfilar a una multitud de gente por la avenida Pavón que sólo repetía una frase: 'Puto y ladrón, igual lo queremos a Perón'.» También para su conversión, claro, había protagonizado otro fenómeno: como su padre era subsecretario del Interior en la administración justicialista, padeció que detuvieran a su madre («la sacaron de casa en camisón») y dieran vuelta y quemaran el auto de la familia. «¿Y saben quién lo hizo?» Como nadie sabía, continuó: «La madre de Felipe Solá». Extrañamiento general y Anzorregui continuó: «Ella misma me lo contó, porque era vecina nuestra, y luego se convirtió al peronismo como tanta gente». Para un joven, esos tiempos de odio de la Argentina son una historia desconocida.

• Vamos a terminar con una especie de ráfaga de chistes de economistas, muy en boga por estos días y que reflejan de algún modo los sentimientos (no siempre justos, es verdad) de buena parte de la población hacia esta ciencia y quienes la practican:

- Un economista es alguien que se vuelve rico explicando a otros por qué son pobres.
- «Le pedí a un economista su número de teléfono... y me dio una estimación.»
- La economía es el único campo de la ciencia en el que dos personas pueden compartir el Premio Nobel por sostener ideas absolutamente opuestas.
- ¿Qué es lo positivo de los economistas tributaristas? Que hacen que los ladrones se vean como gente maravillosa.
Finalmente, un chiste-hipótesis:
- Imagine que está en una isla desierta, tiene un revólver con dos proyectiles y lo atacan Hitler, Bin Laden y un economista. En el mejor de los casos, uno de ellos quedará vivo. ¿Qué hacer? Respuesta: dos tiros al economista.

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