16 de octubre 2006 - 00:00

Charlas de quincho (Primera parte)

Como todos los fines de semana largos, dividimos en dos la entrega de estas crónicas (mañana, la segunda parte). Despedida del embajador de España que convocó a una pequeña multitud. Allí se habló no sólo de su sucesor sino de la funcionaria que lo apadrina y de las amistades de ésta en épocas no tan lejanas. También hubo tiempo para hablar de la crisis energética, la falta de gasoil y de algún negocio que estaría haciendo un gremio alrededor de esa carencia. En un exclusivo quincho del Bajo Flores se volvió sobre el tema del traslado de los restos de Perón y de su supuesta hija extramatrimonial. Finalmente, en el Congreso se presentó un libro sobre otro general nacionalista; el vicepresidente cerró con una humorada involuntaria que ayudó a disipar un clima tenso creado por incómodas presencias y referencias al pasado. Veamos.

  • Inocente celebración que, por las miserias de la política, tuvo un cotilleo que no merecía el Día de la Raza. Fue en la Embajada de España, donde hasta impusieron una carpa en su jardín para albergar una multitud de calurosos convocados, varios ardiendo. Unos, por la prevención para proteger el último gran acto social del embajador Carmelo Angulo Barturén -aunque se quedará hasta enero porque su gobierno le contempla algunas necesidades sentimentales en la Argentina-, quien al parecer fastidiaba a Néstor Kirchner con sus reuniones y comentarios; otros, los menos, aunque más cercanos al oficialismo, casi disfrutando de esa despedida como un acto de exoneración determinado por la Casa Rosada, ya que fue el propio Presidente quien le reclamó a Madrid por su mudanza a pesar -o quizá por esa razón- de que el diplomático presentó en su momento cartas credenciales del propio rey de España con especial dedicatoria de confianza (los embajadores, como se sabe, representan a sus jefes de Estado, no tanto a sus países, como en este caso). O sea que el calor no venía del clima sino del propio interior de los invitados.
    Angulo Barturén, divorciado hace un tiempo aunque más rejuvenecido por la amplitud de relaciones porteñas, se remitía a un comentario: «Me alegro de haber organizado la visita del Presidente que, en España, hasta permitió que se firmara un tratado de asociación estratégica». Luego, más callado que soldado de Franco, ni siquiera admitía que ha sido ascendido: lo trasladarán a México, país que para España hoy es más importante que la Argentina, no sólo por la magnitud del PBI y mejor trato al socialismo aunque Fox y Calderón sean de derechas, sino porque además es la puerta al mercado de habla hispana de los Estados Unidos. Es decir que el enojo y la exigencia de Kirchner beneficiaron al embajador.

  • A cambio de esa política de «paleto» (como los españoles suelen referir a los provincianos atemorizados por las luces del centro), la Argentina recibirá por Angulo Barturén a Carlos Estrella, estrella a su vez del socialismo parlamentario en la última década aunque sin brillo ni figuración en la Cancillería de ese país. Pero amigo del jefe de gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, también de una visitante próxima, Trinidad Jiménez, hoy clave en el gobierno y secretaria para el área Iberoamérica, de mimosas declaraciones a favor de Kirchner en las últimas horas. Es que se trata de una mujer sensible, ya madura pero apetecible, a quien más de una revista le atribuyó en los tiempos del poder estrecha cercanía preferencial con otro jefe socialista, Felipe González, hombre que solía ofender a su esposa con amoríos.
    La dama -que, nadie se equivoque, hizo carrera en el socialismo por sus atributos intelectuales- llega a Buenos Aires con los pergaminos de la «beautiful people» de entonces, cuando también en la Argentina estaba otra «beautiful people» del alfonsinismo y el menemismo, con las que tanto se entendía, protagonizada entre otros por José Luis Manzano y el «Buscapié» Rubén Cardozo. Ahora, como corresponde, hará buenas migas con el matrimonio Kirchner y, en caso de poder, fijará continuidad para que la embajada mejore su importancia para acceder a la misma que tiene su país en Washington, México o Santiago de Chile.

  • Tapeo variado, pata negra y buenos vinos de Rioja, ¿qué más podían pedir argentinos como el ministro Ginés González García -uno de los pocos que hace su propia vida fuera de las indicaciones de la Rosada, aunque tiene su vía particular con España por asociación de fundaciones-, Adalberto Rodríguez Giavarini, Ricardo Gil Lavedra, Osvaldo Guglielmino, Jesús Rodríguez, Eduardo Duhalde (el de los derechos humanos), José David (abogado del grupo Prisa), el embajador de Portugal Antonio Almeida Ribeiro, Julio Werthein, la galerista y experta en fideicomisos Cecilia Remior Valcarcel, el miembro de la Corte Ricardo Lorenzetti, Alberto Dalla Vía (que aspira a ingresar a ese cuerpo), Emilia y Enrique Zuleta Alvarez, también Rafael Follonier y Darío Díaz, hombres del gobierno que se sumergen en el trato con los piqueteros o en los coquetos saraos del Barrio Parque. Claro, con distintos estilos de natación.
    A ninguno de ellos, para evitarle compromisos, se le preguntaba: ¿dónde está Daniel Cameron, el responsable de Energía del gobierno, área en obvia crisis, cuando el que aparece en público para responder es el encargado de precios, Guillermo Moreno? O, ¿es cierto que los sindicalistas del transporte -tan bien alimentados por el gobierno- han montado un negocio propio con el gasoil, insumo de precios varios ya que cuesta 1,40, en algunos lugares se paga a 2 por la escasez mientras los gremialistas lo reciben a 0,40? Con esos datos, solamente, se descubre la posibilidad de un entuerto, más cuando se afirma que el subsidio de gasoil al transporte se duplicó, mientras en esa proporción no aumentó el número de camiones o colectivos. De colegio primario la sospecha, sin duda. Más reservas, en cambio, con otra realidad: se anuncian grandes inversiones en energía para suplir la falta de gasoil, pero lo cierto es que se han parado las obras en las refinerías de Luján de Cuyo y La Plata. No parece; es una contradicción. También interesante era otro dato: antes de abril, decían, la española Repsol podría vender áreas secundarias concesionadas en varias provincias (y en las cuales el gobierno dice que no ha invertido), con lo que podría arrimarse fondos para cumplir con planes prometidos por 2.000 millones de dólares. Afirmaban que aún no está elegido el banco inversor que tramitará la venta, que al negocio ingresarán empresarios locales y, por supuesto, vinculados al gobierno (lo del ingreso de la Pedevesa de Hugo Chávez a Repsol YPF estaría parcialmente congelado).

  • Demasiado exclusivo el quincho, aunque casi familiar. En Castañón, en el Bajo Flores, en la casa para eventos amistosos que cultivan los hermanos Guerrieri, éstos organizaron una cena sólo para doce invitados (seis por sexo, de acuerdo con las confesiones) y con imponente marco gastronómico: cóctel previo en el salón inglés, casi una envidia para la tradición del Jockey Club, con prohibitivo jamón serrano de España -¿alguien ha probado el que se ha empezado a producir en la Argentina?-, quesos franceses, empanadas criollas y albóndigas que no eran de ocasión. Y luego, 7 platos bien gourmet, aunque los distendidos también apreciaron hasta las pizzetas con rúcula y berros. Se cerró con música, mucho Fred Bongusto, Domenico Modugno, boleros con Tito Rodríguez y José Feliciano, aunque la mayoría inclinó preferencias por Armando Manzanero: es que vuelve a visitar Buenos Aires y sus afiches en las calles, con el rostro cetrino y un mismo perfil, coinciden con los pegados de Juan Perón por su aniversario del 17 octubre y el traslado de su féretro -con un cadáver sin manos y un arrancado examen de ADN- desde la Chacarita hasta San Vicente, previo paso por la CGT. Singular el peronismo: los restos de sus máximos ídolos, Eva y el General, sea por imposición o fervor militante, quizás han recorrido más lugares de muertos que de vivos, pernoctaron en diversas fosas, convirtieron en una suerte perpetua de marketing la necrofilia del movimiento por aquella reiteración del «Perón Vive».
    No se hablaba de ese tema en la mesa, apenas de la incógnita a resolverse en pocos días por saber si finalmente Marta Holgado es o no hija de Perón, luego de la punción de pesquisa genética. Bastantes bromas por la forma en que la mujer reclamante, criada en Flores y con un hermano que también se dedicó a la política, siempre ha presumido de ser el único vástago del ex Presidente (nunca dejó de hablar de «Papá»), amparándose inclusive en un sorprendente parecido físico con el difunto investigado. El episodio del ADN complica la memoria de Perón, se concluyó. Porque habla de la curiosidad de que el «gran macho argentino» (al menos, para el peronismo) tal vez estuviera inhabilitado para procrear (versión atribuida a más de un médicocercano) o, caso contrario, su doble vida con una amante cuando compartía matrimonio con Aurelia Tizón. Mal momento para esa comprobación, ya que ahora el universo femenino no contempla con flexibilidad -como en las décadas del 40 o 50- esa picaresca masculina. Pero lo que más sorprendía en la mesa era el silencio o desconocimiento sobre la propia madre de la Holgado, presunta o eventual compañera de Perón, sobre la que poco y nada se sabe (salvo por ocasionales acotaciones de su hija), una historia personal que quizá mereciera un tratamiento más significativo.

  • Estaban los Fonseca ( proveedores del cuero para las grandes marcas de automóviles), halagados con el éxito de su industria, al igual que uno de los Guerrieri (Mario), socio en La Hispano del mismo rubro, mientras su hermano Roberto se quejaba por el mal comportamiento este año de los caballos (en el turf claro, ya que es hombre de pura sangre). Casi todos elogiaban el espectáculo de Julio Bocca, émulo argentino de Nijinsky en los escenarios -también por ciertos aires de divo-, mientras Ignacio Gutiérrez Zaldívar se enorgullecía de un revival sobre su pasado de hace 30 años, cuando fundaba la galería Zurbarán, con dos docenas de kilos menos por lo menos, festejo con tres orquestas que celebrará en pocos días en el Alvear.
    Participaban los Berensztein, uno encuestador y politicólogo; también la dueña de la internacional boutique Escada, Mirta Chaoul, quien hará exponer en su local los últimos desnudos del cotizado pintor Juan Lascano, recluido en la Patagonia como si fuera kirchnerista, aunque prometió llegarse a la Capital para la vernissage.

  • Mujeres de largo, hombres de negro; lugar: el Salón Azul del Congreso Nacional. Raro, justo allí donde los diputados ya van sin corbata ni saco, a veces en zapatillas, por no hablar de los asesores (no se incluye a las asesoras, mucho mejor vestidas y demasiado ahorrativas en el género para cubrir sus cuerpos). Se presentaba un libro («Mosconi, petróleo para los argentinos»), también el primer aniversario de una revista especializada en seguridad y defensa que dirige Mario Montoto, curioso editor (en uno de los últimos números, dedicado a las maras -esas crecientes organizaciones de delincuentes de Centroamérica-, casi no hay ningún texto sobre el fenómeno, sólo algunas fotografías artísticas). Era, justamente Montoto, el emprendedor del encuentro, quien acercó a Daniel Scioli, también a los jefes de las tres fuerzas (Bendini, Godoy y Schiaffino), al ex ministro José Pampuro, al piquefuncionario Emilio Pérsico, la senadora María Laura Leguizamón, al menemista Alberto Kohan, Horacio Jaunarena, Pacho O'Donnell -quien criticó en su discurso la privatización de YPF hecha por Carlos Menem, justamente a quien sirvió como embajador y al que no le transmitía tal vez esas críticas cuando le obsequiaba palos de golf-, un ex edecán de Menem, Enrique Gorriz (hoy director de Defensa) y hasta Diego Gorgal, a cargo de la seguridad capitalina con Jorge Telerman.
    Hubo champagne, música de fondo, luces de colores, mozos por todos lados, dos barras, empanaditas, más casamiento que presentación, y una nutrida cantidad de damas elogiando el último acto en Plaza San Martín a favor de los caídos en la lucha contra la subversión. Aunque, cuando llegó el general Bendini, lo aplaudieron como si él nada tuviera que ver con la política del gobierno o, por lo que imaginan que hizo el militar en sus años mozos cuando debía enfrentar a la subversión y de lo cual el gobierno se desentiende. Cuesta comprender a cualquier argentino joven esas situaciones, por no hablar de Montoto, que también pasó por la guerra, dejó jirones y debe haber hecho jirones. En fin, por suerte Scioli -casi con candor- disipó con humor característico cualquier revolución de cuchara sobre ollas del pasado: es que al referirse en su homenaje al general Mosconi, lo mencionó como Moltoni, quien como se sabe es un periodistaque lo asesora desde cuando incursionaba en motonáutica y salía campeón del mundo.

  • Vamos a terminar con un chiste muy fuerte. En un casting para un programa de TV, se les pide a los postulantes que den el nombre, apellido y alguna característica que los haga especiales. Llega el primero y le dice a la directora de casting:

    -Me llamo Pepe Romerales, y puedo correr 100 metros en poco más de diez segundos.

    El segundo: -Soy Manuel Vargas, bailarín profesional. Puedo bailar 104 horas sin parar.

    El tercero dice: -José Unamuno; tengo una verga de treinta centímetros.

    La mujer, que estaba anotando, levanta la vista y lo mira con ojos desorbitados:

    -¡¿Una qué?!

    -Unamuno; como el escritor...
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