29 de junio 2007 - 00:00

De día, aventuras en la selva; de noche, juegos y luna llena

De día, aventuras en la selva; de noche, juegos y luna llena
Escribe Andrea Fernández Enviada especial

Una canoa, un experto en la zona y un grupo de arriesgados pasajeros remontando el río Paraná hasta alcanzar el Iguazú eran los tres elementos indispensables para llegar a fines del siglo XVIII hasta las Cataratas, ese cúmulo de saltos que hoy figura en el itinerario de viaje de la mayoría de los turistas extranjeros que recalan en Buenos Aires. Ya no es necesario seguir la ruta de los conquistadores españoles enfrentando recodos, bancos de arena, piedras y distintas corrientes. Sólo basta con un vuelo de una hora y media para cambiar en esta temporada el frío invierno porteño por unos agradables 25 grados... o más y descubrir o redescubrir este Patrimonio Mundial de la UNESCO y la ciudad de Puerto Iguazú, ésa que tantas fantasías despierta y en la que, según algunos, tantas sospechas se cumplen por ser parte, junto con Foz do Iguaçu (en Brasil) y Ciudad del Este (en Paraguay), de la Triple Frontera. Mitos, leyendas y verdades aparte, lo cierto es que no sólo el transporte ha cambiado en Iguazú, sino que también en los últimos cinco años se ha llevado a cabo una serie de inversiones privadas, tanto en hotelería como en compras, que buscan lograr que la ciudad esté a la altura de la llegada de turistas extranjeros y busque acaparar su atención un poco más del tiempo que lleva conocer los saltos.
Iguazú, como muchos lugares, no siempre fue un lugar de fácil acceso. Al federalizarse, en 1882, el territorio de Misiones, el entonces presidente Julio Argentino Roca quiso ordenar las fronteras. Es por esa razón que envió una expedición al río Iguazú para explorarlo. Los accidentes hidrográficos, el calor y los insectos fueron sólo algunos de los inconvenientes que debieron pasar los primeros hombres que documentaron haber navegado el río Iguazú, pasando la zona de Cataratas con los botes al hombro. Pero fue el gobernador de Misiones Juan José Lanusse quien puso manos a la obra para explotar las potencialidades turísticas del territorio y logró que un grupo de industriales organizara una excursión a las Cataratas, pero por tierra brasileña, ya que era más fácil llegar. Más tarde convenció al empresario naviero Nicolás Mihano-vich de enviar un vapor con una tripulación selecta. Sólo pudieron llegar hasta Puerto Iguazú y algunos aguerridos pasajeros se acercaron a los saltos en canoa. Una de las damas de la tripulación, Victoria Aguirre, hizo la primera donación para construir un camino que bordeara los saltos, dando un primer impulso para que la «industria sin chimeneas» también se desarrollase en Iguazú. Rusos y chinos son parte de la «nueva generación» de turistas que están llegando hasta las Cataratas, siguiendo los pasos no sólo del primer hombre blanco que en 1541 divisó los saltos, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, sino de los americanos, europeos y latinoamericanos que ya se convirtieron en habituales visitantes de las Cataratas, una de las más conocidas del mundo junto con las del Niágara en Estados Unidos, las Victoria en Zambia y el salto Angel en Venezuela. Muchas veces se habla de que las Cataratas tienen más de 200 saltos. «No es válido decir un número, porque aquí estamos en un ambiente natural que varía. Todo depende de la lluvia. Si hubo precipitaciones, los saltos serán menos, porque las tres herraduras en las que están divididos tienden a unirse, mientras que si hay sequía, los saltos serán más, aunque con menos caudal de agua», afirma Adrián, guía de turismo de Aguas Grandes, agencia que toma su nombre, precisamente, de la traducción al guaraní de la palabra Iguazú, la que le ganó a los Saltos de Santa María, tal como las había bautizado Cabeza de Vaca.
El Parque tiene cinco recorridos centrales (Circuito Superior, Inferior, Garganta del Diablo, Sendero Macuco e Isla San Martín), pero la mayoría de los visitantes sólo realiza los tres primeros, algunos por una cuestión de tiempo y otros por cuestiones físicas, ya que si bien a la isla se llega mediante una embarcación gratuita, caminarla equivale, por sus ascensos, al esfuerzo de subir un edificio de diez pisos. Para hacerlos todos, es conveniente comenzar temprano o bien volver al otro día, aprovechando que en la segunda visita sólo se paga 50 por ciento del valor de la entrada. El tren ecológico que une los distintos circuitos y las pasarelas (construidas con materiales más fuertes para evitar que las inundaciones las destruyan, como ha pasado en otras oportunidades, a lo que hay que sumarle que hace poco se registró uno de los picos de caudal) forma parte de los cambios más grandes que se hicieron en el Parque entre 1999 y 2001. También se agregaron carritos de caddie para transportar a las personas mayores o con problemas de movilidad, para que la naturaleza pueda ser aprovechada por todos. Es que el Parque ofrece todas las posibilidades: quienes quieran vivir la aventura podrán andar en algunos caminos alternativos en vez de tomar el tren, como el sendero verde, donde es posible llegar desde la Estación Central del ferrocarril hasta la Estación Cataratas (que conecta con Circuito Superior e Inferior) observando aves y mariposas con una caminata de diez o quince minutos en terreno llano. Después de recorrer el Circuito Superior, con sus saltos Bosetti y San Martín (los dos más grandes después de Garganta), Dos Hermanas, Bernabé Méndez y Mbigua, entre otros, y volver a la estación Cataratas, también es posible dejar pasar el tren y tomar un sendero de 2.300 metros hasta la Garganta del Diablo, a lo que hay que sumar 1.100 metros más hasta el salto en sí. Además de la naturaleza, el parque ofrece varias opciones para comprar souvenirs y hacer una parada de descanso. Hay tiendas de regalos, pero también se pueden adquirir las artesanías de los maca -los verdaderos primeros habitantes de la zona- y de los guaraníes (que van desde figuras en madera de los animales de la fauna local, como el yaguareté, el tucán, el mono y el coatí hasta collares y carteras tejidas). Hay lugares de comidas regionales, un patio de comidas y un restorán (La Selva) en el que se puede tomar un almuerzo tipo buffet (el precio, 32 pesos sin bebidas, no se condice con el valor de 5 pesos que una lata de gaseosa puede llegar a tener en los quioscos). Es bueno tomar un respiro... ya que siempre restan actividades por hacer...
Elige tu propia
aventura
Disfrutar de las Cataratas no es sólo observarlas. Es adentrarse en sus saltos, explorar la selva, intentar descubrir alguna de las más de 400 especies de aves y 2.000 especies de vegetales que se distribuyen entre sus 67.000 hectáreas. Para quienes ya estén pensando en lanzarse a la aventura, Iguazú Jungle Explorer ofrece tres paseos que no están incluidos con la entrada al parque: la Gran Aventura, la Aventura Náutica y el Paseo Ecológico. El Paseo Ecológico parte cerca de la Garganta del Diablo y dura una media hora. Va bajando por uno de los brazos del Iguazú. Se considera uno de los paseos más tranquilos. En cambio, la Gran Aventura ya requiere otro ánimo para contactarse con la naturaleza. Primero se realiza una travesía de alrededor de 8 kilómetros por el medio de la selva en un camión sin techo con guía bilingüe. Cabe recordar que parte del parque es selva en recuperación, ya que hasta que el gobierno nacional compró el territorio, en 1928 (ese mismo en el que seis años más tarde nació el parque nacional), la tala era indiscriminada -si se sigue cuidando de esta manera, se considera que en 20 años tendrá las mismas dimensiones que habría tenido si el hombre nunca se hubiese aprovechado de las bondades de la naturaleza-. Luego de cruzar la selva, llega el momento de colocarse el chaleco salvavidas. La entrega de una bolsa hermética para guardar las pertenencias y el consejo de que es mejor sacarse hasta el calzado son presagio de que no habrá un tranquilo viaje por el agua. Algunos de los pasajeros son más precavidos... o no son tan incrédulos al recibir la información de que se mojarán de pies a cabeza. Es por eso que rápidamente guardan la ropa y sacan a relucir las bikinis y los shorts de baño... mientras que otros intentan taparse con rompevientos, algo que minutos después descubrirán que es en vano. Se remonta parte del río, en algunos tramos agitados, hasta acercarse a los saltos, donde el gomón golpeará una y otra vez con el agua. El recorrido termina en el Circuito Inferior. Quienes sólo quieran vivir la experiencia del vértigo final pueden optar por la Aventura Náutica, en la que se podrán ver, además, algunos de los saltos que conforman la vista del lado brasileño de las Cataratas. Además de este tipo de aventuras extra, el Parque Nacional cuenta con algunas sofisticadas alternativas para disfrutar de la selva subtropical. Cócteles, almuerzos frente a los saltos, cenas especiales y trenes privados son sólo algunos de los servicios ofrecidos especialmente a grupos. Se realizan tanto en restoranes como en el anfiteatro o en diversos sectores de los circuitos. El más conocido es el paseo bajo la luna llena. Debajo de la tenue luz se lleva a cabo una caminata por la pasarela hasta la Garganta del Diablo, el regreso en tren, un cóctel de bienvenida y cena. Pero eso sólo sucede algunas noches al año... y una de ellas será, precisamente, mañana.
Deme dos...
deme muchos...
Un día, día y medio o dos se pueden invertir en conocer el Parque Iguazú. Pero más allá de la zona verde, la ciudad ha logrado crecer en algunos aspectos, aunque su vecina brasileña, Foz, aún le lleve ventaja en otros. Es que cruzando el puente internacional Tancredo Neves han sabido interpretar hace años los deseos de los turistas que llegaban hasta ese límite. Incluso no fueron pocos los argentinos que, por encontrar mejores servicios a un precio menor, se hospedaban del otro lado de la frontera para luego visitar sus propias Cataratas. Hoy algunas de esas cosas se están revirtiendo. Y pese que Puerto Iguazú sufre, como muchos destinos turísticos importantes de la Argentina, una política de vuelos desfavorable -con pocos servicios-, la cantidad de aviones brasileños que están llegando hasta Foz (cuando Brasil no está afectado por su propio conflicto aéreo) y a Ciudad del Este -donde las agencias de viajes van a buscar a los turistas- también ayuda a esta ciudad que hoy cuenta con tres hoteles de gran categoría (el Sheraton, el Iguazú Grand Hotel y el Panoramic) y un proyecto de construcción, ya anunciado, de un complejo de las cadenas Hilton - Hyatt, con campo de golf incluido (ver página 12), además de la remodelación de algunos lugares clásicos de la ciudad como es el Esturión, que se está ampliando en un terreno enfrente de su construcción original, camino al hito de las Tres Fronteras.
Si el objetivo era lograr que los brasileños volviesen a cruzar el límite, hubo varias formas de conseguirlo. Una fueron los casinos -el juego está prohibido en Brasil-. Otra: desde 2002 funciona en el área franca entre las aduanas argentina y brasileña el Duty Free Shop, dividido en varios departamentos que incluyen desde ropa deportiva hasta elementos de electrónica, juguetes, perfumes, cosméticos, bebidas, cigarrillos, chocolates, habanos y elementos para el hogar. Aunque los precios no son muy diferentes para quienes están acostumbrados a viajar, los turistas del país vecino son atraídos y se han apropiado de la frase «deme dos», tanto como lo han hecho en los centros comerciales de Buenos Aires. Estas palabras, aunque a veces el dos se triplique, también se escucha por una pequeña feria ubicada en pleno centro de la ciudad, no muy lejos de donde funcionan bares como Cuba Libre y Jackie Brown (algunos de los recomendados por los locales). En esta pequeña feria, más parecida en su disposición a una muestra de artesanías que a un mercado en sí, las aceitunas y los vinos se exhiben por doquier. También las cerezas al marraschino. Dualidades de la ciudad: este lugar funciona a la vuelta de un hotel de lujo. La pregunta surge casi sin pensarla: ¿en qué lugar del territorio misionero se producen estos artículos? En ninguno, a menos que el dominio de la tierra colorada se haya extendido hasta Cuyo. Son especialmente traídos de Mendoza (en algunos casos sí las aceitunas son rellenas con almendras y hasta con salame en Iguazú) para ser vendidos a los habituales clientes de este lugar, los vecinos de habla portuguesa. Sólo una muestra de que Alvar Núñez Cabeza de Vaca sí fue un pionero al pensar que podía unir el Atlántico con Asunción del Paraguay.


RECUADRO 1



RECUADRO 2



Más información:
www.iguazuargentina.com
www.iguazujunglexplorer.com
www.iguazuforest.com
Aguas Grandes Tourism
Entre Ríos 66 - Puerto Iguazú
Tel.: (3757) 425-500

Dejá tu comentario