14 de septiembre 2007 - 00:00

Es sobradamente ''Paisaje Cultural de la Humanidad''

Es sobradamente Paisaje Cultural de la Humanidad
Escribe Máximo Soto

Cuando un muchacho, con pinta de estudiante de Física, vio meses atrás un afiche callejero donde estaba Carolina Peleritti con la leyenda: «Buenos Aires (tu encanto) candidata a Patrimonio de la Humanidad», lanzó un: «¡Qué de la humanidad! ¡La Negra es patrimonio de los porteños! ¡La Caro es nuestra, nuestra!».
En otro afiche, por la venida Córdoba, Roberto Pettinato aparecía con la leyenda: «Buenos Aires (tu estilo) candidata a Patrimonio de la Humanidad». Una chica, tipo estudiante de Ciencias de la Comunicación, explicó a su amiga: «Seguro que es una nueva consigna de 'Duro de domar', al 'Petti' se le ocurre cualquiera».
Algo semejante pudo haber sucedido ante los pósters de Alfio Basile, Guillermo Kuitca y Adriana Varela. Un vago ante el afiche de Fito Páez, luego de pasarse leyéndolo una y otra vez, soltó un: «Pero ¿éste no era rosarino?». Y luego, al pasar frente a uno donde aparecía Joaquín Sabina con un texto prácticamente semejante, lanzó un: «¡Vamos todavía: el faquir de Jaen parece que se decidió a hacerse porteño!».
Pocos fueron los que entendieron que esos pósters eran parte de la campaña por la candidatura presentada en febrero por el Gobierno porteño a la UNESCO, a que la zona junto al Río de la Plata que está entre los estadios de River y de Boca fuese considerada «Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad».
Quedan ya menos de seis meses para que la UNESCO -en febrero- se expida sobre ese pedido. Y el Gobierno porteño tendría que encontrar nuevas formas de incentivar ese reclamo; por lo pronto, son buenos los tours gratuitos para turistas para terminar de aclarar de qué se trata eso del Paisaje Cultural y qué beneficios reportaría.
Quienes estuvieron directamente involucrados en la propuesta -Ramón Gutiérrez, Antonio Elio Brailovsky, Juan Martín Repetto, Graciela Viñuales, Nélida Harracá, Patricia Méndez y Florencia Barcina, entre otros- han explicado que la propuesta hecha a la UNESCO es «el escenario formado por el eje del Río de la Plata, con su patrimonio tangible: la pampa, la barranca y los procesos de urbanización histórica, abarcando el patrimonio urbano, arquitectónico, paisajístico junto a su magnífico patrimonio intangible: los mitos que se han sembrado desde la etapa colonial, los escritores con sus poemas, canciones, sainetes, grotescos, cuentos y novelas, la música porteña: el tango, las costumbres forjadas por la diversidad cultural fruto de las oleadas inmigratorias, todo eso que le ha otorgado a Buenos Aires un valor único: singular, cosmopolita y universal»

De recorrida por ese singular escenario

Ambito del Placer decidió experimentar en el terreno la propuesta de «Buenos Aires, Paisaje Cultural de la Humanidad» y que se les explicaba a los turistas, provincianos y porteños que hacían el recorrido propuesto por la Secretaría de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires.
Un domingo a las 15 se subió, junto a unas cuarenta personas, a un enorme ómnibus que esperaba frente al Museo Larreta para realizar una «visita guiada gratuita» por la zona propuesta como Paisaje Cultural. Dos fueron las guías durante el trayecto: Alejandra Karavaitis, por la Secretaria de Turismo de la Ciudad, y Silvia Agostino, por la Secretaría de Cultura porteña. Con espontaneidad, soltura y conocimiento se fueron transformando en anfitrionas del territorio que llevaban a mirar, o sea: a ver de un modo mejor.
Cuando Alejandra señaló el Museo Larreta, muchos pensaron que ya sabían todo lo que iba a decir. Pero, no. Se puso a hablar de la colosal familia Chas, ésa que da nombre al laberíntico Parque Chas, amado por Borges en sus recorridas juveniles, y cómo el viejo Anchorena le compró esa casa a su hija Josefina, que se había encaprichado en casarse con ese Enrique Larreta que buscaba la gloria aunque fuera a través de «Don Ramiro».
A medida que el viaje avanzaba, se explicaban las raíces de casas y museos. Silvia leyó: «He pasado por calles que tienen nombres de virreyes, conozco sus quintas una a una. Las he visto desaparecer con melancolía, como si una mano torpe hubiera arrancado las ilustraciones de un libro romántico. ¡Cuántas han desaparecido para dar espacio a la cuadriculada invasión de departamentos! (Manuel Mujica Lainez)».

¿Tangible o intangible?

El espacio cultural tangible, la arquitectura, la historia, comenzó a fundirse con los sueños y creaciones de artistas, escritores, poetas. Al llegar a la Iglesia de Santiago Apóstol, frente al Tiro Federal, mientras alguno de los paseantes preguntaba si aquí se hacían «los caminos de Santiago» como en Compostela y otro mencionaba a Paulo Coelho con un oxímoron calculado, Silvia dijo que, según un español que vivió mucho en Belgrano, estaban esos caminos religiosos y los otros profanos que, como buen agnóstico, a él le gustaban más, ese de los «dos amantes que van por la pendiente de Juramento, juramentados, dos amantes enamorados», y Alejandra agregó: Don Rafael Alberti fue uno de los tantos inmigrantes que vinieron a refundarnos la patria, y cuando volvió a España lo cubrieron de honores.
Así las guías del tour fueron encadenando reseñas sobre la Iglesia Anglicana, el Barrio Chino, la Ciudad Universitaria, el estadio Monumental, el Parque de la Memoria mezclando datos conocidos y otros desconocidos con poemas de Cátulo Castillo, Roberto Arlt, Homero Manzi.
Inevitablemente, Jorge Luis Borges surgió al pasar frente al Plata con su mítico «por ese río de sueñera y de barro/ que las proas vinieron a fundarme la patria/ irían a los tumbos los barquitos pintados, entre los camalotes de la corriente zaina». Lo que no se esperaba es que Alejandra con humor dijera: «¡Qué soberbio este Borges, decir que Buenos Aires fue fundada en su casa: en una manzana entera en su barrio en Palermo».
El Río de la Plata y el Eduardo Mallea de «Historia de una pasión argentina» sirvieron para hablar de la vocación portuaria de la Ciudad marcada por el hecho de estar emplazada en uno de los estuarios más grandes del mundo. Como es bien sabido, ese puerto fue fuente de recursos -sostuvo Alejandra- económicos y humanos, de exportaciones e importaciones, de millones de inmigrantes. Y desde allí fue creciendo hacia la llanura pampeana un damero de manzanas y barrios. Como decía Eladia Blázquez: «Quien te fundó sabía que la mixtura acaso encontraría por elegida, ese crisol de razas y de ternura que nutriría tu propia vida. ¡Ay! si te viera Garay. Si te ve lo bonita que estás, de orgulloso nomás, te funda otra vez».

Nuestra urbe es todas las urbes

La integración arquitectónica que supo tomar modelos de las grandes capitales europeas y últimamente, en Puerto Madero, el de Nueva York, hizo hablar de la zona francesa de Palermo y Recoleta, las distintas áreas inglesas, la española de Avenida de Mayo, la sobradamente itálica de La Boca. En la antología de citas alusivas se fueron mezclando el Julio Cortázar de «Los premios» (aunque hubiera merecido estar el de «Historias de cronopios y de famas»), las anotaciones de Ulyses Petit de Murat (que supo prever con 40 años de anticipación lo que sería Puerto Madero), el poeta Raúl González Tuñón y un tangazo de Homero Manzi.
Las excepcionalidades que hacen de Buenos Aires una Ciudad atípica se suceden. Algunos datos. Una reserva ecológica sobre el río y muy cerca del centro de la Ciudad. El tango que fue saltando de las orillas, de los prostíbulos, de ser la música prohibida a reinar en París, regresar a ser también profeta en su tierra y convertirse en la imagen de nuestra Ciudad en el mundo. El mestizaje cultural que ha construido barrios con características típicas con reminiscencias de la procedencia de la mayoría de sus habitantes, pero que saben apropiarse de los que allí van a vivir: «La Boca es mi taller, mi refugio, mi modelo. En mi vida y en mi arte -señaló Benito Quinquela Martín-, permanecí siempre fiel a mi gente, a mi puerto y a mi barrio». Es que la conquista de Buenos Aires no fue lograr el sincretismo de la gente sino, según Scalabrini Ortiz, su «facultad cataléptica de las corrientes sanguíneas», ir provocando fusiones sin pérdida de identidades raigales.
Cada paso por el candidateado sector de la Ciudad tiene belleza de sus hoy protegidas áreas naturales junto a la permanente fuerza de evocar recuerdos históricos, religiosos, artísticos, culturales
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