10 de septiembre 2001 - 00:00

Fraude en el Bronx

Fraude en el Bronx
En el bar Yankee Tavern, el propietario Joe Bastone expresaba el sentir general. "Es todo culpa de los adultos. Del padre de Danny y de la dirección del equipo. Desilusionaron a mucha gente en este vecindario. Teníamos un interés personal en estos chicos".

Lo único positivo de los hechos y revelaciones que cayeron sobre el joven Al-monte la semana pasada es la moraleja del caso. "Es evidente que los adultos utilizaron a Danny Almonte de una manera sumamente despreciable", afirmó Stephen D. Keener, presidente de las Pequeñas Ligas de Béisbol, con palabras que hacían justicia a la gravedad de la situación. "Sus acciones son censurables".
Las acciones a las que se refería fueron estas: Según los datos existentes, Felipe Almonte llevó a Danny a EE.UU. desde la República Dominicana en junio de 2000, con un visado de turista de 12 meses. Eso significa que, durante la mayor parte de la temporada en que cosechó sus mayores éxitos, Danny residió ilegalmente en el país. Una partida de nacimiento en poder del padre indicaba que Danny había nacido el 7 de abril de 1989 y, por lo tanto, podía jugar en las Pequeñas Ligas, reservadas para jugadores de hasta 12 años. El juego de Danny el año pasado -tenía una bola curva muy buena y una bola rápida durísima- y el de algunos de sus compañeros ya habían levantado sospechas. Los seguidores de un equipo de Staten Island pagaron

10.000 dólares a un investigador privado para que comprobara que Paulino había traído jugadores mayores de edad de la República Dominicana. Pero la búsqueda resultó infructuosa.

Las mentiras sólo se conocieron la semana pasada, luego de que Danny retirara a 18 bateadores seguidos en una victoria de primera ronda en las Series Mundiales (el primer partido perfecto -ningún jugador contrario alcanza una base- en las Series desde 1957), ganara los tres partidos restantes en los que lanzó, y ayudara a los All Star a terminar terceros entre 16 equipos. Un periodista de la revista Sports Illustrated encontró una copia de la verdadera partida de nacimiento de Danny en su pueblo natal, y mientras los políticos neoyorquinos abrazaban al equipo en un acto en el ayuntamiento, fuera del escenario sólo se hablaba de la controversia desatada. Poco después el diario Daily News de Nueva York reveló que Danny no había concurrido a la escuela pública número 70, como aseguraba su padre. El viernes Danny y su padre se habían convertido en fugitivos del béisbol.

En EE.UU. quizá no haya otra institución que simbolice con mayor elocuencia las oportunidades que ofrece este país que el béisbol de las Pequeñas Ligas. Niños y niñas que no califican para el béisbol de la secundaria, y mucho menos para el profesional, tienen la posibilidad de jugar a la pelota y de formar amistades, de aprender a competir en equipo, de crecer. El caso de Danny Al-monte atentó contra esas oportunidades. El mayor deseo de Felipe era que su hijo jugara en las Grandes Ligas y para lograrlo le privó de su infancia y su educación. El lugar ocupado ilegalmente por Danny en el equipo impidió que otro lo ocupara. La presencia de Danny en el montículo despojó a los equipos rivales de la posibilidad de batear contra un chico de su edad y tamaño. El escándalo privó a sus compañeros de equipo y al barrio del Bronx de su momento de gloria.

Finalmente, Danny también perderá oportunidades en los años venideros. Si se recupera de este episodio, siempre será recordado primero como el chico del escándalo de 2001 y sólo en segundo lugar como un buen lanzador. ""Estos chicos me dan mucha pena", dijo Bastone, mientras los truenos retumbaban fuera del Yankee Tavern. "Incluso por el chico que era demasiado mayor".

- Informes de Amanda Bower y Roy B. White/ el Bronx


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