- ámbito
- Secciones Especiales
La Viena de Sissi, Freud y vals para debutantes
De la misma manera comparten el culto de los cafés. Aseguran que en Viena surgió el primero en 1683, luego de derrotar a los turcos que asediaban la ciudad. Sentarse sin ningún apuro, es un placer en continuado dentro de una escenografía de maderas, mármoles, espejos y luces ambientada en el siglo XIX con el apogeo de imperio austro-húngaro. Donde reina la famosa silla que logró en 1819 Michael Thonet al plegar la madera al vapor y lograr sus curvas tan art nouveau. Los camareros con sus trajes etiqueta parecen extras de teatro mientras los parroquianos leen los diarios y conversan como lo hacían en esas mismas mesas los pintores Gustav Klimt o Egon Schiele, el músico Gustav Mahler, filósofo Karl Popper o Sigmund Freud. Y piden los famosísimos dulces vieneses, la pastelería que hizo escuela mundial durante influyente reinado de Francisco José que duró 68 años, muy cerca del récord de 72 de Luis XIV, el Rey Sol. Con la diferencia que al francés lo recuerdan por sus amantes más que por su eclipsada esposa mientras que a su colega le sigue haciendo sombra la rebelde emperatriz.
Tour de Romy y Sissi
Las películas de Romy Schneider se siguen pidiendo en los videoclubes aunque se estrenaron en los 50. No hay muchos cambios salvo que ahora las reeditan en DVD. Impresiona el paralelo entre ambas mujeres. Las dos fueron muy bellas a juzgar por los retratos de la soberana y de la actriz que recibió de manos de Walt Disney el premio a la muchacha más bonita del mundo en 1956. Sus vidas sentimentales fueron igualmente azarosas por lo que se decía de Sissi y el romance largo y frustrado de Romy con Alain Delon, quien confesó que había sido el único amor de su vida. Ambas perdieron su hijo y quedaron demolidas. La emperatriz, cuando se suicidó a los 31 años el archiduque Rodolfo junto a su amante María Vetsera en Mayerling; y Romy, al caer herido de muerte su único hijo de 14 años trepando una verja en una travesura de chico. Elizabeth fue asesinada por un anarquista italiano en Ginebra en 1898 a los 61 años; y Romy, a los 43, sin poder salir de la depresión a 10 meses del accidente de David.
La emperatriz es un icono turístico y al cumplirse un siglo de su muerte, se declaró su año a 1998 escuchándose más que nunca el vals que Johann Strauss le dedicó a «Sissi Emperatriz». Había pasado sólo un año del accidente de Lady Di y la asociación entre ellas se acentuaba. Simultáneamente se estrenó en Viena el musical «Elizabeth», que puede compararse con las mejores obras de Broadway. El culto no hizo otra cosa que crecer y se hacen tours para seguir sus pasos.
Precursora de Lady Di
En el Palacio de Invierno en Hofburg, en lo que eran sus aposentos, hay un museo con retratos, documentos, un secreter en miniatura, su traje en la despedida de soltera, vestidos veraniegos, la reconstrucción transitable del vagón-salón de la corte que usaba en sus muchos viajes, el botiquín que la acompañaba de 63 piezas y hasta la mascarilla de su muerte. También su gimnasio, porque estaba obsesionada por la figura con su adicción a las dietas cuando no se hablaba de bulimia y anorexia. Le apasionaba cabalgar y en el Palacio de Verano de Schonbrunn levantó un establo para sus 60 caballos. En el tour se incluye el palacete que le regaló su marido con el dormitorio decorado con ilustraciones del «Sueño de una noche de verano» de Shakespeare. Así en el sueño como en la vigilia fue una vida de poesía, real o imaginaria que también la asocia a la princesa Diana.
El tranvia de Freud
Me gustan los tranvías y lo mismo le pasa a los vieneses. Con la línea 1 o la 2 pasamos por la Ring Strasse, la avenida más suntuosa en torno al centro histórico con palacios, plazas, parques y cafés que mostró el poder del imperio en la Exposición Universal de 1873. Usando la tarjeta del transporte público, podemos subir y bajar a nuestro antojo y llegar hasta la casa en que vivió Sigmund Freud en la calle Bergasse 19, hoy convertida en un museo. Es un edificio bajo de departamentos, que no sobresale de los vecinos salvo por la gran bandera y la placa que figura al frente. Después de cruzar el patio y la división de los vidrios biselados, encontramos una pequeña estancia atestada de recuerdos de los casi 50 años que trabajó allí. En la percha, obviamente estilo Thonet, está el sombrero y sobre el escritorio la estilográfica y los anteojos. Todo lo que hemos visto en tantas fotografías o imaginado en innúmeras crónicas, nos rodea. Los muchos libros de su biblioteca, las primeras ediciones de sus obras, algunas piezas de su colección de antigüedades, los documentos de algunas investigaciones como las que hizo sobre el uso de la cocaína.
Sólo falta el legendario diván que llevó a Londres cuando llegaron los nazis en 1938 y tuvo que exiliarse para sobrevivir. Es una visita interesante aunque uno no sepa nada de psicoanálisis, para sus seguidores es llegar a la Meca. Algo parecido, salvando las distancias, ocurre con el domicilio de Jacques Lacan en el número 5 de la calle de Lille en la orilla izquierda del Sena de París donde sólo hay una placa y, por ahora, ningún museo.
De la misma manera que el tour de Sissi no se limita a visitar palacios sino a caminar imaginando la Viena de su tiempo es aconsejable hacerlo con Freud. Por ejemplo, seguir sus pasos desde la ligera pendiente de la calle Bergasse, hasta el patio de la Universidad con su gran busto. Y luego rumbear hacia el Danubio y paladear el paisaje. Como seguramente habrá hecho el mismo Sigmund durante la mayoría de los 78 años que vivió en Viena. Y visitar uno de sus lugares predilectos, el Café Central en la esquina de Herrengasse con Straeuhgasse. Salvando las distancias, nos hace recordar a Villa Freud en Palermo donde quizás hay más terapeutas que en la misma Viena.
Un vals para los 15 años
El recorrido personal es un modelo para armar al gusto de cada turista. Donde es infaltable La Opera, comparable a la de París aunque un poco más baja, lo que enojó en su momento al Emperador Francisco José. Es el punto principal de una de las capitales de la música donde vivieron, entre otros, Mozart y Beethoven.
Y porque allí se hace, desde que terminó la Segunda Guerra Mundial, el baile de gala más importante del mundo para presentar a las debutantes en sociedad. Los quince años de una mujer son importantes en cualquier lado pero en ninguno alcanza este clímax ni la angustia para participar en la celebración ya clásica de mediados de febrero. Después de la bienvenida oficial, 184 parejas de jóvenes se presentarán por única vez en su vida, porque no podrán repetir la experiencia. Ellas con vestidos blancos de largo y hasta miriñaques con diademas de Swarowski y ellos con frac y guantes, abrirán la noche con un baile en formación, una «polonaise». Igual que en las películas de Sissi. Para no hacer papelones deberán seguir un curso previo en dos de las academias de mayor renombre. Luego vendrá «Alles Walzer», el vals para todos los invitados que después podrán seguir con música de discoteca porque «queremos un baile donde uno se divierta». De todas maneras el cierre será con otro vals, «An der schönen blauen Donau», de Johann Strauss.
Es una fiesta para 4.600 invitados que pagarán, desde 215 euros para estar de pie (o bailando) hasta 16.000 euros por un palco con ocho asientos. Que podrán tomar champagne a razón de 170 euros la botella con panchos a sólo 7 euros el sándwich. La noche será larga y, aunque afuera tengan los récords de baja temperatura del invierno, la transpiración borrará el mejor arreglo. Por eso tendrán un servicio de emergencia con maquilladoras y peluqueros. No sólo para mujeres sino también para los hombres «metrosexuales» más preocupados por su apariencia que las señoritas. El promotor inmobiliario austríaco Richard Lugner es el organizador de la velada y se asegura la repercusión en los medios invitando grandes figuras a su palco. Allí estuvieron Sofía Loren, Faye Dunaway, Andie McDowell y en la última oportunidad Carmen Electra, una de las protagonistas de la serie «Bay Watch». Que esta vez le robó cámara hasta a Saif Al Kadhafi, el hijo del presidente de Libia que también se ha presentado ante la alta sociedad mundial.
Dejá tu comentario