5 de enero 2007 - 00:00

Las confidencias de una dama del aire

La comandante Masson proviene de una familia de mujeres luchadoras e independientes. Su hermana dirige un hospital y su madre llegó hasta a escribirle al rey de Marruecos.
La comandante Masson proviene de una familia de "mujeres luchadoras e independientes". Su hermana dirige un hospital y su madre llegó hasta a escribirle al rey de Marruecos.
Me atrevo a decir que algún día las mujeres podrán ser pilotos y no lo considerarán una rareza.» La frase pertenece a una de las mujeres pioneras en la aviación, Amelia Earhart, quien se convirtió en la primera en volar a través del Atlántico como pasajera, la primera aviadora que atravesó sola ese océano, la primera en efectuar un vuelo transpacífico desde Hawaii hasta California y la primera que intentó volar alrededor del mundo. Corría 1937 y su avión se perdió. Fue en ese momento en el que se abrió paso a la leyenda.

El vaticinio de Amelia se convirtió en realidad en parte (las mujeres pueden ser pilotos) pero aún son consideradas una rareza en todos los ámbitos. En el sector comercial, se calcula que hay alrededor de cuatro mil mujeres pilotos en todo el mundo, que representan algo así como cuatro por ciento del total de comandantes en aerolíneas comerciales. En ese porcentaje se encuentra Angela Masson, capitana de American Airlines, quien desde hace 30 años trabaja en la compañía estadounidense comandando modernos aviones y de gran porte -en realidad su presencia en la empresa es anterior incluso a la creación del programa de viajeros frecuentes, que tiene 25 años-, que llegan a destinos tan distantes entre sí como Buenos Aires, Londres y Nueva Delhi.

Pero, ¿cómo nació el romance entre Angela y la aviación? A los once años su padre le regaló una avioneta. Luego realizó su phd (doctorado en investigación) en Aeronáutica y comenzó a trabajar como instructora civil de personal militar. Ese fue el real inicio de su carrera. Un día, inspirada por su historia, decide escribir un trabajo sobre Jackie Cochran. El impacto que causó en ella la historia de esta mujer, quien, entre otras cosas, supervisó a las mujeres pilotos del Servicio de la Fuerza Aérea durante la Segunda Guerra Mundial, logró transmitírselo al en ese entonces presidente de American Airlines, Robert Crandall, quien decidió llamarla y le ofreció trabajar para la compañía.

«Cuando entré a la aviación comercial, existían muchas exigencias para ser piloto. Había que medir más de 1,70, tener visión perfecta. Pero los tiempos fueron cambiando. Ahora no se hace tanto hincapié en la parte estética, pero sí en la técnica. No se puede ser piloto siendo bonita pero sin saber el manual. Aunque siempre los exámenes son rigurosos, ahora es más fácil ingresar, pero exigen tener un diploma y el examen físico es muy importante», afirma Angela.

DESDE HOLLYWOOD

La mujer de nuestra historia nació en Hollywood, un lugar ideal para quien creció con un talento creativo esa parte que también está latente en su vida (pero a ese punto llegaremos más adelante). Y aunque hay quienes creen que el comandar un avión le pudo haber traído problemas con los hombres, ella lo niega. Parecen haber pasado las épocas en que las solicitudes de mujeres para ocupar ese cargo eran rechazadas por el sexo masculino, como aparece en las historias escritas sobre las mujeres que intentaron entrar en ese mundo.

«Siempre me trataron de igual a igual, pese a que siempre hubo pocas mujeres. Pero es que estamos hablando de personas que no son pobres de mente, que tienen un pensamiento abierto porque llevan una vida muy interesante, viven viajando, conociendo, disfrutan de su trabajo. Como siempre, hay excepciones, pero fueron la minoría. Para mí es un gran honor que me dejen manejar estos aviones tan costosos. Es divertido. Manejar el avión es como ver un video game, con la diferencia de que en este juego nunca se puede perder», aclara, mientras afirma que ese cambio en la actitud fue acompañando los avances que también se produjeron en la aviación durante los últimos años, donde era más necesaria la fuerza que la maña para conducir una aeronave, mientras que ahora los mecanismos son más fáciles de maniobrar y anticipan qué es lo que va a ocurrir. Por esa razón, asevera Masson, «pese a que el tráfico aéreo es cada vez mayor, también es cada vez más seguro».

Angela pasa gran parte de su vida uniendo puntos entre los continentes. Entre cada viaje permanece tres o cuatro días en su casa, por eso, asegura le «es difícil programar actividades con su familia» y va postergando algunos intereses como aprender a bailar tango o introducirse en el mundo de las danzas árabes, confiesa. ¿Pero qué hay detrás de esa mujer que todos se sorprenden al verla salir de la cabina y que cada vez que se presenta las únicas palabras que escucha son de admiración y, a veces, de incredulidad?

Ser piloto le dificultó ser madre, pero no se lo imposibilitó. Su pequeña Athena, hoy entrando en la adolescencia, vive en un colegio en Baltimore, al que ella va a visitarla cada vez que no está viajando. Ambas son muy compañeras, a juzgar por la emoción que se vislumbra en los ojos de la capitana cuando la menciona. Suelen viajar juntas y para febrero tienen planeado volver a la Argentina (Angela llega a venir a Buenos Aires hasta tres veces por mes, pero nunca para quedarse), ir a Ushuaia y de ahí llegar hasta la Antártida. Es porque esta mujer de espíritu inquieto en sus vacaciones no quiere quedarse en casa, a pesar de que su trabajo precisamente es viajar.

Su hija creó un sitio de Internet, www.skycats.com, en el que relata las «divertidas aventuras» con su madre, como ella misma las describe, muestran fotos y hasta caricaturas creadas por Angela Masson, quien, además de tener varios récords en velocidad en las rutas comerciales (establecidos por la Federation Aeronautique Internationale) fue la primera mujer en comandar un 747. Claro que ese espíritu emprendedor debe estar latente en todas las mujeres Masson. Su hermana dirige un hospital y su madre hasta llegó a escribirle al rey de Marruecos para pedirle por la libertad de las mujeres en Africa. Contra todos los pronósticos, Su Majestad respondió la misiva e invitó a toda la familia a conocer su reino.

Su mundo creativo es extenso. Además de haber escrito algunas canciones, tiene un estudio de arte en el que toma los cuadros clásicos y los moderniza con distintas técnicas. «Una vez llevé a mi hija a las cuatro de la mañana a la playa en medio de una tormenta y le tomé fotos mientras el viento soplaba muy fuerte. Le tomé muchas fotografías en movimiento y luego con ellas armé cuadros. Eso es lo que pienso hacer cuando me retire (dentro de 5 años, ya que a los 60 la jubilación es obligatoria), dedicarme a la pintura y al arte, que es lo que me gusta, además de la astronomía». Quizás sea una forma de seguir conectada con el cielo que tanto le gusta, y ése que piensa, como Amelia Earhart, que en un futuro será surcado por más mujeres unidas a la aviación comercial.

LAS PRIMERAS MUJERES

Desde los inicios de la aviación, las mujeres han trabajado para ingresar en su historia. Así como Amelia Earhart y Jackie Cochran, de las que ya hemos hablado, hay muchos nombres que pueden sumarse a esa extensa lista de representantes femeninas que han dejado su huella, tanto en la aviación militar como en la comercial. Aquí algunos hitos:

  • Madame Marie -Madeleine- Sophie Armant Blanchard fue nombrada jefa del servicio aéreo de Napoleón Bonaparte en 1804. Volaba globos aerostáticos.

  • La baronesa Raymonde de la Roche fue la primera mujer en obtener su licencia de piloto. Fue el 8 de marzo de 1910.

  • Helen Richey fue la primera mujer piloto contratada por una aerolínea. En 1934 trabajó diez meses en la Central Airlines, pero renunció por presiones del sindicato.

  • Más de mil mujeres americanas participaron en la Segunda Guerra Mundial dentro del grupo Women Airforce Service Pilots. Entre algunas de las tareas que realizaron, estuvo la de transportar a los soldados al frente.

  • Valentina Tereshkova fue la primera mujer que voló al espacio. Salió el 16 de junio de 1963 a bordo de una nave Vostok 6, donde pasó tres días y completó 48 órbitas y casi 78 horas de vuelo.
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