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Las que perdieron atractivo
La suba en los valores de las expensas de los edificios hizo que la rentabilidad que deja este tiempo de inversión se vea perjudicada. Aun cuando los precios de los alquileres de espacios para estacionar están creciendo (en las zonas de la Capital Federal en donde no puede dejarse el auto en la calle superan ampliamente los $ 150 mensuales), las expensas llegan a equivaler 30% del valor que se cobra de alquiler. Por ejemplo, una cochera en un edificio de Palermo cuesta u$s 6.000, las expensas son de $ 65 y se puede alquilar a $ 160. Es decir, que la renta es de 6%.
«Es una excelente inversión, pero para quien tenga más de un millón de dólares», dijo a este diario Jorge Dorado, especialista en venta y alquiler de campos. En Buenos Aires, para tener un espacio dedicado a la ganadería, son necesarias al menos 500 hectáreas que no cuestan menos de u$s 1.200 (es decir, u$s 600.000 el campo).
El alquiler de ese campo se paga 70 kilos de carne por hectárea por año, o sea, unos u$s 600, lo que equivale a una rentabilidad de 10% anual (sin contar impuestos).
Para agricultura (soja o maíz), según este operador, los campos son mucho más caros y llegan a u$s 6.000. Esos terrenos se pagan entre u$s 180 y u$s 200 la hectárea de alquiler, dejando cerca de 3% de rentabilidad anual para el propietario.
Dorado explicó entonces que con entre los u$s 40.000 y u$s 100.000 que demandan las otras inversiones inmobiliarias urbanas sólo se podría invertir en un pequeño campo para producción que logre mantener una familia, por ejemplo, para lombricultura (en 3 o 4 hectáreas) o para establecer una quinta de tomates.
En Buenos Aires, en un radio de 100 kilómetros de la Capital Federal, los campos para ese tipo de uso no bajan de los u$s 8.000 la hectárea, pero se alquilan a u$s 350. Es decir, que dejarían una importante renta de más de 4%.
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