Un piloto civil que optó por la gastronomía y llegó a satisfacer el paladar de los presidentes del Mercosur. Si hubiese que resumir la vida profesional de este chef, tan sólo esas palabras bastarían para causar impacto. Leonardo Najle estudió gastronomía y trabajó en importantes cadenas hasta llegar al Ritz Carlton de Relaix & Chateux en Georgia, Estados Unidos. Un día cambió la comida de los estados sureños y tranquilos para volver a la Argentina. Y como siempre -según asegura- tuvo «suerte» en el trabajo (o siempre estuvo en el momento correcto en el sitio correcto), bastó con que decidiese ir a visitar Iguazú para quedarse en el puesto que ocupa actualmente. «Esta es una experiencia nueva, ya que no es lo mismo trabajar en un hotel con casino, donde los huéspedes son en extremo exigentes con ese tipo de cuestiones. Quienes vienen a jugar quieren tener lo mejor en el mismo lugar en que se alojan.» Son ellos los encargados de dirimir entre las delicias de Najle, tales como la sopa de brócoli presentada en un coco con pan de campo (precisamente una de las características de sus platos es adaptar los gustos de la ciudad a algo más rústico), los ñoquis de mandioca o el carré de cordero con costra de tomillo y menta, servido con canasta de papas asadas y morrones agridulces. En el Iguazú Grand Hotel, que cuenta con un Lobby Bar, la parrilla La Terraza y el restorán El Jardín, además del Café Magic, donde el 24 de agosto se presentó Julio Bocca como parte de su gira de despedida, todos los productos de panadería se elaboran en el lugar y ni siquiera, por gusto personal de Leonardo, se compran bases artificiales. Este chef, que ve en Puerto Iguazú un lugar ideal para aquellos a los que les guste estar tranquilos y en contacto con la naturaleza, exhibe como un motivo de orgullo haber sido en 2004 el chef de la Cumbre de Presidentes del Mercosur, a la que estuvo invitada, además, Venezuela. Y aunque él no tuvo contacto directo, Néstor Kirchner, Hugo Chávez y Lula da Silva, entre otros, se regodearon con su propuesta de menú -«en el que había cordero y soufflé de yerba mate», aún recuerda-, la que tuvo que pasar por rigurosos controles protocolares antes de llegar a los comensales. Un menú «cumbre» para su carrera.
El contenido al que quiere acceder es exclusivo para suscriptores.
Dejá tu comentario