22 de junio 2007 - 00:00

¿Lo sabías?

La mayor parte del tendido ferroviario se construyó entre 1870 y 1914 con capitales ingleses y franceses, llegando a ocupar el décimo puesto en el mundo, con un tendido de 47 mil kms de vías, lo que permitió la formación de pueblos al costado de sus vías y donde la llegada del tren desde Buenos Aires, era todo un acontecimiento. La gente del pueblo luciendo sus mejores galas paseaba por el andén de la estación, como si fuera la peatonal de una gran ciudad. Del otro costado de la formación ferroviaria, en donde no había andén, vendedores de todo tipo ofrecían a los pasajeros productos autóctonos, artesanías, pero también huevos y gallinas; nadie mendigaba.
Los ingleses, principales accionistas de los ferrocarriles, eran muy prácticos para la designación de los distintos ramales. El «Ferrocarril del Sud» era el que se desplazaba hacia el sur; el que se dirigía al oeste, «Ferrocarril del Oeste»; el «Buenos Aires al Pacífico» hacía el trayecto desde la Capital Federal a Mendoza y luego a Chile; el «Central Argentino» transitaba por el centro del país hasta Tucumán. Cuando nuestro país compró los bienes muebles, equipos y materiales, cambió los nombres por los de próceres.
«Red local» se denominaba a los trenes que llegaban y salían de las terminales de Retiro, Constitución y Once y cubrían un trayecto de unos 60 kilómetros. Tenían primera y segunda clase. Primera, con asientos tapizados, y segunda, de madera. Había trenes rápidos, que paraban sólo en una o dos estaciones y esto reducía considerablemente el tiempo del viaje, por ejemplo desde Castelar, rápido a Liniers y de allí a Plaza Once, de Constitución rápido a La Plata, parando en Temperley; en ese tren al medio día había coche comedor y el pasajero podía almorzar durante el viaje, que duraba una hora.
Osvaldo D'Agostino

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