8 de junio 2007 - 00:00

Muchas salidas tienen hoy como destino el país

Un gigantesco cruce de caminos es la figura que describe a la perfección la fisonomía que adopta la Argentina durante las vacaciones de invierno. Y eso se da en virtud del intercambio de destinos que se pone en práctica mediante masivos éxodos y arribos -por aire y tierra- desde y hacia todas las regiones del país.
Los porteños están entre los grandes protagonistas de esta particular trashumancia turística. Se lanzan hacia todos los puntos cardinales huyendo de la trajinada ciudad y dejando su habitual espacio para que lo disfrute la gente del interior, que aprovecha la temporada fría para volver a deslumbrarse con la siempre renovada Buenos Aires.
Nieve en Mendoza y la Patagonia; turismo aventura en la región Noroeste, descanso reparador y recorridos históricos en la región Central, y termalismo en la Mesopotamia son motivos de atracción que algunos reiteran y otros descubren todos los años.
La costa atlántica también ocupa un lugar en las preferencias, con la atractiva melancolía del invierno frente al mar, al igual que el ascendente turismo de «escapadas» o de carácter histórico-cultural que ofrecen los pueblos del interior
bonaerense
.
Así como muchos porteños salen en todas direcciones, como fuerza equilibradora, desde el interior del país llegan miles de turistas a Buenos Aires. La metrópolis cosmopolita los espera con su cartelera repleta de espectáculos, sus luces y su historia. Un imán que también atrapa a muchos porteños que intentan recuperar el tiempo perdido y redescubrir «su casa»
-ésa de los míticos cien barrios porteños, que en realidad son cuarenta y ocho- al menos por quince días.
El escape desde la Capital y el conurbano comenzará este año el sábado 21 de julio, durante las dos ajetreadas semanas de receso escolar. Pero el sector turístico
-que vive tiempos muy optimistas, más allá de la crisis aerocomercial- mide la temporada invernal por lo menos hasta mediados de setiembre, teniendo en cuenta un extendido ciclo de nieve esquiable y las vacaciones en distintas provincias.
Surgen optimistas sonrisas entre los operadores en el momento de medir los resultados de la evolución de la actividad turística y establecer las expectativas a partir de allí.
El año pasado, unos 11 millones de personas arribaron a todos los destinos del país entre mediados de julio y setiembre. Ellas
-argentinas y extranjeras- generaron un movimiento económico que rondó los 5.800 millones de pesos.
Ese positivo escenario del último invierno, que marcó un crecimiento superior a seis por ciento respecto del ciclo anterior, marca una tendencia claramente favorable que se mantendría y hasta superaría este año.

Pablo Domini

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