Escribe Horacio Fabiano |
Nueva York. Por la calidad de su colección permanente y el nivel de sus exposiciones temporarias, el Museo de Arte Moderno de Nueva York es una de las instituciones culturales más importantes del planeta y el principal referente del arte contemporáneo. Con un presupuesto millonario, y en pleno proceso de una ampliación que doblará la superficie del museo a 58.000 metros cuadrados para el año 2004, con un costo que asciende a 600 millones de dólares, la imagen del MoMA es la de un gigante dinámico y eficiente al que nada ni nadie podría afectar. Glenn Lowry, su director desde 1995, aún conmocionado por los atentados del 11 de setiembre, conversó con Ambito Financiero, explicó cómo repercuten en el panorama del arte, de los museos en general y del MoMA en particular. Lowry pasa revista al nuevo escenario en el que deben desarrollarse las actividades ya programadas.
Es que los dólares y los visitantes que antes entraban a raudales, ya no lo hacen en la misma cantidad. El turismo que llenaba las salas y gastaba dinero en las tiendas del museo está en retirada y los norteamericanos, que se volcaron de lleno a ayudar a las víctimas de los atentados, hicieron que la filantropía dirigida a la cultura se viera de golpe reducida de modo considerable. Pese a todo, Lowry continúa optimista y se mantiene firme en la meta de construir la nueva sede.
Periodista: ¿Cuál es el rol que deben cumplir los museos y qué tienen para ofrecer en un momento de crisis como el actual?
Glenn Lowry: Creo que los museos juegan un rol muy importante en la construcción de sus comunidades. No son solamente lugares donde uno puede encontrar obras extraordinarias y tener la experiencia única de comunicación con los artistas, sino que también son espacios sociales adonde uno va para compartir vivencias tanto con amigos como con desconocidos. Los museos son lugares seguros, donde uno puede disfrutar, relajarse y hablar. Los museos juegan un papel especialmente importante en tiempos de crisis porque actúan no tanto como santuarios sino como espacios que ofrecen una alternativa a las dificultades y frustraciones de la vida diaria. Pienso que la situación económica en general va a aportar muchos desafíos para las instituciones culturales. El problema es el manejo de programas y presupuestos en tiempos difíciles. Creo que la gente seguirá interesada en las artes visuales y continuará
visitando museos, los artistas seguirán produciendo obra y los coleccionistas e inversores continuarán comprándoles. Lo que sí estamos viendo ahora es una actitud más cauta en cuanto a la programación y la organización de exhibiciones, pero no creo que sobrevenga un cambio fundamental en la actitud general de la gente para con el arte.
P.: De sus palabras se desprende que la gente seguirá invirtiendo en arte. ¿Cómo ve el mercado en general?
G.L.: Las obras extraordinarias seguirán teniendo compradores que están preparados para gastar considerables sumas para poder poseerlas. El éxito de la subasta de la colección René Gaffé a beneficio de UNICEF, que se realizó en Christie’, es un perfecto ejemplo de esto. Era una colección armada con una tremenda inteligencia, con trabajos verdaderamente importantes y en muy buenas condiciones. En cambio, las obras cuya calidad no es importante no van a marchar bien en esta economía y así lo demuestran algunas ventas realizadas donde los precios fueron más bajos y los porcentajes de trabajos sin vender fueron altos. Creo en la inteligencia de los inversores: en épocas difíciles es normal que la gente coloque sus ahorros en fondos que se perciben como más seguros y el arte es probablemente mucho más seguro ahora que la Bolsa. Pero insisto, en este mercado la calidad y la originalidad son clave.
P.: ¿Puede haber algún riesgo de censura en el arte en este momento tan delicado de historia de los Estados Unidos? ¿Qué tan importante es para un museo ser políticamente correcto en la actualidad?
G.L.: No creo que un museo deba ser políticamente correcto. Estoy convencido de que debemos presentar y promover el arte con criterios que van más allá de la corrección política. Tampoco he visto ninguna presión ni de censura ni de autocensura, al menos hasta el día de hoy. Y espero que eso nunca pase.
P.: ¿Qué piensa que se puede hacer para promover el arte en un momento tan difícil como el actual?
G.L.: La razón por la que luchamos tan firmemente por preservar nuestras libertades, nuestros derechos y nuestra democracia es precisamente porque valoramos las dimensiones cívicas de nuestro estilo de vida y la cultura es el centro de todo esto. La noción que sostiene que porque haya crisis financiera o porque se produzcan terribles batallas deberíamos olvidar las razones por las que estamos luchando es equivocada. Pienso que aunque luchemos en Afganistán o estemos inmersos en una recesión, debemos seguir recordando que somos seres humanos y que tenemos vidas que deben existir no sólo fisiológica sino también intelectualmente.
P.: En la Argentina, por nuestras constantes crisis económicas, puede plantearse el dilema de si se debe apoyar el arte y la cultura o utilizar ese mismo dinero para cubrir las necesidades básicas de la gente. ¿En este momento de crisis, los Estados Unidos pueden experimentar este tipo de dilema?
G.L.: Obviamente, en la Argentina hay una crisis económica más severa que aquí y es posible que la cuestión se plantee en otros términos. Aquí hay un debilitamiento económico, pero después de una década de prosperidad increíble aún existe un tremendo soporte financiero dentro del mismo sistema. Es cierto que hay presiones sobre todos los presupuestos, cuando la masa disponible de dinero del gobierno y de los particulares es cada vez más escasa. Pero no creo que se trate de si hay que apoyar los hospitales a expensas de la educación o los museos. Creo que es una cuestión de cómo vivir con una disminución de recursos que afecta a todos.
P.: ¿Se vieron afectadas las finanzas del museo tras los atentados del 11 de setiembre?
G.L.: Sí. Las grandes instituciones están afectadas por la gran dependencia que tenemos de la filantropía privada. Uno de los resultados de los atentados es que todos los que tenían algún dinero para dar, ahora lo están dando a los fondos para ayudar a las víctimas de los atentados y eso significa que hay menos dinero disponible para ayudar a otras iniciativas. Si combinamos esto con el debilitamiento económico, hay aun menos dinero, situación que causa un tremendo problema para cualquier institución cultural.
P.: ¿Existe alguna estrategia para volver a atraer a los donantes y sponsors para que den apoyo económico al museo?
G.L.: Tenemos muchísimas estrategias, pero la realidad es que uno nunca puede recuperar el dinero que se perdió. Tenemos estrategias para mantener las cosas estables. Fueron semanas muy duras, pero estábamos manejando un presupuesto muy sano y las cosas no están en cero. Nuestros amigos continúan haciendo sus aportes, aunque sí hubo una caída en los ingresos de 20 o 30 por ciento.
P.: ¿Mantiene contacto con los amigos que el MoMA tiene alrededor del mundo?
G.L.: Estamos trabajando con nuestros donantes todo el tiempo, las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 365 días del año. Lo que hacemos es asegurar que nuestros amigos ya sea en América del Sur, en Asia, en Europa o en los EE.UU., tengan presencia permanente en la vida del museo.
P.: ¿Las dificultades pueden llegar a poner en peligro la continuidad de las obras de ampliación?
G.L.: Espero que no. Estamos muy enfocados en este proyecto.
P.: En estos últimos años hubo récord de asistencia a los museos. ¿Cree que la tendencia continuará?
G.L.: La cantidad de visitantes cayó en todos los museos de Nueva York y del resto de los EE.UU. porque está dominada por el turismo, que disminuyó luego de los atentados. Aunque en las últimas tres semanas hemos visto un gradual retorno de los turistas y confiamos en que cuando las cosas se normalicen, la cantidad volverá a ser la de antes. También se observa una diferencia en el tipo de público que viene al museo. Ahora es un público más local y esto hace que nuestros ingresos bajen porque esta gente gasta menos en los restoranes y las tiendas del museo. Ahora cada persona que entra en el museo gasta en promedio 5 dólares y antes, cuando venía el turismo internacional, el gasto era de 20 o 30 dólares.
P.: ¿Qué está pasando con la asistencia a la exhibición de Alberto Giacometti?
G.L.: Por suerte está teniendo la cantidad de visitantes esperada.
P.: ¿Hay alguna exhibición proyectada de arte latinoamericano en el corto o mediano plazo?
P.L.: Vamos a tener una en junio de 2002 que está organizando Paulo Herkenhoff, nuestro curador de arte latinoamericano y contemporáneo. Se va a llamar «Tempo», y será una visión del arte contemporáneo que incluirá obras de muchos artistas de América latina.
P.: ¿En qué quedó la idea de llevar a Buenos Aires una muestra de arquitectura que incluyera el proyecto del nuevo edificio del MoMA del japonés Yoshio Taniguchi?
G.L.: Las cosas en la Argentina están más lentas desde que estuve ahí la última vez. Siempre estoy abierto a la idea de hacer cosas junto con los colegas de Buenos Aires y de cualquier otro lugar. Pero mi percepción me dice que todo esta muy parado por allá.
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