22 de octubre 2004 - 00:00

Recomendable: dormir una noche en árboles viendo beber a las fieras

La escalera de ingreso al hotel. La reina Isabel de Inglaterra lo visitó en 1983. Pero antes, en 1952, se alojó allí por primera vez cuando aún era princesa. Esa noche murió su padre, el rey Jorge IV, por lo que se dice que Isabel subió al Treetops como princesa y bajó como reina
La escalera de ingreso al hotel. La reina Isabel de Inglaterra lo visitó en 1983. Pero antes, en 1952, se alojó allí por primera vez cuando aún era princesa. Esa noche murió su padre, el rey Jorge IV, por lo que se dice que Isabel "subió al Treetops como princesa y bajó como reina"
  T enía 16 años cuando mi padre, incansable viajero, me llevó por primera vez. Me quedó en la memoria, pero lo gocé mucho más al retornar, ya de grande. Pese a haber conocido grandes hoteles en el mundo, me sigue pareciendo el más simpático, el más añorado el Treetops de Kenia, en Africa. No es muy conocido en la Argentina, pese a su antigüedad (comenzó en 1932 y fue ampliándose), como sí lo es en Europa. Tiene una característica-única: es un hotel sin cimientos de concreto, sino montado sobre árboles agrupados, complementado con troncos como pilotes-sostén junto a una laguna iluminada de noche. La gracia es que alternativamente durante el día, pero sobre todo en la noche, uno ve desde lo alto -a no más de 10 metros, cómodamente asomado desde un ventanal-a la fauna salvaje de Africa que viene a tomar agua. Tiene sólo 50 cuartos dobles.
Recuerdo que viajé tres horas desde Nairobi, capital de Kenia, en combi. A eso de las 6 de la tarde uno sube por una escalera angosta de madera al hotel y luego, por seguridad, se la clausura y no se puede salir hasta el día siguiente porque con la oscuridad, salvo los faroles eléctricos desde lo alto del hotel, llega el momento de las fieras del parque natural Aberdare.El Treetops está dentro de la zona de vida salvaje.
Estar en un hotel sobre árboles con ramas que lo atraviesan por pasillos y comedor es una aventura inolvidable. Se cena y desayuna en largas mesas comunes con bancos de madera sin respaldo, todo muy comunitario entre los huéspedes. Cada habitación ahorra espacio al máximo, lógicamente, y para eso tiene cama doble con sólo dos lados libres por estar apoyada contra dos paredes, y un pequeño pero adecuado baño individual con ducha.
En cada habitación hay una chicharra que suena en la noche cada vez que aparecen nuevos animales a beber. Usted dormita y se levanta para verlos a metros desde las amplias terrazas o desde su propia habitación. Eso sí, advierten no correr el alambrado protector, porque se puede encontrar con el ingreso al cuarto de baboons, monos de 70 cm que suelen andar entre los árboles del hotel. Cuando se cansó de ver beber mansamente a metros suyo elefantes, rinocerontes, búfalos, leones, ciervos y otras especies, toca un botón y la chicharra ya no sonará más para que duerma, aunque en verdad no tiene mucha gracia porque lo más habitual en el Treetops es pasar una noche y en total menos de un día, cenando y desayunando, todo con comida típica y menú fijo.

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