27 de noviembre 2009 - 00:00

Un relato que comenzó con los velocípedos

La industria del juguete en Argentina se inicia tímidamente en las últimas décadas del siglo XIX y su desarrollo puede ser dividido en diferentes períodos caracterizados por la tecnología aplicada a la fabricación, la envergadura de las fábricas, la organización del gremio y el vínculo entre industria e infancia.

Un primer período se inicia hacia 1870, con la aparición de algunos pequeños talleres dedicados a la fabricación de velocípedos, los primeros juguetes que se hicieron en el país. El Censo de 1910 menciona la existencia de cinco establecimientos de este tipo ubicados en la Ciudad de Buenos Aires, cuyos dueños eran todos inmigrantes. Los juguetes elaborados eran inaccesibles para la mayoría de los chicos, pero los pioneros de la fotografía infantil los incluyeron en la escenografía de sus estudios dándoles de ese modo un lugar de privilegio en las imágenes de una infancia ideal.

A principios del siglo XX surgen firmas que elaboran juguetes de papel y cartón vinculados a los populares carnavales- y juegos de sociedad que requerían una adaptación al idioma y a la idiosincrasia nacional. Estos juguetes conviven con los importados que constituyen la mayor parte de los disponibles en bazares y jugueterías.

Las consecuencias del estallido de la Primera Guerra Mundial favorecen el desarrollo de estas fábricas ya existentes y la apertura de otras, igualmente pequeñas. Este período culmina en 1935, cuando se empiezan a producir en Buenos Aires los primeros juguetes de hojalata Hojman, Matarazzo y FAM-.

Mayor producción

A partir de entonces, y hasta 1946, se da un segundo período marcado por el ingreso de nuestro país a una economía de sustitución de importaciones y la actividad fabril de más de 35 establecimientos en condiciones de responder a la demanda interna. Este proceso se intensifica durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de una industria desorganizada aún en términos gremiales, muy artesanal en sus procedimientos productivos y marcada por cierta improvisación, aunque pujante y con perspectivas de desarrollo.

Entre 1946 y 1955 se da un tercer período dominado tanto por las políticas de protección infantil como por la tendencia industrializante que caracterizaron al gobierno peronista. La industria creció notoriamente gracias a la compra, por parte de la Fundación Eva Perón, de juguetes para repartir entre los niños, y a otras normativas que favorecieron el acceso de los sectores populares a nuevos bienes. En 1947 había 259 establecimientos dedicados a fabricar juguetes,

En 1955, se inicia un cuarto período caracterizado por el auge de los juguetes nacionales y un marcado desarrollo de la industria. Entre 1960 y 1978, la industria proveyó casi la totalidad de los juguetes con los que jugaban los niños argentinos y las marcas nacionales fuesen tan prestigiosas como lo habían sido las importadas en las primeras décadas del siglo. Este período cierra con la apertura a la importación del gobierno de facto.

El último período se inicia con una industria debilitada. De 1980 a 1994 se produce la retracción casi total de la actividad del sector que lleva a un escenario de desmantelamiento. Entre 1991 y 1992 cierran 61 fábricas, otras se achican, algunas se reconvierten en firmas importadoras o continúan con una actividad mixta. También el tipo de productos cambió sustancialmente: los diseños de los juguetes se vincularon más que nunca a la televisión y al cine y se generalizó el uso de licencias internacionales.

En los últimos años, la industria juguetera ha venido revirtiendo las consecuencias de la fuerte desindustrialización de los 90.

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