8 de junio 2007 - 00:00

Una eterna amiga que volvió a resplandecer

Una eterna amiga que volvió a resplandecer
Escribe Andrea Fernández Enviada especial

Comiencen a esparcir la noticia. Hoy me voy. Quiero ser parte de ella, Nueva York, Nueva York. Estos zapatos de vagabundo extrañan caminar justo por su corazón. Quiero despertarme en una ciudad que nunca duerme y encontrar que soy un número uno.» ¿Quién no se siente tentado en seguir los pasos de Frank Sinatra hacia la Gran Manzana? Algunos la ven como un shopping, y otros, como el sitio para reencontrar sus raíces en el Museo de la Isla Ellis. Muchos llegan para deslumbrarse una vez más en los shows de Broadway y otros para caer extasiados en los museos. Unos pocos querrán caminar por Central Park y otros buscarán las huellas que dejaron algunos films y series de televisión en las calles de NY. Tan disímiles son los intereses que pueden llevar a una persona a la Gran Manzana como diferentes los idiomas que se escuchan por sus veredas y las vestimentas que se aprecian. No en vano se la llama la «capital del mundo», por cuyas calles se cruzan el turista argentino con el inmigrante hindú con su «deli» y el taxista albanés, mientras para otros se convirtió en el lugar en el que pudieron comenzar a hacer realidad sus sueños, utilizando el cliché de las típicas películas hollywoodenses en las que la joven llega a la «gran ciudad».
Si es poco el tiempo que se tiene para disfrutar la ciudad, una de las mejores formas para comenzar a ver o rever sus lugares es separarla en zonas. Principal: tomar un mapa de Manhattan y dividirlo desde el Central Park hacia Battery Park.
Uno de los recorridos puede comenzar en la Quinta Avenida con la 88 Este. Allí está el Museo Guggenheim. Caminando hasta la 81 aparece el Museo Metropolitano de Arte (familiarmente, el «Met»). Es cierto que conocer en detalle cada museo puede llevar horas y si el tiempo es poco, es mejor detenerse en las secciones de interés, o en uno solo.
No se precisa ser fanático de los Beatles para cruzar el Central Park hacia el Oeste y caminar hasta la calle 72. Siempre habrá gente en esa esquina. Un edificio de color ladrillo, no demasiado llamativo salvo por dos llamas que siempre están prendidas. Un cartel señala: «No pasar» y sólo se sabe cuál es su nombre porque aparece grabado en el uniforme de los dos porteros: Dakota. El 8 de diciembre de 1980, ese lugar cobró trascendencia cuando Mark Chapman mató a John Lennon de un disparo.
El lugar se convirtió rápidamente en un santuario para quienes habían crecido con su música y lo sigue siendo hoy para aquellos que lo recuerdan. Sólo basta cruzar la calle para descubrir en Central Park la zona de Strawberry Fields, donde una inscripción en el piso recuerda al líder beatle con una sola palabra: «Imagine». Siempre se escuchan los acordes de algún guitarrista que se acerca a rendirle homenaje. Es momento de seguir caminando por el gran parque, en el que se cruzan los carruajes tirados por caballos, los ciclistas,
los corredores y unos cuantos niños que se acercan a jugar béisbol.
Al llegar a la salida del Central Park, en las inmediaciones surge el transbordador aéreo a la isla Roosevelt, la torre Trump y el inicio de la quinta avenida, donde pronto aparecerán las primeras marcas del mundo, deslumbrando siempre con lujosos locales como el de Cartier. Para los niños o para los grandes que quieran volver a sentirse como tales, Disney Store está siempre presentando novedades (en este mes, con el nuevo merchandising de «Los piratas del Caribe 3»). Es bueno estar atento a los shows que en algunas oportunidades realizan sus personajes.
La recorrida sigue por las vidrieras de Banana Republic y Saks o en los escaparates de Macy's... o entre las mesas de imitaciones de carteras Luis Vuitton o de Prada que vendedores callejeros ofrecen a 25 dólares sobre la misma avenida.
Dualidades
Quienes se dedican al turismo aseguran que los europeos aún tienen esa visión del subte de Nueva York con los vagones pintados y la inseguridad. Por eso son la mayoría los que optan por los recorridos en los double decker. Los sudamericanos, sobre todo los argentinos, son quienes más utilizan este medio que permite llegar en tan sólo 20 minutos de la 50 y Lexington a Wall Street, y de ahí al Battery Park, para esperar el ferry hasta la Estatua de la Libertad y la Isla Ellis. Pero antes, una recorrida por el Distrito Financiero, ése en el que no se nota la diferencia entre un sábado y un lunes, ya que es permanentemente invadido por los turistas que se sacan fotos con el famoso toro o se sientan en la Trinity Church a descansar entre las tumbas del cementerio (una de las tantas dualidades de la Gran Manzana). Todos se hacen un momento para ir hasta la Zona Cero, donde hoy se está construyendo la Torre de la Libertad.
Después del homenaje, todos se dirigen a tomar el ferry para ir a la Estatua de la Libertad. Esto puede tomar entre cuatro o cinco horas y si se puede evitar hacerlo los fines de semana, mejor. La demora es por las largas filas en las que se conforma una verdadera Torre de Babel. Y las medidas de seguridad, que están presentes en todos lados (quienes no viajan desde 2001 encontrarán que hay fuertes operativos desde la Biblioteca Pública hasta la Estación Central y el Empire State). Un matrimonio de Zimbabwe espera con sus hijos, detrás de una rubia de Colorado y delante de una pareja de la India. El horario es de 9 a 17. El ferry hace una primera parada en la Isla Libertad, donde se puede rodear la estatua pero no subirse. Desde los ataques a las Torres Gemelas, eso requiere unos pases especiales que deben conseguirse con anticipación y que no son fáciles de lograr. De allí al Museo de la Isla Ellis (el último ferry sale a las 15.25 desde la Estatua), para tener sólo una idea de cómo era la llegada de los inmigrantes que buscaban la nueva tierra. Los que no eran recibidos, esperaban allí la repatriación, mirando cómo la tierra añorada estaba tan cerca. Hay además un centro de información para quienes busquen datos de sus antepasados.
A la vuelta, tomando la avenida Broadway, según donde se doble, se pasará por Tribeca, Soho, Chinatown (donde todos van con sus valijas vacías para llevarlas llenas al hotel), Little Italy y Greenwich Village. Es en esta zona donde un edificio ha tomado interés turístico. Se trata del departamento en el que «vivían» los amigos de la serie «Friends», lugar que en los últimos años (incluso hay recorridos guiados que llevan hasta allí) se ha convertido en una zona para fanáticos que se acercan a sacar fotos.
Abanico de posibilidades
¿Cuántas cosas se pueden hacer en Nueva York? ¿Acaso alguien piensa que las posibilidades se agotan en tres días, una semana o un mes? ¿Quizás habrá algún turista que aún no se haya dado cuenta de que siempre hay lugares ignotos para descubrir en la Gran Manzana? Como South Street Seaport (ese lugar que era sólo un barrio portuario hasta que se recuperaron todos sus edificios). Un faro identifica la zona donde comienza. Pocos saben que ése es en realidad un monumento para recordar al Titanic (un español que tiene un bar en la zona bromea con que «no quisieron hacer nada más grande porque el barco no llegó»), desde donde se llega al Pier 17, el más conocido de los puertos, donde se puede elegir entre varias actividades. De allí una caminata por el Puente de Brooklyn. Por la noche, una de las tantas obras de Broadway. Para eso, los dos caminos de siempre: o planearlo con anticipación o comprar las entradas de último momento en la 46 y Broadway, en el Times Square, donde se puede ver desde una pareja hasta cinco chicas gritando desde una limousine blanca. Las más buscadas son «Wicked» (la historia que continúa al Mago de Oz) y «Mamma Mia» (basada en las canciones de Abba). Siguen «Los miserables» y «El fantasma de la ópera», y en julio termina «La Bella y la Bestia», uno de los clásicos de Disney. También están quienes prefieren las obras del Off Broadway.
Seguramente tres días no serán suficientes. Porque hay miles y miles de caminos por seguir. La quinta avenida, pero de Brooklyn, la Avenida de la Muerte en Queens (algunos de los que propone la revista «Time Out») o el zoológico del Bronx. ¿Cuál siguen sus zapatos?

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