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“YO NO ELIJO MIS OBSESIONES, TENGO UN PROYECTO ROMANTICO”
se instalaron en Buenos Aires varios espacios que exhiben y comercializan arte
contemporáneo con el mismo empeño. Todos invierten fondos propios con el objetivo
de mostrar lo que se produce en la Argentina de hoy. Son proyectos a largo plazo
que no sólo implican instalar una galería o un espacio según el institucionalizado
término de marchand (quien intermedia comercialmente y en términos de posicionamiento
entre artista y público), sino asumir una función didáctica, curatorial, cultural,
investigadora, de difusión y de proyección nacional e internacional. Esto significa,
por un lado, una redefinición del término «galerista», ya que ninguno se identifica
con él plenamente y lo consideran bastardeado, con su connotación básica de la
idea de comercialización. Florencia Braga Menéndez, ex directora de Blanca y a
punto de abrir su nuevo espacio (Florencia Braga Menéndez Arte Contemporáneo),
comenta: «Prefiero pensar mi praxis como museológica, no como marchand; lo mío
es más un proyecto curatorial». Esta redefinición se asocia con un cambio en el
enfoque elegido al instalar estos espacios. Básicamente, se defienden las obras
de arte para introducirlas en el mercado, pero sin ponerlas en el primer lugar
que ocupan los artistas con quienes trabajan. Según Ana Torrejón, directora del
espacio que comparte con Horacio Dabbah: «El proyecto consiste en dar difusión
y organizar un sitio que muestre lo más interesante que ocurre en el mercado argentino».
Lucio Dorr director junto a Santiago García Aramburu de Duplus, espacio sin fines
de lucro, asume que su idea es «crear un diálogo cercano y fluido con los artistas».
Braga Menéndez también admite: «El vínculo fuerte son los artistas». Y es más,
su propósito es: «Organizar estrategias que potencien la lectura de la producción,
que den sentido al universo personal del artista y que la curación sea mutua,
porque yo estoy a su disposición». Cecilia Garavaglia agrega: «Mi idea es que
el artista se sienta cómodo, que tenga voz». Así, espacios como Gara, Crom/Carvajal,
Dabbah Torrejón, Duplus, Belleza y Felicidad, Florencia Braga Menéndez Arte Contemporáneo,
entre otros, ponen en el tapete del circuito artístico nuevas fórmulas de exhibición,
de curaduría, de proyección, de relación con el público y cambian el planteo de
intereses. Borran fórmulas tal vez estancadas. Cierta carencia debe de haber estado
latente. Garavaglia cuenta que percibió que faltaba el contacto cotidiano con
el arte. «Especialmente un lugar para mostrar lo que se estaba produciendo en
el momento». Y como asegura Arturo Carvajal: «Si se logró generar un polo de convocatoria»,
es porque se descubrieron (y se siguen descubriendo) necesidades. El instinto
de los demás fue similar. Braga asegura que parte de su trabajo es: «Reformular
las exhibiciones, con la idea de generar un espacio de óptima circulación, que
permita una relación íntima entre producciones culturales, artistas y público».
Desligar la obra de arte de la pura idea de objeto material dentro de un contexto
de paredes pretenciosas y eventos invadidos de una estética de show business es
también parte del juego. Carvajal no se casa de repetir: «El arte es hoy el único
espacio que da lugar a lo trascendente. Lo que damos en la galería es calidad
de vida», y agrega parodiando a un broker: «Ofrecemos las mejores acciones». Los
objetivos están más relacionados con lograr, como dice Florencia Braga, «que el
discurso didáctico se discuta para que sea constructivo y para sentir que nuestra
práctica funciona, no por novedoso sino por real. No me interesa proyectar la
idea de la relación 'arte = mucho dinero en la pared'». Entretanto, Torrejón añade:
«Buscamos que se patrocine lo genuino: la obra». Lograr transmitir que el arte
«te ayuda a ampliar tu mundo vital», supone una educación planteada a largo plazo
y de un alcance cada vez mayor. Más aún si se intenta instalar con la posibilidad
de ser profesionales. Dorr y García Aramburu solventan cada una de sus muestras
y las apoyan editorialmente con el estudio de diseño gráfico que es independiente.
Carvajal se dedica paralelamente a la producción musical y Florencia Braga Menéndez,
a la docencia y otras actividades. La polifuncionalidad laboral es en este ámbito,
condición sine qua non. Pocos tienen el apoyo permanente de un mecenas. El patrocinio
de largo plazo todavía no existe, al igual que el coleccionismo corporativo. A
esto se suma que el grueso de la gente no sabe comprar. Según Carvajal: «No siempre
existe un problema de dinero, sino de no decisión, de no asumir un compromiso
mayor con la cultura». Pese a todo, cada uno transmite un balance positivo. Saben
que es casi imposible que de un día para otro un espacio de arte se autosustente.
Sus resultados son más que favorables: muchos de sus artistas se han posicionado.
A largo plazo ya han generado expectativa de parte de la gente. Como dice Braga
Menéndez: «No tengo un mango, pero para mí es importante salir al ruedo en un
tono agresivo. Tener un ojo enamorado es un beneficio extra. Hay que confiar en
uno mismo, lograr que el lazo con la obra y el artista sea real, casi orgánico.
Hay que pensar con hidalguía y tener el arte en la tripa».
Alejandra Aguado
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