15 de junio 2007 - 00:00

Hay que contrarrestar la destrucción sistemática

Señor Director:

Considero que el problema que se ha suscitado en el colegio Carlos Pellegrini es producto del mensaje que la sociedad toda viene recibiendo de sus gobernantes, y que exhala cierto tufillo a teoría abolicionista de la acción punitiva penal que le corresponde al Estado como único y legítimo usuario de la fuerza. Los que preconizan esa teoría, entre ellos Mariano Ciafardini entre nosotros, dicen que los pueblo de los países de América latina han sufrido demasiado como para que se les coarte de alguna manera su libertad. Carta blanca, entonces. Que en nombre de la reivindicación de sus sufrimientos y de la instalación subsiguiente de una «democracia» participativa que cuestione todo, se permita una situación de permanente deliberación que destruya el tejido social, las instituciones, la nación toda.

La idea fuerza es «si no me gusta, aunque sea legítimo, lo cambiaré de cualquier manera». Este pensamiento prima en todos los estratos sociales, y la juventud es un formidable-caldo de cultivo para que prospere, por su condición de natural rebeldía. Tal condición es aprovechada por fuerzas de la izquierda profunda que conoce al dedilloel hecho de «ocupar espacios» y de hacer «trabajos de base». Creo que debemos reflexionar y, sin dejarnos llevar por pasiones o posiciones extremas, los ciudadanos que aún conservamos la templanza contemplemos la posibilidad de realizar también acciones que contrarresten la tarea de destrucción sistemática que se no ha ido imponiendo. Eso podemos hacerlo en nuestros hogares con hijos, nietos y cuanto allegado preste oído a nuestra prédica. Me remitiré a un solo ejemplo que bien puede ser seguido por cualquier individuo no ideologizado, son los principios de administración propuestos por Henri Fayol. De los 14 originales rescato la autoridad, la disciplina, la jerarquía y el orden. Son suficientes.

José María Schettino
DNI: 4.264.936

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