Hay preocupación en el sector de autopartes por varios temas. Uno de los principales es el desbalance comercial con Brasil, algo que ya no sucede con los vehículos terminados por el boom exportador. El tema de las piezas es que el éxodo de empresas que hubo en los últimos años dejó mal parada a esta industria, y con la recuperación en la producción de las fábricas de autos aquí hay un fuerte flujo importador, y esto se ve en el contenido nacional de los vehículos que se hacen en la Argentina. Dicen que cuando se habla de «contenido nacional de 80%» se llega incluyendo la mano de obra, pero que el real es menor a 60% y que está siendo muy difícil aumentarlo. También se comenta que con la demanda laboral que hay en las terminales, éstas están «robando» operarios especializados de los autopartistas, lo que va a generar mayor presión salarial en estas empresas para evitar perder mano de obra calificada. Otro dato que se comentó en el Salón es que no se lo veía con su mejor humor por estos días a Rodolfo Acchille, titular de la Asociación de Fábricas de Autopartes (AFAC), porque tenía preparados anuncios de inversión en el sector por unos u$s 300 millones pero que, ante los u$s 3.500 millones que le presentó ADEFA a Kirchner, se dio cuenta de que no podía competir.
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Hablando del tema laboral, llama la atención un dato que arrojó un directivo de una empresa que está incorporando personal: 85% de la gente que están tomando corresponde a ex empleados de esa misma compañía que fueron despedidos o se acogieron al retiro voluntario durante la crisis.
Si bien es cierto que el mundo está globalizado, en la práctica hay hechos que demuestran que todavía las distancias importan. Es el caso de Toyota con el cortocircuito que hubo a partir de una misión empresarial organizada por el gobierno bonaerense a Japón encabezada por la ministra Débora Giorgi. En una visita a la automotriz en aquel país, los periodistas que cubrían el viaje les preguntaron a los directivos de la empresa sobre los planes de inversión en la Argentina. Quizás pensando que las declaraciones hechas tan lejos se iban a desvanecer en el aire, hablaron con sorpresiva locuacidad: dijeron concretamente que estaban definiendo una inversión de u$s 300 millones para producir un auto chico. La noticia, obviamente, impacto aquí porque si bien es un tema del que se viene hablando hace tiempo nunca se planteó de manera tan directa. Incluso porque, si bien es cierto que la inversión se piensa hacer, no se sabe en qué país de la región (se pelea este proyecto con Brasil), pero desde Japón no tienen tan clara la rivalidad que existe aquí y piensan de manera regional. El presidente de la filial local, Eduardo Borderes, no pudo evitar que en la inauguración del Salón se lo acosara con este tema. «Hoy no estamos trabajando en eso. Nuestros planes son a largo plazo», repitió una y otra vez. Pero más allá de la diplomacia del ejecutivo minimizando la cuestión, el tema provocó cierto revuelo. Eso quedó claro con el mensaje que llegó al día siguiente de los periodistas que seguían de viaje por Japón. Tanto desde los funcionarios de Felipe Solá como de la empresa se les «pidió» no enviar más información a la Argentina sobre el tema.
Citroën, con el lanzamiento de su C4, es una usina de noticias. Es tanta la expectativa que hay por este modelo (se logró hasta la visita del director de cine Francis Ford Coppola al stand de la marca) que desde la empresa aseguran que está potenciando las ventas de otros modelos. Por ejemplo, con la versión deportiva VTS están sorprendidos por la fuerte demanda. Pensaban vender unos 30 vehículos este año desde su lanzamiento en mayo, y ya llevan comercializadas 150 unidades con un horizonte, ahora, de 300 vehículos para todo 2007.
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