El jueves pasado los emprendedores digitales vimos cómo el congreso nacional daba media sanción a la modificación de la Ley de Economía del Conocimiento. Proyecto que había sido sancionado en el ejercicio 2019 pero que sufrió modificaciones y logró, de ese modo, un consenso casi absoluto por parte de la cámara baja del parlamento argentino. La próxima sanción de esta ley representará un pasaporte de entrada a la segunda década del siglo XXI.
Ley de Economía del Conocimiento: un pasaporte para el siglo XXI
La tecnología vino a eso, a superar fronteras y achicar brechas sociales, a permitir el desempeño de los organismos del estado de derecho y a ampliar oportunidades.
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Como toda ley, ésta norma no le pertenece a ningún partido político, sino más bien a un movimiento generacional de personas que, indistintamente a sus ideas, coincidimos en querer ser motor tecnológico de un país. Emprender en Argentina implica inspiración, conciencia, esfuerzo y fundamentalmente paciencia ante la burocracia. No por esto último no se avanza, pero a los que iniciamos en este camino del sector digital, emprender resultó muchas veces frustrante. Muchos logramos superar las trabas abrazando nuestros objetivos y concretamos sueños mientras generábamos fuentes de trabajo e inversiones.
En términos fiscales esta ley permitirá la incorporación y creación de nuevos puestos laborales pero principalmente, además, la creación de nuevos puentes tecnológicos para la cobertura de necesidades sociales. La tecnología está para eso, para ser utilizada para un bien social y de desarrollo productivo, y sobre esta tendencia considero debemos seguir avanzando. La Ley también viene a promover un abanico de posibilidades que flexibilizan los requisitos de acceso a la hora de constituir pymes y microempresas del sector. Nadie puede negar que la entonces Ley de Software fue de gran utilidad para nuestro país, principalmente para potenciar nuestros unicornios tecnológicos que hoy cotizan en bolsas extranjeras y representan un gran porcentaje de empleos en Argentina.
En esa gama de emprendedores digitales nos encontramos miles que ponemos a disposición nuestros conocimientos del sector para potenciar negocios, inversiones, puestos de trabajo, desarrollo, investigación y principalmente cubrir espacios necesarios socialmente. Insisto con esto porque el aspecto social de la ley contribuye a la ampliación de derechos y la generación de oportunidades, otra característica más del sector tecnológico. Porque las empresas podrán acceder a 10 puntos adicionales de descuento en las contribuciones patronales, es decir un 80%, en caso de que incorporen mujeres, profesionales con estudios de posgrado en ingeniería, ciencias exactas o naturales, y personas que sean previamente beneficiadas con planes sociales o que habiten en zonas de menor desarrollo relativo. Muchos son los estudiantes jóvenes que confían en la construcción de su futuro y por medio de becas o aportes de planes sociales logran estudiar, y con esfuerzo, profesionalizarse en el sector.
Insisto, muchos de los artículos escritos en la ley fueron recogidos en base a nuestra experiencia como los primeros emprendedores que nos vimos muchas veces sujetos y limitados a un sistema burocrático. Saber que al fin se podrá crear un fondo de inversión para la investigación y el emprendedurismo, y que existirá un consejo consultivo en la materia nos pone un poco más en la vanguardia regional.
Falta mucho y la tecnología es una revolución donde el derecho y las instituciones muchas veces no logran llegar contemporáneamente. En ese vacío es donde muchos aprovechan y abusan de los beneficios de lo digital, por eso un estado que acompañe y aporte a los emprendedores también ayuda al crecimiento potencial de una tecnología al servicio de la gente.
Falta aún más inversión, más créditos semilla, más aportes y flexibilización, más becas a la formación, pero eso no quita que no se esté llevando adelante, y por esto es necesario celebrar este paso.
En los próximos días el proyecto llegará al Senado, donde los representantes de la cámara alta darán debate y -esperemos- aprobarán con fuerza de ley esta iniciativa construida en lo últimos años. Lo harán como los diputados, online, a través de plataformas que permiten la continuidad del ejercicio de la democracia. Porque la tecnología vino a eso, a superar fronteras y achicar brechas sociales, a permitir el desempeño de los organismos del estado de derecho y a ampliar oportunidades a quienes queremos emprender para salir adelante en nuestro país, en nuestra casa.
Ingeniero y profesor universitario del ITBA. Dirige la empresa digital y billetera virtual TAP y fundó el programa de beneficios Fidus Premios.
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