22 de julio 2019 - 00:00

Un líder alabado por su empuje y sospechado por sus desprolijidades

Necesitaría un equipo cohesionado para gobernar en Londres, pero hay mucha heterogeneidad a su alrededor.

Londres - Los seguidores del imprevisible Boris Johnson aclaman su visión optimista para el Reino Unido, pero al mismo tiempo hacen hincapié en que tendrá que estar rodeado de un buen equipo para ocuparse de los detalles.

“Si tiene buena gente a su alrededor, irá bien”, dice Sue Busby, de 67 años de edad, una militante del Partido Conservador que parece decidida a impulsar a Johnson hasta el poder esta semana.

El exalcalde de Londres ha cortejado a los conservadores con la promesa de sacar al país de la Unión Europea y, si es elegido líder del partido, tomará el relevo de Theresa May como primer ministro este miércoles.

Pero sus detractores están alarmados sobre cómo Johnson batalla con los puntos más delicados y complejos del brexit y cuestionan su poca atención a los detalles en cargos anteriores.

Como ministro de Relaciones Exteriores tergiversó el caso de una mujer británico-iraní detenida en Teherán, y como alcalde de Londres fue acusado de haber apoyado grandes proyectos que resultaron ser costosos fracasos.

Sin embargo, algunos de los que trabajaron con él mientras dirigía Londres de 2008 a 2016 dicen que se rodea de gente talentosa.

“Aunque asume el control y su visión prevalece, es bueno delegando”, dice Victoria Borwick, quien sirvió por tres años como vicealcaldesa.

Otro antiguo colega, que pidió permanecer en el anonimato, dijo que Johnson era “muy, muy, muy visionario”.

“Una vez que tenía un equipo en el que confiaba, te dejaba hacer”, aseguró.

Aunque podía dominar los detalles cuando era necesario, en algunas cuestiones “hay un elemento de improvisación” en él, añadió.

Johnson se ha rodeado de algunos miembros de su antiguo equipo de Londres para ayudarlo en su candidatura a Downing Street, incluyendo al exjefe de personal Edward Lister y al exjefe de comunicaciones Will Walden.

La campaña también incluye a muchos diputados y ministros actuales y anteriores. El resultado es que lidera un grupo de personas que no siempre están de acuerdo.

Johnson ha prometido sacar al Reino Unido de la UE con o sin acuerdo el 31 de octubre, y dice que todos sus ministros deben secundar este principio.

Pero sus partidarios en la campaña van desde el euroescéptico de línea dura Jacob Rees-Mogg hasta el secretario de Salud, Matt Hancock, quien anteriormente había dicho que no creía que salir sin acuerdo de la UE sea una política viable.

“Mucha de esa gente buscará recompensas en términos de empleos en el Gobierno” si gana, señala Catherine Haddon, de la organización de análisis Instituto para el Gobierno.

“Hay muchos puntos de vista sobre lo que Theresa May hizo mal y cómo se deben hacer las cosas de manera diferente”, indicó.

También está la cuestión de cuánto podrían tratar los ministros de manejar al impredecible Johnson si llega a Downing Street como se espera.

A pesar de comenzar la carrera con una gran ventaja, el equipo de campaña de Johnson ha jugado a lo seguro, limitando sus apariciones en los medios de comunicación y atenuando su retórica.

Cuando era alcalde, su personal también trató de mantenerlo alejado de ciertas situaciones delicadas, según el periódico Evening Standard de Londres.

“Nunca se reunió directamente con los sindicatos ferroviarios como alcalde, por ejemplo. Lo mantuvieron alejado porque sabían que saldría mal”, informó.

Johnson se enorgullece de su trayectoria en Londres, señalando los bajos niveles de delincuencia durante su mandato y la inversión en transporte y vivienda como prueba de su capacidad para hacer las cosas.

Pero los críticos citan proyectos costosos como el teleférico que cruza el río Támesis, o un puente-parque sobre el río finalmente abandonado, así como su decisión de comprar tanquetas hidrantes que la policía no estaba autorizada a usar. Un partidario de Johnson dijo que el teleférico estaba infrautilizado porque estaba en el lugar equivocado, lo cual insistieron en que no era culpa del exalcalde.

Para sus críticos, entretanto, esa dependencia excesiva de su equipo es el meollo del problema.

Steve Norris, excandidato conservador a la alcaldía de Londres, le dijo al diario The Guardian: “Es un gran orador, pero un pésimo gestor”.

Agencia AFP

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