4 de noviembre 2016 - 22:41

Un saxofonista holandés con pasión por lo latino

• DIÁLOGO CON BEN VAN DEN DUNGEN, QUE REGRESA A LA ARGENTINA CON UN NUEVO CUARTETO
“La música latina nos llegó de las Antillas y Surinam”, dice Van Den Dungen. En su caso, el interés por lo multicultural lo llevó también al tango. Ahora tocará en el festival de jazz de Buenos Aires.

Ben Van Den Dungen. “Si hoy un músico no es famoso tiene que crearse su propio trabajo. Nadie lo llamará”.
Ben Van Den Dungen. “Si hoy un músico no es famoso tiene que crearse su propio trabajo. Nadie lo llamará”.
Compositor, saxofonista, docente, el holandés Ben van den Dungen se relacionó hace años con la música latina y no la abandonó más. Artista de jazz que, entre otros sudamericanos, compartió escenarios y grabaciones con varios argentinos, participó en unos 80 discos y el último trabajo personal es un registro en vivo ("A Night at the Club") que grabó en 2014 en el Café Central de Madrid, junto a Miguel Rodríguez en piano, Marius Beets en contrabajo y Gijs Dijkhuizen en batería, los mismos con los que volverá a visitar Sudamérica entre el 13 y el 28 de este mes. Dialogamos con él antes de su viaje.

Periodista: ¿Cómo define la música que usted hace? ¿El "jazz europeo" es algo distinto del jazz norteamericano?

Ben van den Dungen: Lo llamaría jazz moderno desde la mirada del hardbop. No es pretencioso. Intento que tenga swing, que sea actual y muestre un sentimiento alegre. En cuanto a la segunda pregunta, el jazz europeo es a menudo una música más improvisada que el de los Estados Unidos. El jazz es música con improvisación pero no toda improvisación es jazz. En tal caso, la diferencia entre ambas está en el swing en combinación con el blues.

P.: ¿Por qué eligió Madrid para grabar el último álbum en vivo con su cuarteto?

B. D.: Allí está uno de los muy pocos clubes de Europa donde podés tocar la semana entera de corrido. Es como en los viejos tiempos. Y era una gran oportunidad para hacer ahí ese álbum en vivo.

P: ¿De dónde viene su cercanía con el castellano?

B.D.:
Durante toda mi vida he tocado con gente de Sudamérica. Toco también mucha música latina, afrocubana, tango; en fin, que he trabajado con muchos músicos de la escena latina en general. O sea que es una cultura esencial en mi vida musical. Y el jazz y la música latina vienen de una misma familia.

P.: Ha sido director y ahora sigue siendo docente de jazz en la escuela de Rotterdam. ¿Cuál es su relación profesional con la docencia?

B.D.:
Soy profesor allí desde hace 25 años. Es una gran escuela en la que hay varios departamentos de música, no sólo de jazz. Es una muestra de las músicas del mundo. Dar clases es parte central de mi actividad y está conectado con todo lo demás, que es componer y tocar. A veces tengo la sensación de que aprendo más de mis estudiantes que de lo que ellos aprenden de mí.

P.: ¿En esa misma escuela enseña tango el argentino Gustavo Beytelmann?

B.D.:
Así es. Lo conozco muy bien. Es una persona muy importante en la escuela y tiene mucho que ver con la escena del tango en los Países Bajos. El tango está siempre en mi vida; no el típico, claro, sino una combinación con otros estilos. Me es algo familiar. En 2009 toqué en el Festival de Tango de Buenos Aires con Gustavo Mozzi, otro argentino.

P.: ¿Eso tuvo que ver con su proyecto "Tango extremo"?

B.D.:
En parte sí, claro. "Tango extremo" es un grupo que hace música con el tango como punto de partida pero mezclándolo con otros estilos. Justamente, con Mozzi hicimos música de carnaval (murga, candombe). Pero también un programa clásico y re-arreglamos la "Pasión según San Mateo" de Bach en tango. Recientemente, hicimos un programa ruso y transformamos música folklórica y clásica de ese país en ritmo de tango. Pueden parecer raras todas estas combinaciones, pero me divierto haciéndolo.

P.: ¿Qué lo lleva a sumarse a proyectos tan diferentes?

B.D.:
En Holanda hay un gran interés por la música latina. Es una sociedad multicultural. La música latina nos llegó de las Antillas y de Surinam. Empecé a trabajar con músicos de ese origen y a entusiasmarme. En algún momento me uní al grupo Nueva Manteca, de jazz afrocubano, y estuve estudiando en Cuba y en Colombia por un tiempo. Lo latino está siempre presente en mí.

P.: ¿Cuántas veces ha estado en la Argentina y qué relaciones mantiene con la música y los músicos de por aquí?

B.D.:
Este próximo viaje será el cuarto. He tocado con Alejandro Herrera, con Mozzi, con Facundo Guevara, y también con uruguayos como José Lopretti y Leonardo Amuedo. Soy un gran admirador de Luis Salinas, a quien he visto tocar un par de veces en la Argentina.

P: ¿Cómo será su actividad en Uruguay y en nuestro país?

B.D.:
Voy a tocar en el festival de jazz de Buenos Aires. Además voy a ir a Córdoba, Montevideo, Ushuaia y La Plata (en estas últimas tres ciudades daré además "workshops"). Los conciertos serán una combinación de mis composiciones con arreglos originales y con algunos standards.

P.: ¿Qué lo llevó a escribir su libro sobre el negocio de la música ("Music Business for the Musician") dedicado a sus colegas los músicos?

B.D.:
Por estas épocas los músicos tenemos que hacer muchas cosas y no podemos quedarnos a esperar una llamada telefónica para conseguir trabajo. Si alguien no es famoso tiene que crearse su propio trabajo. Tan simple como eso. Si no, se queda en casa esperando un llamado que nunca llegará. Escribir el libro fue compartir esa experiencia con los colegas.

P.: ¿Qué puede decirme del grupo con el que viajará a Sudamérica en este caso?

B.D.:
Este cuarteto es una especial combinación de diferentes personalidades musicales. Eso es lo que hace de esta banda 100% de jazz, sin lugar a dudas, un sitio en el que es muy agradable trabajar. El nombre del cuarteto es el mío, pero la música que hacemos es de todos.

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