11 de noviembre 2019 - 00:00

Un triunfo atípico, ajeno y cercano a (casi) todos

Sáenz obtuvo una victoria merced al armado de un frente heterogéno integrado por los sectores más diversos de la política salteña. El F. de Todos no logró revertir derrota de las PASO.

Gustavo Sáenz
Gustavo Sáenz

Enviado especial- El actual intendente capitalino, Gustavo Sáenz, ganó la elección más atípica de todo el país: sin Cambiemos y sin un candidato formal del oficialismo de Juan Manuel Urtubey. Aunque a través de un armado heterogéneo integrado por los sectores más diversos de la política local derrotó al Frente de Todos de Sergio Leavy, mantiene una línea directa con Alberto Fernández pese a haber estado en las urnas, a priori, en la vereda de enfrente.

Rarezas salteñas

La victoria de Sáenz muestra el éxito (que ya se había reflejado en las PASO del 6 de octubre) que han tenido las alianzas transversales en buena parte del país. Esas vías que parecen anuladas en el plano nacional por la polarización entre espacios con identidades bien precisas, tuvieron buenos resultados en varios distritos. En general a través de sellos provinciales, como pueden ser los casos de Río Negro, Misiones, Chubut o incluso el precursor MPN. Un electorado que varía en cuestión de semanas: que vota referencias nacionales en elecciones nacionales, pero que gira a expresiones localistas para las provinciales.

Por caso, el 27 de octubre Leavy se quedó con un 48% como candidato a senador nacional, anexado a la misma boleta que Alberto Fernández. Y para gobernador obtuvo apenas un 25%.“Le decíamos: mostrate como un estadista, no vayas a cantar a los pueblos en la campaña. No nos dio bola: él iba y cantaba como Sandro. Y en los pueblos se volvían locos”.

La frase de uno de los armadores de la campaña de Sáenz muestran un cambio para lo que vendrá: del Urtubey más formal a un dirigente que basó su éxito en el carisma, en un vínculo horizontal. Y que le ha permitido escalar posiciones abrazándose al peronismo, al Frente Renovador y también a Cambiemos.A su favor, en esta elección se alinearon todos los factores para que pudiera llegar a la gobernación de Salta. Uno clave: el oficialismo atomizado (¿dinamitado?) luego de que Urtubey decidiera declararse prescindente de la elección provincial.

No hubo bendiciones explícitas y varios de sus funcionarios se enrolaron en el Frente de Todos, como también lo hizo el PJ de Salta que él preside. Su vice Miguel Isa perdió en internas con Leavy. Este último, a su vez, tuvo de compañero de fórmula a Emiliano Estrada, exministro de Economía de la actual gestión. Otros funcionarios y aliados de Urtubey marcharon hacia el frente Sáenz Gobernador, que logró juntar al PRO, radicales (no al sello UCR, que se unió a Alfredo Olmedo, tercero con 15%) y un conglomerado de partidos menores que surgieron al calor del PJ y que florecieron durante los 12 años del urtubeycismo. Es que este tablero tampoco deja de ser un juego de dialéctica peronista: así como Urtubey fue un desprendimiento de Juan Carlos Romero al que enfrentó y venció; ahora Sáenz también se escabulló del PJ para conformar un espacio distinto, más abierto, pero que contiene sectores justicialistas.

Una lógica con final abierto para los próximos años.Además, Sáenz ha cultivado buen vínculo con Cambiemos, e incluso ayer mismo dialogó con “Frigerio y Rodríguez Larreta”, como mencionó mientras se dirigía a las máquinas de la Boleta Única Electrónica (sistema que volvió a generar suspicacias y denuncias). Incluso, se especuló meses atrás con una unión Sáenz-Olmedo que hubiese tenido, de realizarse, color amarillo. Sin embargo, que no se haya conformado esa sociedad le evitó a Sáenz tener que esconder a Mauricio Macri, de mala imagen en Salta.

Con Olmedo, Sáenz hizo incluso acuerdos post PASO: votos para la categoría a gobernador a cambio de fortalecer a ciertos intendentes olmedistas que tenían chance de ganar, como ocurría por caso en Tartagal. En ese sentido, más allá de su supuesta neutralidad, Urtubey hizo guiños a Sáenz, en especial en el tramo final. Le dio algo que no tenía: estructura territorial, con una ayuda en el armado en el interior.

En cuanto al estallido del oficialismo, lo cierto es que la coalición que contuvo a Urtubey en sus tres periodos en el Ejecutivo provincial voló por el aire, y dejaron al gobernador en un lugar incierto de la política salteña. También es clave en esa lectura el magro 10% que sacó en Salta su candidatura a vicepresidente por Consenso Federal.

Incluso menos que los que había sacado en la provincia la fórmula Massa-Sáenz en las presidenciales de 2015. Ese vínculo con el Frente Renovador es vital para el gobernador electo. Es el puente directo a Nación. Además, el jefe de campaña de ese binomo había sido… Alberto Fernández. “Lo conozco desde antes de que fuera presidente. Si gano vamos a trabajar en conjunto”, declaraba Sáenz al votar. El salto de Massa al Frente de Todos le da, de rebote, esa soga clave para su próxima gestión. También su vice, Antonio Marocco, es cercano a Alberto F. y fue ministro de Gobierno de Urtubey. Un entrecruzamiento inagotable.

Por su parte, Sergio Leavy no logró el milagro de dar vuelta el resultado de las PASO. En principio, no pudo hacer pie en la capital y sus alrededores, que representan un 50% del electorado, y que reclama “un peronismo amigable”, como señalaron desde la actual gestión provincial. En esa línea, no recuperó para sí los votos de Miguel Isa, su rival en unas internas con exceso de tensión.Por otro lado, Leavy quedó llamativamente preso de un discurso nacional para una elección provincial. Pese a que los candidatos que habían utilizado esa estrategia en otras contiendas no habían tenido éxito: Ramón Rioseco en Neuquén, Martín Soria en Río Negro o Anabel Fernández Sagasti en Mendoza. Leavy repitió el libreto, con idéntico resultado. Rioseco lo usó en marzo; Leavy, en noviembre. Inexplicable.

Asimismo, si bien en el cierre de campaña estuvo el presidente del PJ, José Luis Gioja, no pudo tener el respaldo in situ de Cristina de Kirchner, su principal referencia política. Por último, los sondeos de opinión mostraron que la decisión de mantener al mismo tiempo la candidatura a senador y a gobernador llevó a que se disparara su imagen negativa. Se sumó un antecedente: al asumir su banca de diputado nacional en 2017, se tomó licencia como intendente de Tartagal. Es decir, no renunció a su cargo.La caída de Leavy, la implosión de la coalición de Urtubey, el mal desempeño de Olmedo le abren a Sáenz una ventaja: la oposición quedó debilitada en momentos en que deberá gestionar un escenario, como el nacional, de escasos recursos.

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