15 de enero 2019 - 00:02

Vienen años críticos, es hora de superar el retroceso

Este año es un año electoral, esto hace propicio reflexionar sobre la situación de nuestra economía y de las perspectivas futuras. Comencemos por recordar que cuando terminó la Segunda Guerra Mundial en el siglo pasado, nuestra economía era la mayor de toda la América Latina, luego fuimos desplazados por Brasil al segundo lugar, posteriormente México nos superó y así nos ubicamos hoy en el tercer lugar en lo que se refiere al tamaño de la producción total de bienes y servicios. Este retroceso ya ha comenzado también a manifestarse en la evolución del PBI por habitante, que es un indicador del nivel de vida de la población.

Hace décadas el liderazgo económico de nuestro país era indiscutible en América Latina. Teníamos el nivel de vida más alto en la región, superado únicamente por Venezuela cuyo PBI por habitante en 1980 era mayor al nuestro. Paro salvo esta excepción, nuestro PBI por habitante (según el FMI) era el más alto. Pero corrió mucha agua bajo el puente y la situación es hoy distinta .Veamos algunos ejemplos:

En 1980 nuestro PBI por habitante era casi el doble que el de Chile, ahora el de ellos es 26% mayor al nuestro.

En 1980 el PBI por habitante en Argentina era el doble que el de Uruguay, ahora el de nuestro vecino es 13% mayor.

En 1980 nuestro PBI por habitante era 9% mayor al de México, ahora el de ellos es 1% mayor.

En 1980 nuestro PBI por habitante era nada menos que 132% mayor al de Colombia, ahora esta diferencia se ha reducido a 33%.

En 1980 nuestro PBI por habitante era 100% mayor al de Perú, ahora esta ventaja se ha reducido al 45%. Algo similar ocurre cuando la comparación se hace con otros países, por ejemplo, Brasil, Bolivia, Costa Rica, Ecuador y Paraguay.

En este retroceso influyo el hecho que en los últimos 20 años nuestras exportaciones han crecido menos que las del resto de los países latinoamericanos, por ejemplo las del Uruguay han crecido el doble que las nuestras. También crecieron más las exportaciones de países latinoamericanos como Colombia, Brasil, Perú, México, Ecuador, Bolivia, Costa Rica, Paraguay y Chile. Nuestro retroceso exportador se acentuó en los últimos años, baste decir que nuestras exportaciones fueron en el 2018 inferiores a las de 2011. No hay crecimiento económico sin aumento en las exportaciones, por eso es importante remover los obstáculos existentes a su expansión, y establecer un sistema tributario que no las penalice, como hemos hecho en el pasado con nuestros derechos de exportación, que nos convirtió en el único país de América Latina que utilizara de manera generalizada este instrumento tributario muy eficaz en abatir las exportaciones. Ahora hemos vuelto a aplicar retenciones a las exportaciones, justificando esta decisión en el principio del “mal menor”, ya que el equilibrio fiscal apuntando a la reducción del déficit se ha convertido en una meta principal de la política económica.

Los países que crecen, es decir expandiendo de una manera sostenida su producción y su empleo, lo hacen siempre impulsados por el esfuerzo de su propio ahorro interno, orientado a financiar las inversiones de carácter productivo, es decir destinadas a aumentar la oferta de bienes y servicios producidos en el país. Esto no significa que la inversión extranjera no sea importante, aunque en menor medida que la propia inversión nacional financiada por los recursos aportados por el ahorro interno. El papel de la inversión extranjera es complementario, pero nunca sustituto de la inversión financiada por el propio ahorro nacional. Casi siempre las inversiones generadas internamente en un país son mucho más importante que las inversiones externas, cuya primacía históricamente se manifestó únicamente en algunos países subdesarrollados y con grandes riquezas mineras, como algunos países africanos.

Hace ya años que Argentina no es un actor importante en el escenario latinoamericano de las inversiones extranjeras orientadas a la producción, es decir que no hay una “gran lluvia de inversiones”. En América Latina hay países que registran un nivel mayor de inversiones externas por habitante que nosotros, por ejemplo, estas inversiones extranjeras por habitante son en Panamá equivalentes a 7 veces las nuestras, en Costa Rica son más del doble, en Chile son un 33% mayores, en Brasil 27% más y en Colombia 8% mayores.

No hay crecimiento económico sin inversión, y no hay inversión sin ahorro interno, pero atención, aquí entra a jugar negativamente el déficit fiscal, ya que por su propia naturaleza el déficit fiscal es ahorro negativo, es decir mientras mayor sea el déficit fiscal, menos será el ahorro neto interno y por ende menos serán las inversiones. Es decir con déficit fiscal excesivo y prolongado no puede haber un sostenido crecimiento económico. El desafío que enfrentamos es cómo reducir nuestro enorme déficit fiscal, no será nada fácil, pero sin un amplio acuerdo político será prácticamente imposible, ya que no se trata de incrementar aún más la presión tributaria total sino de reducir el gasto público superfluo. No será una tarea fácil.

Este año habrán elecciones, esperemos propuestas consistentes y bien fundamentadas que nos expliquen que debemos hacer para volver a crecer con más producción, más ahorro, más inversiones, más exportaciones y mejores empleos. Esperemos que los candidatos estén a la altura de lo crítico de nuestra situación, y no agoten sus discursos en promesas impactantes pero infundadas. Esperemos propuestas que sean ambiciosas pero realistas, dejando atrás las proclamas incoherentes. Los años que vienen serán críticos, ya que estará en juego nuestra capacidad de aprender de los errores del pasado, y encauzar nuestra economía por el sendero no sólo del crecimiento económico, sino también de la igualdad de oportunidades y la inclusión social. Es hora de superar el retroceso.

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