5 de febrero 2019 - 00:01

Violencia laboral y el futuro del trabajo, ejes de próxima sesión de la OIT

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Cuando en junio de este año se reúna la 108 conferencia de la Organización Internacional del trabajo, los dos temas principales serán la violencia en el trabajo y el futuro del trabajo.

Jeremy Rifkin en 1995 en su libro “The end of work”, ya planteaba el futuro del trabajo (o el fin del trabajo como algunos proponen). Este es un desafío para la humanidad y mucho se ha hablado del lugar de los robots y el replanteo de los trabajos del futuro. No obstante, la violencia, el acoso y el bullying en el ámbito del trabajo tienen una importancia no menor, aunque gozan de menor difusión a nivel de la discusión pública.

En el “Informe Estadístico Enero-Noviembre año 2017 de la Oficina de Asesoramiento sobre la Violencia Laboral - OAVL, Subsecretaría de Promoción del Sector Social de la Economía” se mencionan 572 casos de violencia laboral denunciados formalmente durante el periodo de enero a septiembre de 2017. Esta cifra solo contempla el AMBA y las entrevistas que fueron realizadas por esa oficina, es decir, no representa más que la punta de un iceberg. Entre 2010 y 2017 se recibieron aproximadamente unas 4.500 denuncias, si además se tienen en cuenta las llamadas telefónicas y correos electrónicos, el número es aún mayor. Son muchos los damnificados que no se animan a denunciar por miedo o vergüenza. En algunos casos, los empleados más jóvenes renuncian los trabajos “tóxicos” y se van, y en el caso de los empleados mayores, por temor a perder la fuente de trabajo y no poder conseguir otro, toleran la situación y callan.

Gracias al movimiento #MeToo, iniciado por la ola de denuncias en el mundo del cine y la televisión, comenzó a girar una rueda oxidada y casi en desuso que se expandió de modo creciente y definitivo hasta llegar a nuestro país. Detrás de las denuncias del mundo cinematográfico, llegó el mundo de la política, el deporte, la prensa y hasta las relaciones públicas… Seguramente seguiremos escuchando acerca de más casos y, con el tiempo, la gente perderá el miedo de ser estigmatizada y denunciará en voz alta y sin miedo.

Ya sea que se trate de violencia sexual, física o psicológica, todas ellas son formas de abusos presentes en la vida laboral y ocasionan consecuencias para las personas, la institución, el mercado y el país. La violencia laboral no se da solo de modo vertical descendente, ni es exclusivo de hombres a mujeres, como podría creerse. Si bien son mayores los porcentajes de violencia de superiores a subordinados y de varones a mujeres, la violencia instalada no se limita a esos roles. Además, si sumásemos la violencia de los clientes a los empleados y de los empleados hacia los clientes, el conteo de casos sería interminable.

Lamentablemente el foco está puesto solamente en lograr que se denuncien los abusos, la violencia y el maltrato, pero no nos ocupamos tanto de prevenir que esos males sucedan. Si bien es cierto –haciendo un paralelo – que la cárcel como castigo por ser atrapado al robar una casa actúa como un deferente, no por ello dejamos de cerrar con llave nuestra casa y conectar la alarma.

La salud mundial creó una revolución al inventar las vacunas y, en la actualidad, con los avances en el terreno científico-tecnológico, la medicina preventiva puede arribar a diagnósticos más precisos y a la detección temprana de enfermedades y problemas. Todo esto ha llevado a la salud a un nuevo nivel, logrando que la expectativa y calidad de vida crezcan de manera exponencial.

¿Por qué no aplicar la misma lógica en la selección de personal utilizando el conocimiento y la tecnología para detectar tempranamente a los potenciales violentos, a quienes pueden poner en riesgo el clima laboral, la reputación de las empresas y el bienestar de los empleados? ¿Por qué no prevenir, chequeando antes del ingreso las actitudes de los potenciales empleados, y no solamente sus aptitudes, sus estudios y su experiencia?

La pregunta que debemos hacernos es ¿Cómo prevenir o alertar sobre los riesgos? ¿Cómo adelantarse para evitar tener luego tener que accionar frente a las consecuencias de los males y efectos que podrían, en muchos casos, ser previstos? El tan trillado adagio de Erasmo de Rotterdam aplica también aquí: “Más vale prevenir que curar”.

* Managing Director de Integrity Meter

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