30 de agosto 2019 - 00:00

Visita a los descendientes de un cacique del sur

Pablo Reyero es uno de nuestros mejores documentalistas, siempre dedicado a descubrirnos los diamantes en bruto que se encuentran en las márgenes de la sociedad, en obras como “Dársena Sur”, “Hermosos perdedores”, “Ángeles caídos” (los chicos de un programa hoy discontinuado de conjuntos de música clásica en barrios carenciados) y ahora este “Paso San Ignacio”, filmado en el territorio neuquino de chacras duramente ganadas a las piedras, donde viven los descendientes del cacique Namuncurá, padre del beato Ceferino, cuyas reliquias se encuentran precisamente en esos lares.

Sangre de Huentecurá, aliado del Ejército Libertador de los Andes, y del terrible Calfucurá, amo y señor de las pampas, ellos son en estos días como cualquier criollo cuidando sus ovejas y cabras, y sus cultivos, sólo que mantienen también sus creencias junto a las cristianas, y sus organizaciones al mando de un lonko, que ahora ya es un cargo electivo, e incluso puede estar en manos de mujeres. Sus canciones alternan con el chamamé, y un rosario de plástico cuelga del retrovisor de una maltrecha camioneta rumbo a la casa con pantalla solar.

Absorbente, el habla calma de los mayores. Más rápida, la de los jóvenes. Una vieja recuerda los tiempos en que los sueños la comunicaban con lo divino, y cuenta la historia de la indiecita obligada a casarse con un cacique, su huida, y el puma que la acompañó en el camino. Una pareja oye extrañada las noticias radiales de un atentado del grupo extremista conducido por un chileno. Un hombre grande define su esencia: “la persona mapuche tiene que ser campera, saber un poco de la cultura, y ser mano abierta, generosa, actuar como se debe y ser fuerte, porque uno tiene que estar preparado para todo, no sólo para vivir nomás”. Es bueno verlos, y escucharlos con atención.

“Paso San Ignacio” (Argentina, 2019). Dir.: P. Reyero. Documental.

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