24 de agosto 2017 - 00:00

Vivir alquilando: la problemática de la vivienda en la Ciudad

Las estadísticas muestran una tendencia en aumento: en la Capital Federal cada vez hay más inquilinos y menos propietarios.

Vivir alquilando: la problemática de la vivienda en la Ciudad
En la Ciudad de Buenos Aires casi un 36% de la población alquila y más del 51% tiene una vivienda propia. Cada vez son más los inquilinos y menos los propietarios, lo que a las claras habla de un proceso de "inquilinización" que se acentúa con el paso de los años, como contracara de la falta de soluciones habitacionales y de acceso al crédito para la vivienda.

En comparación con los datos del último censo nacional (2010), el porcentaje de propietarios decreció casi un 5% y el porcentaje de inquilinos subió un 6%. La estadística muestra una tendencia en aumento: las personas que deben enfrentar la decisión de alquilar o comprar se vuelcan al alquiler.

El aumento de la cantidad de porteños que alquila fue acompañado por el incremento de su costo de vida. No sólo son más las personas que alquilan, sino que el alquiler es cada vez más caro y el porcentaje del ingreso de un hogar destinado a pagarlo es cada vez mayor. En el primer trimestre de 2017, según la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires, se observó un incremento interanual en el precio del m2 en alquiler, que promedió un 36,8% para los monoambientes; 30,3% para los departamentos de 2 ambientes y 28,4% para las unidades de 3 ambientes.

Es por eso necesario analizar los precios de los alquileres en relación con los salarios, para así atender las desigualdades existentes en la Ciudad. En ese sentido, quienes tienen los salarios más bajos son los que mayor proporción de su sueldo destinan al pago del alquiler, y a la inversa, quienes perciben mayores ingresos en la Ciudad, destinan menor porcentaje de su salario al pago del alquiler.

Para el caso de un monoambiente, un vecino que alquila en zona norte debe destinar un 32% de su salario al pago del alquiler (el salario promedio ronda los $20.000), mientras que uno que vive en el centro destina alrededor del 35% (el salario promedio es de $15.989) y uno del sur destina hasta un 44% de su salario para acceder a un monoambiente en esa zona (el salario promedio es de $11.803).

Disparidad

Las disparidades salariales entre el norte y el sur de la Ciudad se vuelven aún más preocupantes si se considera que Buenos Aires es la segunda ciudad más cara de la región, según un estudio recientemente publicado por la consultora Mercer sobre el costo de vida en los principales centros urbanos del mundo. El ranking fue elaborado en base a diversos componentes que hacen al gasto habitual de los ciudadanos, entre los que se encuentra la vivienda.

Sin dudas, cada decisión que el Estado toma repercute significativamente en la estructura de costos de los vecinos: en particular, en el caso de la vivienda, el valor diferencial del m2 -más caro en el norte y más barato en el sur- es consecuencia directa de las políticas públicas y prioridades presupuestarias. Cuando el Estado no asume la responsabilidad que le compete, el ciudadano debe destinar más recursos para la satisfacción de necesidades básicas que hacen a su calidad de vida, como el pago de un alquiler.

Es así que los alquileres son más baratos en lugares más inseguros, que no cuentan con estaciones de subte o espacios verdes en zonas aledañas. Pero ello no es lo único que afecta su calidad de vida: aunque paguen alquileres más baratos, esos mismos vecinos padecen el aumento del su costo de vida ya que deben destinar un mayor porcentaje de su sueldo, por ejemplo, a contratar seguridad privada, instalar rejas o alarmas o comprar un auto para trasladarse.

Desde el Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires (CESBA) trabajamos para darle visibilidad a las cuestiones que hacen a la calidad de vida de quienes habitan o trabajan en la Ciudad. En ese sentido, garantizar el acceso a la vivienda y disminuir el costo de vida de los porteños es central para el desarrollo de la vida cotidiana en la Ciudad. Es preciso hacerlo desde una perspectiva comunitaria, en la que el Estado haga su parte, brindando servicios públicos de calidad.



(*)Presidente del Consejo

Económico y Social de la CABA.

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