Yucatán es un estado que resguarda de manera excepcional la historia de México, fungiendo como el epicentro donde las civilizaciones prehispánicas dejaron una huella imborrable, la cual se entrelazó posteriormente con el legado de la Conquista.
Izamal, el pueblo amarillo de Yucatán donde la historia maya y la fe colonial se encuentran
Un sitio icónico donde la vibrante tonalidad de sus estructuras es el telón de fondo para el encuentro histórico entre la cultura maya y la espiritualidad novohispana.
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Izamal, una jota de Yucatán.
Dentro de este contexto cultural tan vasto, se localiza una localidad que se distingue de manera notable por su singularidad cromática y la profundidad de su legado histórico y espiritual: se trata de Izamal.
Este sitio específico constituye un punto de convergencia donde la profunda historia maya y la instauración de la fe colonial coexisten de forma tangible.
Qué hacer en Izamal: el pueblo amarillo de Yucatán
Ubicado en el corazón de Yucatán, a tan solo una hora de Mérida, se encuentra Izamal, un sitio donde la tradición maya y la herencia colonial coexisten en perfecta armonía. Conocido por la designación de “la ciudad de las tres culturas”, este Pueblo Mágico cautiva a sus visitantes con sus distintivas fachadas amarillas, una historia que se remonta a milenios y una atmósfera de profunda religiosidad.
Recorrer sus calles empedradas es como dar un paseo por el tiempo: cada pared, templo y rincón conserva siglos de historia que siguen vigentes en el día a día de sus habitantes.
Mucho antes de la llegada de los españoles, Izamal se consolidó como uno de los centros ceremoniales más relevantes del mundo maya. Su nombre deriva de Itzamná, deidad del sol y la sabiduría, y el lugar albergó templos dedicados a esta figura divina.
Actualmente, la magnificencia de ese pasado se puede apreciar en la Pirámide de Kinich Kakmó, una imponente base que domina el paisaje urbano con sus más de 30 metros de altura. Desde la cima, se disfruta de una vista panorámica inigualable de todo el poblado y de la selva circundante. Ascender sus escalinatas es una experiencia casi ritual: una conexión directa con la era prehispánica de la península.
A pocos metros, el Convento de San Antonio de Padua se erige sobre lo que fue en su momento una antigua pirámide maya. Fundado en 1549 por frailes franciscanos, su atrio —considerado uno de los más extensos de América— y su arquitectura de gruesos muros y arcos coloniales lo posicionan como uno de los santuarios más importantes del sureste mexicano.
En el interior de la iglesia se venera a Nuestra Señora de Izamal, la patrona de Yucatán, cuya imagen fue coronada por el Papa Juan Pablo II durante su visita a México en 1993.
Lo que distingue a Izamal es el vibrante color amarillo intenso que recubre sus casas, iglesias y calles. Este tono simboliza tanto la calidez del sol como el fervor mariano. Cada fachada brilla bajo el cielo despejado y el clima tropical, creando un escenario ideal para pasear, tomar fotografías y descubrir los pequeños talleres de artesanos y las tradicionales cocinas locales.
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