7 de septiembre 2024 - 17:00

Qué características tienen los buenos jefes, según estudio de Harvard

¿Tienes un buen jefe? checa qué es lo que indica la Universidad de Harvard al respecto.

Descubre cuáles son las cualidades de un buen jefe, según un estudio de la Universidad de Harvard. 

Descubre cuáles son las cualidades de un buen jefe, según un estudio de la Universidad de Harvard. 

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Un estudio de la Universidad de Harvard ha identificado dos características esenciales que un buen jefe debe poseer para gestionar equipos de manera eficaz. Los investigadores descubrieron que muchas empresas no eligen correctamente a sus líderes, lo que puede generar problemas en el desempeño y la dinámica laboral.

El análisis, liderado por el profesor David Deming, ofrece nuevas perspectivas sobre cómo seleccionar a los gerentes basándose en cualidades que realmente influyen en el éxito del equipo. Al centrarse en habilidades clave, los resultados del estudio sugieren que un liderazgo adecuado puede transformar no solo la productividad, sino también el ambiente de trabajo.

Lo más sorprendente de esta investigación es que, en muchos casos, las personas que buscan activamente ser líderes tienden a ser menos eficaces que aquellas que no tienen ese deseo. Este hallazgo ha generado un debate interesante sobre cómo las empresas deberían estructurar sus procesos de selección de liderazgo.

Buen jefe

Cuáles son las cualidades de un buen jefe, según Harvard

De acuerdo con el estudio de Harvard, los buenos jefes destacan principalmente en dos áreas cruciales para el éxito de cualquier equipo: las habilidades interpersonales y la capacidad analítica. Ambas se complementan para crear un entorno de trabajo sólido, donde los empleados se sienten valorados y motivados para alcanzar metas compartidas.

La primera cualidad, las habilidades interpersonales, se refiere a la capacidad del líder para generar un ambiente de confianza y seguridad psicológica en el equipo. Un buen jefe debe ser capaz de relacionarse de manera efectiva con sus empleados, creando un espacio donde cada uno sienta que puede expresarse sin temor a represalias. Este tipo de ambiente es esencial para fomentar la comunicación abierta, lo que no solo facilita la resolución de conflictos, sino que también impulsa la innovación y la creatividad. Cuando un líder tiene habilidades interpersonales bien desarrolladas, es más fácil que el equipo se sienta motivado, ya que perciben que su voz es escuchada y que sus contribuciones tienen un impacto real en el éxito colectivo.

La segunda cualidad, la capacidad analítica, implica un enfoque constante en la mejora y la optimización del rendimiento del equipo. Un buen jefe no solo se limita a supervisar tareas, sino que analiza en detalle cómo cada parte del equipo puede funcionar mejor, adaptando las estrategias cuando sea necesario. Esta habilidad va más allá de resolver problemas inmediatos: un líder con capacidad analítica sabe evaluar tendencias, predecir obstáculos y ajustar los métodos de trabajo para maximizar la productividad a largo plazo.

Lo que hace que esta combinación de habilidades sea tan efectiva es que el líder no solo se enfoca en los números o en los resultados, sino que también cuida el bienestar emocional del equipo. La conjunción de habilidades interpersonales y analíticas crea un equilibrio ideal: un entorno donde se toman decisiones basadas en datos, pero sin perder de vista las necesidades humanas de los colaboradores. Un jefe que domina ambas áreas es capaz de generar confianza, resolver conflictos de manera eficiente y ajustar continuamente el rumbo para lograr los mejores resultados.

Por otro lado, el estudio hace hincapié en un descubrimiento sorprendente: las personas que se postulan activamente para roles de liderazgo no necesariamente son las más efectivas una vez que asumen el puesto. Este fenómeno, conocido como exceso de confianza, revela que quienes aspiran al poder tienden a sobrevalorar sus habilidades, lo que puede traducirse en errores de juicio y decisiones equivocadas. De hecho, aquellos que son seleccionados para liderar sin buscarlo explícitamente, suelen tener un desempeño más equilibrado y efectivo. Esto lleva a la reflexión de que las empresas deben replantearse cómo eligen a sus líderes, priorizando las habilidades y la actitud sobre la ambición personal.

En conclusión, un buen jefe no es simplemente aquel que toma decisiones rápidas o impone su autoridad, sino aquel que sabe equilibrar el análisis profundo con la empatía, y que entiende que liderar es tanto una tarea estratégica como humana.

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